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Jalkh y los suyos se fueron por ilegítimos y deshonestos

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En las motivaciones que el Consejo de Participación Ciudadana transitorio, Cpccs, expuso para sostener su decisión de destituir al presidente del Consejo de la Judicatura, Gustavo Jalkh y a los otros cuatro vocales del organismo no hubo mayor cosa que no se supiera desde hace rato.  Por ejemplo, que Jalkh no tenía la más mínima legitimidad para ser elegido como el administrar de todo el sistema de justicia porque era amigo cercanísimo de Rafael Correa y ministro suyo en al menos dos carteras. O que la selección de jueces, notarios y fiscales hecho por el Consejo de la Judicatura no obedecía a las normas legales sino a los intereses políticos del partido de gobierno y del presidente. En general, que la justicia estaba secuestrada por un movimiento político cuyo proyecto era de impunidad y de autoritarismo.

Que esos hechos, y otros tanto no menos escandalosos y casi inverosímiles, hayan sido incluidos en la resolución de destitución del Consejo de la Judicatura, que se leyó el lunes 4 de junio en un auditorio de la Universidad Central, tuvo una relevancia y un impacto tan grande como si alguien los hubiera estado revelando por primera vez.

La resolución de destitución tuvo dos partes. La primera en la que se hizo una disección de los motivos por los que los vocales de la Judicatura carecen de legitimidad en su origen y una segunda en la que se revisó una a una las denuncias que habían sobre la actuación del Consejo.

El cuestionamiento a la elección de los vocales se enfocó, por un lado, en la falta de idoneidad de quienes los seleccionaron; es decir de los miembros del Consejo de Participación que el correísmo dejó montado para que fuera el órgano elector de casi todas las autoridades de control y fiscalización del Estado. Según el Cpccs, estos consejeros, es decir sus antecesores, no tuvieron la independencia mínima frente al Ejecutivo que exige la Constitución, las leyes y la ética democrática como para que sus actos fueran legítimos.

Pero si quienes escogieron a los vocales de la Judicatura no estaban legal ni éticamente habilitados, mucho menos lo estaban los propios vocales. Sus hojas de vida fueron revisadas una por una. Jalkh era el caso insignia: amigo íntimo del presidente Correa, su secretario particular y ministro suyo en al menos dos carteras. Con los otros la situación era similar: no solo les unía una relación de amistad con Correa sino que habían sido miembros privilegiados del Gobierno. ¿Cómo podía haber un sistema de justicia independiente de los intereses del Ejecutivo con una judicatura como aquella?

El Cpccs incluso presentó un cuadro de relaciones que prueba que las relaciones no eran únicamente con el presidente Correa sino con los funcionarios más emblemáticos del proyecto correísta: Alexis Mera, José Serrano y el entonces eterno contralor Carlos Pólit. Cada que el secretario del Cpccs leía las líneas donde se mencionaban estas relaciones que significan un conflicto de interés escandaloso, un rumor con aires de indignación y asombro recorría el auditorio. Era como si alguien hubiera llegado a anunciar el fin de una insoportable indignidad colectiva.

Resolución del Cpccs en PDF
La resolución incluía otros aspectos contundentes relacionados con el  conflicto de interés inhabilitante de los vocales. Por ejemplo, que el Consejo de Participación correísta que los eligió no cumplió únicamente con su deber constitucional y legal de tomar en cuenta la falta de independencia evidente que existía de los candidatos, sino que tampoco publicó dicho conflicto cuando se anunciaron los nombres. Que la gran farsa de la justicia de la era correísta haya sido presentada como parte de una resolución de un organismo oficial le confirió a la situación una contundencia y hasta un dramatismo especial.

En esa línea se mencionaron otras cosas no menos impresentables. Por ejemplo que las impugnaciones que se habían hecho desde la sociedad a las candidaturas de los vocales no habían sido siquiera tomadas en cuenta, a pesar de que estaban plenamente justificadas. ¿Dónde quedaba la tan cacareada participación ciudadana?

Toda la argumentación que se hizo alrededor de la legitimidad de la elección de los vocales del Consejo de Participación del correato  aparecía como la puesta sobre la mesa de un decálogo perfectamente aplicable para todos los nombramientos que se hicieron con el evidente y clarísimo fin de montar un sistema de concentración de poder, cuyo único fin era la eternidad del régimen y su más absoluta impunidad.

Luego vino la parte enfocada en la conducta y el trabajo del Consejo de la Judicatura presidido por Jalkh y que ha sido objeto de cientos de denuncias hechas desde casi todos los sectores de la sociedad afectados por el secuestro de la justicia.

Nada parecía salvarse. Los concursos para nombrar los servidores judiciales incumplieron todas las normas vigentes y los cargos fueron entregados por las conexiones políticas que tenían los candidatos con los vocales y el correísmo. “Los concursos incumplieron de forma deliberada la ley orgánica y los estándares internacionales”, se le escuchó leer al secretario.

Lo mismo ocurrió con el nombramiento de los fiscales en las provincias. Allí, en Imbabura y Cotopaxi se nombró, por ejemplo, a funcionarios que no habían tenido los mejores puntajes para beneficiar a otros que tenían mejores relaciones con el gobierno. Como el caso de Guillermo Rueda en Imbabura quien tuvo el mayor puntaje pero al no ser de la confianza de Jalkh y del correísmo fue marginado. En el caso del nombramiento del fiscal subrogante la cosa fue aún más descarada. Como Carlos Baca Mancheno, el fiscal que Correa dejó entronizando para que garantice su impunidad, había sido censurado por la Asamblea, había que escoger un fiscal subrogante. La selección hecha por Jalkh y los suyos fue a favor de Tania Moreno que no tenía las mejores puntuaciones y se dejó de lado a Edwin Pérez Reina, quien poseía la mayor puntuación. Solo cuando el Cpccs transitorio se percató, Pérez Reina fue nombrado fiscal subrogante para que reemplace a Baca Mancheno hasta que se nombre un nuevo titular.

A la hora de nombrar notarios la cosa no fue distinta. Se dio preferencia a quienes tenían buenas conexiones con el Consejo de la Judicatura o incluso el mismo presidente Correa, como fue el caso de una prima del Presidente a la que se le adjudicó una notaría en Quito. En el caso de los nombramientos de notarios, el Cpccs, alertó sobre todo un sistema de tráfico de influencias en el que estuvieron involucrados los vocales de la Judicatura. Todo un sistema de tráfico de influencias estaba operando en la judicatura.

El Cpccs también confirmó cómo los correos que se enviaban desde la Presidencia de la República afectaron la independencia en los fallos y en la selección de jueces y fiscales. En fin, la lectura de la resolución confirmó todas las peores cosas que se sabía habían ocurrido durante el secuestro correísta de la justicia; un secuestro que tuvo en Gustavo Jalkh un operador incondicional. El Cpccs manifestó también que la destitución no basta y que por eso se necesita una investigación fiscal. Aquí tiene que haber responsables por la gran farsa que montó Rafael Correa con el pretexto de meterse en el bolsillo la justicia.

25 Comments

  1. Ojo, para mañana hay dos casos importantisimos, GLAS y LA JUDICATURA………vamos con la presion ciudadana para evitar cualquier SAPADA…….

  2. Como siempre excelente señor Pallares, graficándonos los hechos que acontecen en el país.

  3. Toda la banda de Alí Babá (léase ladrones de corbata de AP) deberán responder ante la justicia tarde o temprano. En cuanto a los nombramientos de fiscales, agentes fiscales, jueces, etc. en provincias debería el actual fiscal encargado investigar cuánto pagaron para acceder a dichos puestos especialmente las NOTARÍAS del país? ¿Cuántos dólares entregan cada diciembre a los miembros de la Judicatura?. ¿Cuánto aportan a AP para mantenerse en los puestos? Deberían ser cesados en sus funciones por cohecho. Deben ser evaluados estos pícaros y luego nombrar a quienes se merecen. En cantones de Imbabura hay cosas muy oscuras sobre este aspecto.

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