Ojalá Jaime Nebot no dé curso a una idea recurrente de Alberto Dahik. El alcalde de Guayaquil dijo ayer que estudiará con sinceridad la propuesta de hacer una consulta en su ciudad para blindar el modelo de desarrollo que, según dijo en la última elección, los guayaquileños han refrendado en las urnas seis veces.
La idea de Dahik es que Nebot haga la consulta antes de dejar la alcaldía en 2019. Los guayaquileños, escribió el ex vicepresidente en su columna de El Universo, tienen derecho a que ese modelo se blinde para que próximas administraciones, “vengan de la estirpe política que sea”, no puedan “alterar lo que creemos es el mejor modelo de gestión de la ciudad”. Esa sugerencia ya la había hecho en el Salón de la Ciudad en noviembre de 2015.
Salvo algún alzheimer en marcha, no se conoce un precedente en esta materia. Porque lo que pasa por un modelo es, en realidad, la gestión de un partido que gobierna Guayaquil desde 1992: el socialcristianismo. De ahí las dificultades que experimenta el propio Dahik en su columna para perfilar la consulta que propone. Fijar el límite de gasto corriente, se antoja un ejemplo concreto. Pero ¿cómo se pueden fijar, como propone, reglas inamoviables que deben quedar grabadas en piedra? ¿Acaso se puede visualizar para el futuro “el máximo posible de crecimiento del personal de la Municipalidad”, o “fijar cuáles servicios deben continuar bajo el modelo de la autonomía, como el aeropuerto?”
El modelo que Dahik quiere grabar en piedra, como los mandamientos, es la gestión de un político que puede tener muchas lecturas. Y algunas seriamente críticas. Porque, para empezar, habría que ver hasta dónde Nebot ha plasmado en instituciones su administración. Nadie puede negar que Nebot es popular. Pero que lo sea, no significa que su visión y su gestión tengan que volverse catecismo para Guayaquil. Y que su administración tenga aceptación tampoco significa que no pueda y deba ser mejorada. Ese es un programa evidente para cualquier demócrata ya sea en el ámbito local o en el nacional.
La propuesta de Dahik es aplicable a cualquier modelo y puede volverse la tentación de cualquier político. Populista o autoritario. Es sencillo imaginar, por ejemplo, a Rafael Correa con una propuesta similar en 2013 –antes también– para fijar en piedra su modelo. Hubiera ganado largamente porque también él era popular y su modelo era abiertamente aplaudido por la mayoría de ecuatorianos. Pues bien: cuando se fue Correa y se pudo escudriñar realmente en sus costuras, la realidad no fue lo que él pretendió. Y para seguir con el mismo ejemplo, no hay que pensar en una consulta: basta con revisar la Constitución de 2009. Correa grabó su modelo en Montecristi. Y ahora, nueve años después, ese mismo país ha tenido que inventarse una consulta, sacarse de la manga un Consejo de Participación Ciudadana Transitorio para tratar de deshacer el brodio que resultó de aquello que se imprimió, no en piedra sino en papel. Y en millones de ejemplares.
Dahik quisiera que la democracia fuera predecible. Y no, no lo es. Tras Barak Obama vino este ser incalificable de Donald Trump. Guayaquil tuvo administraciones nefastas antes de los socialcristianos. Pero puede tenerlas mucho mejores que las de Febres Cordero y Nebot. Ese es el trabajo al que debe aspirar un demócrata como Dahik: no hacer homenajes disfrazados a Nebot pretendiendo amarrar una ciudad a un modelo que debe ser analizado y, por supuesto, mejorado. Incluso por sucesores del propio partido de Nebot.
Los socialcristianos no son los únicos políticos en el mundo que han tenido el poder durante tantos años en una ciudad. Se pueden ver ejemplos en Francia, en Marsella o en Lille, con alcaldes como Gaston Deferre o Pierre Mauroy. Deferre estuvo 33 años en el cargo y Mauroy 28 años, por su supuesta buena gestión. A nadie, en el Partido Socialista francés, se le ocurrió grabar en piedra nada. Dahik no apuesta a los ciudadanos, no los trata como gente adulta. Porque solo a los seguidores de los mesías se les ocurre grabar en piedra sus mandamientos o sus acciones y (pretender) parar la dinámica, volátil por cierto, de la democracia.
Ojalá Nebot, que ya está pensando en la Presidencia, piense con sinceridad -como dijo- esa propuesta ocurrida y la descarte. La democracia necesita ciudadanos maduros y críticos; no mandamientos grabados en piedra. Con la Constitución basta.
Foto: Diario El Universo
Alberto, el arquitecto del desastre financiero del año 99, Jaime quien sepultó la economía con el famoso impuesto a la circulación de capitales. esperando la renovación de l clase politica. ni los diez años pasados ni los 10 anteriores a estos por favor
Muy bien, retiro mis palabras de cesura
Lastima, otra cesura del analisis sobre los reyes magos.
Guayaquil venia de una descomposición social y sobre todo política…después de semejante época hacer obras tan básicas que para otras ciudades al nivel de Guayaquil se daban por descontadas como es agua potable, alcantarillado, recolección de basura o pavimentar una calle era cosa de DIOS. El modelo exitoso es un modelo donde las obras no son vistas por los habitantes de Guayaquil como una obligación del alcalde de hacerlas sino como un acto de beneficencia, un acto piadoso, un acto de infinito desprendimiento de la autoridad, donde nada de socializa, solo se impone, donde gran parte de la obra se lo hace a través de fundaciones y se hace imposible ejercer actos fiscalizadores, donde no hay instituciones sino capataces que con gritos ejercen sus funciones…Guayaquil a progresado pero no es el modelo de ciudad deseado, solo construcción y cemento no es hacer ciudad…si a Correa lo tachamos de autoritario mi pana Nebot no se queda atrás…
Sr. Santiago Fernando, con todo el respeto que ud. se merece, le digo que:
Los verdaderos Guayaquileños tienen suficiente capacidad para pensar y analizar, cuando se realiza una obra para el bien la Ciudad.
No es un acto de beneficiencia, piadoso, etc. porque el dinero es de la Ciudad, no del Alcalde.
Tengo entendido, que toda obra hecha por el municipio, fundaciones o instituciones, es fiscalizada en forma cruzada por organismos independientes.
Dirigir una Ciudad compleja como Guayaquil, requiere fuerza de voluntad y energía.
El progreso de una Ciudad nunca se detiene, por eso con la ayuda de sus ciudadanos, Deben buscar nuevas formas de progresar. nunca retroceder, es lo que desean todos los Guayaquileños.
Realmente una tonteria la propuesta del Sr Dahick , que mas suena a alabanza innecesaria . Los ciudadanos somos los que tenemos que elegir bien a nuestras autoridades y luego velar que se haga un trabajo honesto y responsable , eso es todo . Lo demas pura y llana demagogia.
Toda ciudad Grande tiene muchos problemas, y mucho más si es un Puerto importante. Estamos de acuerdo que este modelo de gestión administrativa, es un éxito en Guayaquil y los Ecuatorianos de Buena fe lo apoyamos. El dinero Público es y debe ser sagrado, solamente debe ser utilizado en obras que beneficien a la Ciudad. No gastos en empleados innecesarios, debe ser la regla. El Pueblo, como dueño de su destino, tiene derecho a expresarse.
No se trata de esculpir en piedra. Se trata de preservar un trabajo muy bien realizado en Guayaquil y prevenir cualquier horda de políticos regresen o vengan a politizar y destruir.
El futuro de Guayaquil es demasiado valioso como para tomar riesgos : ” podría venir alguien más capacitado …”
Comparar la popularidad de Nebot, ganada con una gran gestión con resultados visibles y palpables, con la popularidad inicial de Correa, fruto de tremendos ingresos petroleros, pese a la advertencia de economistas muy calificados de que la bonanza del precio del petróleo no sería eterna. Su respuesta fue ” yo soy economista, los demás son CONTADORES ” el resultado es UN PAIS EN QUIEBRA.
No creo que debamos confiar en que el pueblo no volverá a equivocarse.
Una gran masa electora gusta del espectáculo tarimero, en cuanto se deleiten con cantos y movimientos tipo gay, se olvidarán que el futuro de su ciudad, o del país está en sus manos.
Estoy seguro que no vamos a ver a Nebot cantando y bailando con gestos raros.
Pero si veo ya algunos pre candidatos a la alcaldía que son Rositas, o están ” rozando”.
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De acuerdo, no a la consulta, innecesaria, peligrosa. Pero hay que admitirlo; cómo ha cambiado para bien Guayaquil en los últimos 20 años. Falta un mundo por hacer, es cierto. Pero hay que reconocer el buen trabajo, verdad?