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La difamación fue el marketing de Alianza País

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La cínica simpleza, retórica y conceptual, de la presidenta de la Asamblea, muestra la hondura ética a la que arrastró el correísmo y sus adláteres, la política y las relaciones entre el gobierno y la oposición que éramos, ante Correa, todos los que no aplaudimos sus torpezas, errores, abusos y corrupción. Así es la política, dijo la señora Cabezas, para justificar y excusar la difamación y pisotear con crueldad la honra ajena, como armas legítimas de una campaña electoral, según dijo. Correa y sus mercenarios de la publicidad fueron inmisericordes para acabar con sus oponentes. Pero parece que su conversión en detractora de Correa hace que olvide que Moreno, en su campaña electoral, repitió con la misma intensidad y sin reparo o escrúpulo, las mismas mentiras y agresiones contra su contenedor electoral, Guillermo Lasso.

Moreno descubrió que Correa es una lacra. Y ha sentido lo que es capaz de proferir la lengua venenosa de su antiguo amigo. Los desertores del correísmo, que se cobijan en Moreno, han sentido la virulencia y las bascosidades que escupen sus anteriores amigos. Sin duda, once años luego, entenderán lo que significó para políticos, periodistas, dirigentes sociales, y para sus familias, que un resentido social con poder degrade la dignidad humana de sus críticos.

Pero los daños no terminan en los daños subjetivos. Esas formas nocivas y destructivas expresaron, en el fondo, la intolerancia y  desconocimiento de la existencia de la oposición y de su rol en la dinámica de una democracia. En los modelos totalitarios quienes gobiernan son hegemónicos, no hay contienda, debate, confrontación. Correa sepultó el rol de la oposición, secuestró el poder y bloqueó cualquier forma institucional para mantener el equilibrio. Difamar opositores fue parte de las malas artes de Correa para preservar el poder. No era solamente, como sonsamente dice la presidente de la Asamblea, marketing político. Era evidencia del autoritarismo.

Al arribo de Moreno, no obstante su tenacidad en sepultar a Correa, la apertura al diálogo no fue una convocatoria amplia, incluyente a todas las fuerzas políticas. Moreno planteó exclusiones que, vistas las cifras y resultados electorales, significaba dejar por fuera a la mitad de los electores que votaron por la alternativa de la derecha. Una verdadera apertura, para salir de esa dinámica moralmente corrupta del correísmo, no ha sido explícita, como tampoco lo ha sido la decisión de desbaratar la estructura autoritaria, que es el complemento a las formas miserables de difamar opositores para negarles derecho de opinar.

La señora Cabezas, correísta antigua y morenista emergente, sostiene que se trata de “un nuevo momento político”.  Pensando, supongo, que los cambios suscitados sobran y bastan y que, en consecuencia, hay que olvidarse de lo sucedido, borrar de sus historias de vida sus roles infames en el correísmo.  Tal vez presumen que es suficiente haber actuado contra Correa, luego de que la realidad de la corrupción de su gobierno les cayó encima y que era inevitable denunciarla y perseguirla. Moreno, según dicen, conocía de la corrupción de Glas, pero así lo incluyó como binomio. Luego de las investigaciones en Brasil, socaparle fue imposible. Igualmente la presión social, por el hartazgo del correísmo, llevó a Moreno a proponer una salida, una forma de reducir la ebullición, mediante la consulta popular. La simpleza que caracteriza a nuestras élites, ha llevado a concluir la elementalidad, de que todo se debe a la espontánea voluntad de Moreno, desconociendo las condiciones objetivas que empujaron esa decisión. De allí la postura de haberse acomodado a lo mínimo conseguible. Suficiente con haber confinado a Correa a un ático y a nombrar un ministro de Economía de fuera de AP.

Esas mismas condiciones objetivas, del estado de la economía, del rol estatal y el tamaño de la burocracia, del ejercicio de las libertades y de una estructura constitucional y legal contraria al concepto de República, deben conducir a elevar la vara. A exigir a Moreno consecuencia integral con sus propias denuncias sobre el carácter del régimen al que sirvió y del que hizo apología. Esa es tarea de la oposición: expresar lo que parece ser la demanda de una gran porción de ecuatorianos. Correa denigró a esa oposición. Y también Moreno en la campaña. Para calificar este de “un nuevo momento político”, Moreno y su entorno deben empezar por excusarse por haber repetido el discurso infamante de la propaganda correísta, asumir sus culpas y expiarlas. La difamación es difamación, no importa la hipócrita máscara con la que la quieren adornar, como llamarla marketing político.

Diego Ordóñez es abogado.

8 Comments

  1. No existen diferencias entre Correa y Moreno. Caminaron juntos durante diez años. Usufructuaron juntos del erario nacional, por llamarlo delicadamente. Y lo siguen haciendo. Y los seguidores ubicados en una u otra ala solamente se diferencian por la altura del tono de los insultos que ahora se lanzan entre ellos. La calidad moral de los convivientes de ésos diez años sale a la luz cuando se pelean las comadres que trabajaban entre la 17 y la 19. El país los va ubicando como miembros de la gran banda que asoló lo que se conoce como Ecuador y que no es más que 14 millones de bobos en manos de doscientos pillos.

  2. El color verde flex esta y estará entre nosotros hasta el 2021, realmente allí es cuando todos serán juzgados de sus fechorías incluyendo los “paquetes”morenistas y con el máximo jefe el ilegítimo presidente del Ecuador…paciencia,y caerán!!!

  3. Un comentario acertado de Diego Ordoñez.Las declaraciones de Elizabeth Cabezas del nuevo momento politico del pais decir que es parte del marqueting es una salida cinica y vergonzante para la mayoria de ecuatorianos que no estuvimos de acuerdo en la forma y en el fondo de como se abuso del poder para perseguir,criminalizar la protesta social,desapariciones forzadas,crimenes de lesa humanidad,corrupcion,saqueo de los dineros publicos.Esa Asamblea no representa a nadie, es mas una chanchera no huele tan fetido,a putrefacto.Todos esos asambleistas llamense correistas y morenistas usurpan el poder y son producto de un fraude.

  4. Completamente de acuerdo con sus expresiones, señor Ordóñez. Este es un gobierno con rabos de paja por todo lado y a todo nivel. Lo poco que se va descubriendo es gracias a la perseverancia de algunos periodistas, afectados -como la señora viuda del general Gabela o el señor Balda que no es santo de mi devoción- y al carácter internacional de ciertos negociados con coimas de por medio. Bien sabido es que “entre bomberos no se pisan las mangueras” por lo que chantaje contra chantaje la omertá se mantiene entre las mafias correístas y morenistas. Lo que duele es que entre el pueblo llano al que no se le puede acusar de haberse enriquecido durante la oscurísima y larguísima noche en la que reinó Carlitos -es decir que no es que le defienden por conveniencia- hay gente que por ignorancia supina (El DRAE define la ignorancia como “la falta de ciencia, de letras y noticias, general o particular”, y la adjetiva de supina para describir a esa ignorancia que “procede de negligencia en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse”.) sigue con la tonta cantaleta del “mejor presidente”.

  5. Mas claro no canta el gallo, sin embargo el daño producido es incomensurable y no puede
    ni debe quedar impoluto, la verguenza de haber sido golpeados por una caterva de sinverguenzas tiene su precio y deben pagarlo, ahora, mañana y siempre

  6. Hoy se va descubriendo como de la Política hacen politiquería, hablar de “Marketing político”, creo que es haber caído en la bajesa mas absurda, tratando de desprestigiar a las personas Honorables, como en el caso de Guillermo Lasso, a quien nunca pudieron enrolarle en el Feriado Bancario ya que no pudieron demostrar, como si lo hicieron con Filanbanco, De los Andes, De prestamos, etc.

  7. Perfecto su análisis de los “nuevos amos del correismo ” Diego; mi teoría es que no hay correistas y morenistas, lo que hay son correistas y oportunistas, como la presidenta de la Asamblea, digna representante de la impudicia verde que domina ya 11 años el espectro político del país.
    Estas ratas correistas creen que con el falso discurso del ilegítimo presidente del Ecuador, sobre el llamado al diálogo y más basura por el estilo, es suficiente para virar la página, olvidar su oscuro pasado y hacernos creer que aquí se ha roto una taza y cada quien para su casa, sin darse cuenta que son abortos de la misma porquería aliancista (o eso quieren dar a entender) y están hundidos en ella hasta el cuello desde el licenciado para abajo.
    Lo que si es seguro, pase lo que pase con el mafioso Moreno, es que tenemos la pertinencia verde sobre nuestras cabezas hasta el 2021, cuando Lasso asuma la presidencia.

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