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Consejo de la Judicatura: hacemos de la corrupción una práctica diaria

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Nuevos escándalos de corrupción sobrecogen al Consejo de la Judicatura. En esta ocasión no se trata de denuncias por el sistema integrado de compra de sentencias en casos entre particulares ni tampoco del develamiento de amenazas e intimidaciones para orientar los fallos en los que tenían intereses los secuaces de Carondelet. Ahora se habla de sobreprecios en la construcción de faraónicos inmuebles para el funcionamiento de juzgados y tribunales. Si la Revolución Ciudadana se jactaba de tener carreteras, el Consejo de la Judicatura hacía lo propio respecto a los famosos complejos judiciales. Carreteras sin libertades en el primer caso, edificios sin justicia en el segundo. En los dos escenarios, prepotencia y mal uso de recursos públicos. En uno y otro, el país perdiendo millones de millones de dólares.

Pero el latrocinio al que nos sometieron los cinco del slogan “hacemos de la corrupción una práctica diaria” y el trío que hicieron parte del período de transición no sólo alcanzó a los obscuros contratos que ahora reposan en la Contraloría y que los conoce también la Fiscalía. Indudablemente que no. Si se atraca al Estado hay que hacerlo bien, seguramente pensaban. Por ello, también se fraguaron consultorías millonarias, con términos de referencia extraños y en plazos de ejecución poco creíbles. Amigos, agnados y cognados de los adalides de la justicia están envueltos en la pestilencia judicial. Los nombres de actores y actrices de este espectáculo constan en la página web del Consejo de la Judicatura. Visítela y entérese de cómo las mentes lúcidas, manos limpias y corazones ardientes se llevaron el dinero de los ecuatorianos.

Sin embargo, no faltarán los que sostienen que nuestros gobernantes siempre han robado y que los socialistas del siglo XXI, al menos, algo hicieron. Tenemos edificios pintados y las salas de espera son aireadas y con sillas cómodas, dirán. Aunque en algunos casos esas mejoras podrían estar presentes, lo de fondo es que se han hecho a costa del deterioro de la ética pública. No puede haber acto más bajo y desleal con el país que la defensa de los actos de corrupción anteponiendo la generación de infraestructura. Si realmente tenemos la intención de luchar por la transparencia en el manejo de los recursos del Estado, ese tipo de razonamiento debe ser siempre repudiado. La obra pública no es una dádiva de los gobernantes, es parte de sus obligaciones y da cuenta del cumplimiento de su deber cívico.

Lo mencionado apenas describe el triste epílogo del Consejo de la Judicatura altivo y soberano. Primero, denunciado por interferir burdamente en los litigios en los que se debía defender a ultranza el “proyecto”. El 30-S y los abusos que allí se cometieron son sólo una muestra de la violación a la independencia judicial. Después, tachado por el Dr. Juan Pablo Albán por organizar una suerte de Senain paralela para controlar y persuadir a los jueces. Finalmente, expuesto públicamente por escándalos de mal manejo de recursos públicos en la construcción de infraestructura para el Poder Judicial. Si bien el Consejo de la Judicatura no ha sido una institución referencial en la democracia ecuatoriana, ahora más que nunca es tan bien traído el slogan que le dio vida a esa entidad durante los últimos años: “hicieron de la corrupción una práctica diaria”.

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Ojalá que la fiscalía y los jueces den el trámite que corresponde al torbellino de denuncias presentadas y que están por presentarse en contra del Consejo de la Judicatura, tanto en su versión de a tres como en la corregida y aumentada de a cinco. Ojalá la opinión pública siga de cerca el curso de las investigaciones y haga fuerza porque sean sancionados los responsables de los atracos al Estado ecuatoriano. Ojalá dejemos, de una vez por todas, esa infame justificación de los actos de corrupción a guisa de tener carreteras o, como en el caso de los que hicieron de la corrupción una práctica diaria, edificios bien ubicados y adornados hasta su último adoquín con sobreprecios e irregularidades.

Santiago Basabe es académico de la Flacso.

5 Comments

  1. Les resulto grande el,puesto. No hay un remeson en los cientos de sentencias espureas de un sistema corrupto.,todos siguen alli. Merlo debe renunciar ya que ni los que le nombraron estan de acuerdo

  2. Es hora de publicar datos precisos de todos los jueces o juezas que han manipulado la justicia. Ya necesitamos nombres, relaciones personales, micro redes. Tiempo de recordar las contundentes investigaciones de periodismo de profundidad. Convoque al estilo vanguardia de vuelta o inventen uno propio. Es el momento.

  3. Mi querido Santiago esa practicas lamentablemente continuan, los vocales transitorios, desperdiciaron la oportunidad de hacer un Antes/Despues en ese Consejo tan venido a menos. Nombraron como delegados a viejos personajes quienes a su vez trajeron personas conocidas por ser los maestros de dudosas practicas. Estan investigando y auditando los contratos anteriores, ENHORABUENA y quienes vigilan o supervisan los contratos que estan por firmar?

  4. Un secreto a voces que usted bien describe. ..los ovejunos siempre dirán :” robaron pero hay carreteras “, no tienen ningún argumento para defender lo indefendible, que es la corrupción y su banda, con jefe incluido….

  5. Impudicia en grado sumo. Y los muy patéticos siguen defendiendo lo indefendible. Paren ese país que yo me bajo. Mis alegrías y esperanzas están en la buena gente, en la bendecida naturaleza y en nada mas.

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