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Recordando ESE treinta

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EL mundo en que vivimos se mueve hoy por lógicas distintas de comunicación. Las redes sociales y los videos nos abren un mundo ilimitado de conocimiento, de experiencias o de vivencias. Ahora vivimos a través de lo que nos dicen los influencers, opinamos y nos informamos a través de las redes. Pero la parte fea de la historia es que todas estas bondades pueden ser son manejadas por  inecrupulosos y pueden convertirse en verdaderas estrategias de sometimiento colectivo; en armas implacables de mentira.

Vivir  bajo  un estado de propaganda, acarrea consecuencias que pasan factura a la calidad democrática de las naciones porque sume a los ciudadanos, que viven dentro de esa política de Estado, en una ficción que los aleja de los hechos reales y les impide apreciarlos desde el lente transparente de la verdad.

Los ecuatorianos tenemos mucho que contar respecto a ese fenómeno. La opulencia económica que tuvimos, derivada del boom petrolero del que gozamos, también fue usada para construir una estructura estatal de comunicación direccionada a edificar verdades, elaborar relatos, construir monstruos a los que se debía temer, desprestigiar enemigos y  reescribir la historia.

Diariamente circularon piezas comunicacionales elaboradas con las más sofisticadas tecnologías visuales que nos fueron mostrando verdades estatales que buscaban cambiar la historia y que promovieron, pagados con nuestra plata, violencia política y polarización entre los ecuatorianos. La más patética y cruel de todas esas piezas fue el incidente de ese 30 de Septiembre que fue utilizado, manipulado y manoseado políticamente por ese Estado de propaganda.

Recordar los hechos de aquel fatídico día, a muchos nos provoca no solo indignación sino dolor porque hasta hoy no comprendemos cómo pudimos los ecuatorianos ser utilizados y engañados para cumplir una agenda oprobiosa de posicionamiento político, que necesitaba de un hecho de esa magnitud, para radicalizar su propuesta antidemocrática.

Ese 30 de septiembre no puede morir en nuestra memoria. Debe servirnos como punto de partida para replantearnos como país qué es lo que no queremos repetir en nuestra historia, y sobre qué prácticas debemos reconstruir el Ecuador. Para ello amerita elaborar una ayuda memoria de lo que ese evento significó, y de los derechos ciudadanos que fueron violados.

Ese 30 los ecuatorianos fuimos despojados del derecho más básico que tienen los ciudadanos cotidianamente, no se diga en momentos de conmoción. Nuestro derecho de acceso a la información fue coartado en su totalidad, al impedirse a los medios de comunicación independientes ejercer su labor periodística básica que era informar.

En democracia, no pueden tomarse medidas arbitrarias sobre el ejercicio del derecho a la libertar de prensa y establecer únicamente al canal oficial como el autorizado para informar. Sin embargo durante días los ciudadanos no tuvimos la posibilidad de contrastar ninguna  información y, por el contrario, asistimos a un despliegue de puntos de vista y opiniones que sostenían únicamente la versión oficial y no permitían visiones de disenso.

Ese 30, tuvimos un “secuestrado” único en su especie, que recibía visitas, hacía llamadas telefónicas, daba órdenes y además se refugió en un hospital, poniendo en riesgo la integridad de quienes se encontraban en él. Ese 30, falleció Froilán Jiménez ante las cámaras oficiales, en vivo, y más de una treintena de policías fueron acusados de magnicidio, mientras en Carondelet, desde una tarima se motivaba a que la ciudadanía se movilice a rescatar al cautivo, se adelantaban los nombres de los supuestos autores, cómplices y encubridores, que más temprano que tarde fueron encausados judicialmente. Todos ellos ahora fueron declarados inocentes.

La maquinaria comunicacional, hasta creó un personaje que fue presentado a los ciudadanos como real. La famosa Megan que encarnaba el nacimiento de la nueva Patria. Al final  también eso fue una mentira.

Necesitamos reconstruir un país sobre verdades; un país donde la justicia se aplique basándose en hechos ciertos y no sobre falacias y posverdad. Debemos comprometernos como ciudadanos a luchar por un Estado de derecho para que ESE treinta no vuelva nunca más.

Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.

2 Comments

  1. EL 30 s PATENTADO POR LA LOCA DEL ÁTICO , ES EL MAS CLARO EJEMPLO DE QUE LA ESTUPIDEZ HUMANA NO TIENE LIMITE Y QUE EL NARCISISMO ES UN TERRIBLE TRASTORNO PARA QUIEN LO POSEE (CORREA).

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