Más allá de los acuerdos en torno a proponer una consulta popular que termine con el intrascendente Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), en el plano político la coyuntura coloca al Presidente Moreno frente a la necesidad de tomar dos decisiones clave. Por un lado, reordenar la lista de sus aliados y actores políticos de mayor cercanía; y, por otro lado, proponer el escenario en el que el gobierno quisiera orientar sus actuaciones en el mediano plazo. En otras palabras, el Presidente Moreno deberá decidir con quién gobierna y cuál es el libreto a seguir en el tiempo que le resta en funciones. Ninguna de las dos son cuestiones fáciles de resolver pero es indispensable que el gobierno tome una posición clara. Cierto es que la firmeza no ha sido el principal atributo del Presidente Moreno pero hay momentos políticos en los que es ineludible tomar partido por algo y por alguien.
En el plano de los actores, la vicepresidenta Vicuña y la titular de la Asamblea Nacional han dado ya algunas señales de los senderos por los que caminan. La primera puso en duda la constitucionalidad de la decisión del Consejo Transitorio de cesar en funciones a la Corte Constitucional. La segunda insinuó que la posibilidad de eliminar al CPCCS debería pasar vía asamblea constituyente y no por consulta popular. En los dos casos el mensaje es claro: los diez años de Revolución Ciudadana siguen vigentes y hay actores políticos cuya agenda viene dada desde el ático de Bruselas. Aunque este doble juego lo conoce perfectamente el Presidente Moreno, el paso del tiempo lo coloca ante la necesidad de tomar distancias más claras y abiertas respecto al ala correísta con la que gobierna. Las encuestas le favorecen cada vez menos y, por tanto, es necesario asumir medidas inmediatas.
Por ejemplo, una alternativa para el gobierno sería rodearse en mayor medida de actores independientes de vínculos políticos, cuya credibilidad pública y capital social le permitan amainar las críticas que se podrían venir de parte de los desplazados. A la par, acercarse de forma más abierta a Democracia SI y muñequear mejor con el Partido Social Cristiano, de cara a ceder sin claudicar, mantendrían los equilibrios al interior de Carondelet. Para capear el temporal adverso con la vicepresidenta, basta con limitarle los campos de acción y reducir su radio de influencia en lo local. Respecto a la presidenta de la Asamblea Nacional, una vía de escape sería recurrir a otros interlocutores para tornar fluida la relación ejecutivo-legislativo. Al final, allí es menos intenso el trabajo que se tiene que hacer pues con ese manantial de escándalos, de los que doña Sofía y doña Norma son solamente una muestra, la Asamblea Nacional por sí sola camina a incrementar su desprestigio y acaso a terminar anticipadamente sus labores.
Así, con el reordenamiento de los actores cercanos al poder, la otra tarea que ya no puede esperar más es la definición de los objetivos del Presidente Moreno en el tiempo que le queda por delante. Constituirse en un gobierno de transición es una opción, quizás la más factible. Ello implica un programa de ajuste económico que vaya más allá de lo poco que hasta ahora se ha anunciado y ejecutado. En lo político, una propuesta de reforma electoral, luego de las seccionales de 2019, y que implique eliminar los micro movimientos políticos y las listas abiertas, darían cuenta de un período presidencial que sentó las bases para un sistema de partidos más estable. Ser definido como un gobierno de transición, eficiente, y que pudo poner en mediano orden el descalabro de la década pasada, no es tarea fácil. Lograrlo, por tanto, colocaría en buen predicamento el nombre del Presidente Moreno ante las generaciones futuras.
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Al menos en el plano político, el país podrá ver muy pronto si se han tomado decisiones orientadas al cambio en la correlación de fuerzas. En efecto, la presentación de los comisionados del Ejecutivo para la designación de la Corte Constitucional y posteriormente las ternas de candidatos a dicho tribunal, darán una idea clara de si el Presidente Moreno insiste en gobernar como lo ha venido haciendo hasta la fecha o si el cambio está entre sus prioridades. Por el bien del país se espera que en el envío de esos nombres se encuentre una señal clara de rearticulación de las coaliciones gubernamentales. Ese movimiento estratégico no sólo dará un respiro al Ejecutivo sino que ayudará a recuperar en alguna medida la alicaída aceptación popular del Presidente Moreno. “Wait and see”, dirían los expertos en riesgo económico.
Santiago Basabe es académico de la Flacso