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Educación y desarrollo entre Ecuador y la OCDE

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El Gobierno ecuatoriano anunció su intención de solicitar el ingreso del país a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), núcleo de 37 países entre los que se encuentran los más ricos del mundo. Saludable propósito que demandará transitar un camino de adopción de ciertas prácticas sanas que conducen al progreso de las naciones. Esta organización ha realizado un profundo escrutinio de los fundamentos del desarrollo de los países avanzados, o que se encuentran en esa dirección; búsqueda que encuentra en la educación un pilar fundamental.

Portugal, uno de los países más pobres de la OCDE, presenta notables avances educativos en los últimos años. Durante 50 años su desarrollo educativo ha ido más allá de las escuelas, con grandes esfuerzos por cambiar el estatus socioeconómico y cultural de su población y énfasis en los sectores de menores ingresos. Invirtió en las madres y niños menores de 5 años y en 1970 universalizó la educación. En 41 % aumentó el porcentaje de madres que completó la educación secundaria, pues, el indicador que más influye en el rendimiento escolar es la educación de la madre. La mortalidad infantil en menores de 5 años se redujo 94 % desde 1970.  Portugal entendió que una mejor educación es signo de mayor cohesión social y producto de la organización de toda la sociedad.

Estonia, un pequeño país de 1.3 millones de habitantes y un PIB por habitante de 20.000 dólares, en las pruebas PISA está solo detrás de Singapur y Japón. Su éxito educativo se sostiene en una educación valorada por la sociedad, el acceso universal y gratuito a la educación y una amplia autonomía de profesores y escuelas. El Estado invierte el 6 por ciento del PIB en educación, mediante inversiones en salarios de los maestros, red de escuelas e infraestructura digital. El salario base de los maestros es de 1.330 dólares. Para Estonia es clave un acuerdo de la sociedad en torno a la necesidad de una educación de calidad.

Singapur, en 1965 se independizó con un legado de pobreza, analfabetismo y sin recursos naturales. Su visión de país para desarrollarse fue invertir en su pueblo, su único recurso nacional. Hoy, es una potencia educativa y económica, ocupa el primer lugar en las pruebas PISA aplicadas por la OCDE en 75 países. La carrera por una buena y exigente educación empieza a los dos años, con el sacrificio de los padres que llegan a pagar hasta $1.000 al mes por clases particulares. El bien más preciado es ingresar a las escuelas de élite y buenas universidades. Los maestros tienen un elevado estatus y sueldos mensuales iniciales entre $1.800 y $3.300, más bonos por desempeño y otros beneficios. El 20 por ciento del presupuesto del Estado se asigna a educación, tecnología, laboratorios y excelentes libros.

Finlandia, conoció el asfalto en la década de 1920 y hasta principios del siglo XX la pobreza era su paisaje y predominaba una economía agraria. Los primeros 14 km de autopista se inauguraron en 1963. Este país se transformó en una economía sofisticada y altamente industrializada, mediante un conjunto de políticas educativas y sociales iniciadas en los años 70s e impulsadas en los años 90s. Para Finlandia una educación pública de alta calidad no es el resultado sólo de políticas educativas por sí solas, sino también de políticas sociales. El Estado de bienestar social finlandés es crucial para el éxito del modelo, el cual brinda iguales oportunidades. Un hijo de un empresario estudia junto al hijo de un obrero. Son pilares de la educación de excelencia de Finlandia la educación obligatoria en primaria y media, la valoración sin precedentes del profesor, la amplia autonomía para tomar decisiones en las escuelas y el buen sueldo de los maestros. La educación es un bien público y la inversión en educación es un motor central del desarrollo económico y reducción de la pobreza. El Estado de bienestar se financia con una alta carga tributaria del 51,6 por ciento del PIB.

Los factores comunes al desarrollo con una educación de calidad, en países como Japón, Singapur, Estonia, Finlandia, China, Alemania, Portugal y otros, constituyen las estrictas pruebas de admisión y el reclutamiento de los mejores alumnos, la alta valoración y formación de los maestros con experiencias práctica, planes de carrera docente y buenos salarios, la educación como reto y la formación continua.

Según el INEC, en Ecuador, el 44 por ciento de la población con empleo, apenas tiene educación básica y educación media el 31 por ciento. Un alto porcentaje de subempleados y otras categorías precarias, no tienen instrucción o tienen educación primaria. Alrededor del 13 por ciento de las madres tienen primaria incompleta o ninguna escolaridad y el 29 por ciento tienen primaria completa. Casi el 50 por ciento de 1.1 millones de jefes de hogar dirigidos por mujeres y de 2.7 millones de jefes de hogar varones, tan sólo tienen educación básica.

Con el citado panorama educativo nacional el Ecuador no podrá alcanzar el desarrollo, el cual evidencia, en gran medida, las distancias con los países desarrollados. Una educación de calidad para el progreso, demanda su consideración de bien público consensuado por toda la sociedad. El punto de partida exige el uso eficiente de los recursos asignados a la educación, que alcanzan el 5,2 por ciento del PIB, de los cuales cerca de $4.000 millones se destinan al pago de sueldos, con inclusión de las universidades, lo cual representa el 37 por ciento de la masa salarial pública. En el futuro, privilegiar la educación y otros sectores sociales, sólo será posible en un marco de equilibrio y sostenibilidad de las cuentas públicas, acompañado de un sólido entorno económico atractivo para atraer inversiones. Será un proceso de largo plazo que parta de otra visión de Estado, que promueva la complementariedad: educación de calidad en las aulas y en el trabajo-producción-prosperidad, preservando sin descanso la estabilidad económica y fiscal.

Jaime Carrera es economista.

1 Comment

  1. Muy interesante tu artículo, es indudable que sin un sistema educativo eficiente, un país no tendrá desarrollo. Sin embargo, se corre el riesgo de caer en el mal entendido ranking de los países con el mejor sistema educativo que son clasificados únicamente con los resultados de pruebas estandarizadas, es necesario recalcar que Singapur y Finlandia han manifestado su intensión de ya no participar en las pruebas PISA.

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