El informe de Coca Codo Sinclair es lacerante para el país. Esa obra fue prevista en el gobierno de Rafael Correa con un costo de 2245 millones y debía entrar en funcionamiento en febrero de 2016. Ahora se sabe que ni ese es su costo ni el gobierno de Moreno ha podido recibirla porque desde hace años se sabe que está mal construida. Este miércoles 14, la Contraloría hizo saber, en un informe preliminar, que Coca Codo tiene 7648 fisuras que, en algún caso muta a tronera pues mide 38 centímetros. Reparar esto costará 1010 millones de dólares.
Según Carlos Pérez, ministro de Hidrocarburos, el gobierno ya contrató una empresa alemana que vendrá en diciembre, para evaluar la hidroeléctrica. Si tiene reparación, ellos dirán las soluciones que deben ser implementadas. ¿Y si no tiene reparación? En Teleamazonas el Ministro consignó esta mañana una honda preocupación ya que dijo que se han hecho reparaciones en los años pasados y vuelven a repetirse las fallas.
Coca Codo es la expresión de algunos mitos de la vieja izquierda que Rafael Correa creyó llevar a buen puerto. El principal es sacar a los Estados Unidos de su radar. Nada quería con “el imperialismo gringo”. Los chinos fueron el interlocutor de Chávez; un interlocutor ideal para hacer negocios torcidos y oscuros. Ese cambio en la relación geopolítica no obedeció, entonces, a meras consideraciones supuestamente ideológicas. Se hicieron negocios truchos. Se escondieron bajo cláusulas de confidencialidad las condiciones de los contratos y los empréstitos. Y el país no ha evaluado lo que significó ese cambio que convirtió a la China en el principal prestamista del Ecuador. Y a Ecuador en un país dependiente del nuevo imperialismo mundial.
Correa, bajo el velo antiimperialista, contrajo deudas a tasas prohibitivas, aceptó obras llave en mano que los chinos incluyeron como parte de sus prestamos, socapó el maltrato a ecuatorianos por parte de operadores chinos y, finalmente, aceptó obras mal hechas, chambonas, como la Plataforma Gubernamental o Coca Codo Sinclair. El país paga de esta forma la factura (y esas cuentas llegarán poco a poco) de la supuesta actitud soberana de los revolucionarios de las manos limpias y los corazones ardientes.
Ahora el gobierno de Lenín Moreno tiene un problema doble: tiene que recibir la obra considerada emblemática por el correísmo de parte de un gobierno que tiene que ser auditada por un tercero: en este caso una empresa alemana. Ese gobierno tiene que transparentar ese informe a la nación. Ecuador necesita saber si Coca Codo Sinclair es reparable, cuánto cuesta y que la China asuma todos los costos: es decir, la reparación (o la puesta fuera de servicio) de esa central hidroeléctrica; el costo cesante y el costo que implicaría para el país tener que prescindir de esa hidroeléctrica.
Por otro lado, este problema condiciona el viaje del Presidente de la República a China en diciembre. La China cuenta con arreglar este impasse prevalida de que el gobierno ha anunciado que, en su agenda, existe la intención de pedirle nuevos prestamos. Pero este problema es, por su volumen económico y las implicaciones que tiene para el país en el campo eléctrico, un dilema que el gobierno no puede soslayar. Recibir una obra en mal estado o sin las garantías que se imponen en este caso por parte del gobierno chino, se podría convertir en una bomba de tiempo para este o para los gobiernos que vengan. El ministro Pérez habla de una garantía de 10 años. Siempre y cuando la empresa alemana audite todo el proceso: la reparación y haga el seguimiento debido.
Y aún en ese caso, el gobierno no puede solicitar nuevos empréstitos que estén condicionados a nuevas obras por parte de los chinos. La alerta desesperada que lanza el caso de Coca Codo Sinclair debería cerrar el capítulo de contratos con los chinos: si un dólar pagado a la China es igual a un dólar pagado a otros países serios (como Alemania o Estados Unidos), lo mejor es abstenerse de hacer negocios con empresas chambonas que no son transparentes, sus operadores lastiman la mano de obra ecuatoriana, les importa poco el medio ambiente y hasta ahora, ha usado su posición de poder para no asumir ni retrasos ni fallas.
El escándalo que causa Coca Codo coloca al gobierno ante un disyuntiva absurda: ir a negociar con los chinos en diciembre sin haber dirimido responsabilidades y costos. No sería nada aconsejable que el Presidente, y a través suyo el país, se trague una nueva rueda de molino diseñada por el imperio chino al que Correa decidió entregarse, y entregar al país, amarrado de pies y manos.
Foto: Presidencia de la República.
NEW YORK TIME ( Dic 24,2018)
El gobierno ecuatoriano apostó por China para una represa que ahora se resquebraja.
Se suponía que esta presa gigantesca en la selva, financiada y construida por China, comenzaría a hacer realidad las ambiciones de Ecuador: solventar sus necesidades de energía y ayudar a sacar al país de la pobreza.
En cambio, se ha vuelto parte de un escándalo nacional que envuelve al país en corrupción, cantidades peligrosas de deuda y un futuro muy ligado a China.
Casi todos los funcionarios ecuatorianos de alto nivel involucrados en la construcción de la presa se encuentran en prisión o han sido sentenciados por delitos de corrupción. Entre ellos están un exvicepresidente, un exministro de Electricidad e incluso el excontralor general del Estado que supervisaba el proyecto y aparece en una grabación hablando sobre sobornos chinos.
Encima está el costo del proyecto: cerca de 19.000 millones de dólares en préstamos chinos, no solo por esta presa —conocida como Coca Codo Sinclair— sino también por puentes, autopistas, sistemas de irrigación, escuelas, clínicas y media decena de otras represas; préstamos que el gobierno tiene problemas para pagar.
No importa si Ecuador puede costear esos proyectos: China cobrará de cualquier modo.
Para liquidar, China puede quedarse con el 80 por ciento de la exportación más valiosa de Ecuador, el petróleo, porque muchos de los contratos se liquidan con crudo y no con dólares. De hecho, China obtiene el petróleo con descuento y luego lo vende con una ganancia adicional.
Paute, Pisayambo, Agoyán, Puembo, etc. Son centrales hidroeléctricas de las que nunca escuchamos que tuvieran problemas, ni remotamente parecidos a pesar de las decenas de años de servicio, a los que tienen las nuevas construidas en el Correato. Nunca escuchamos de sobreprecios tampoco. Todas esas centrales fueron construidas antes de la década robaban esto para que se enteren algunos, que antes de Correa si había Ecuador.