La poca participación política de las mujeres en la región y en el mundo ha sido, por décadas ,uno de los temas que más ha preocupado a los defensores de derechos y activistas sociales. La presencia de mujeres no sólo como votantes sino como parte de los movimientos y partidos políticos, participando en espacios con poder de decisión, sigue en la agenda de los derechos que aún están por conquistarse totalmente. Lo ideal debería ser que podamos tener igual número de candidatas mujeres que candidatos varones.
Para que esto sea posible, es necesario que cambien varias cosas. Una de ellas es, justamente, que esta iniciativa debe partir de la decisión política de los propios partidos de incluir en su agenda de trabajo interno, la promoción, el fomento y la formación de mujeres casa adentro, a fin de que las listas que se formen para las contiendas electorales sean integradas por mujeres que hayan sido parte con anterioridad del partido, y hayan participado en la elaboración de los planes de trabajo. Esa sería la vacuna contra la cultura de ver la candidatura de las mujeres muchas veces como un recurso estético.
Otro elemento que juega un papel importante, al momento de trabajar en la eliminación de la brecha de participación femenina, sin duda es la educación. Conforme las sociedades se vuelvan más educadas, comprenderán que la marginación de la esfera política de las mujeres produce a largo plazo, prácticas, leyes y estereotipos discriminatorios hacia ellas. Seguir pensando que a las mujeres únicamente les corresponden las carteras sociales y marginarlas de espacios técnicos y económicos es un ejemplo de esos estereotipos que aún subsisten.
Tener mujeres en puestos de representación política es ventajoso, porque ayuda a los Estados a contar con la visión de ellas en la construcción de legislación y políticas públicas. Por lo tanto, los planes de gobierno, las políticas y la toma de decisiones tendrían necesariamente un componente de acciones encaminadas a mejorar su situación en varios niveles: sanitario, económico, social etc. Y eso en una visión a largo plazo ayudaría a plantearse de mejor manera y de forma integral el alivio de la pobreza, por ejemplo, que sigue siendo un mal que nos aqueja en la región.
Por fortuna parece que esto va cambiando. Ahora mismo estamos viendo cómo en los últimos meses han sucedido hechos que prometen cambiar el mapa de participación política femenina, ya que más mujeres se están postulando para elecciones en la región, lo que nos trae una brisa de esperanza porque evidencia que la igualdad de género en la legislatura está un paso más cerca: México es un ejemplo de ello.
Las recientes elecciones de mitad de mandato –que acaban de suceder en los Estados Unidos–, nos ha dado una sorpresa tan grata como inesperada. Los esfuerzos de movimientos que luchan por el fortalecimiento de las mujeres lograron animar a muchas de ellas a que se postulen. De hecho, de los 964 candidatos, 272 fueron mujeres, 215 de color y 26 de diversidad sexual.
De todas ellas, 117 fueron electas, de las cuales 42 son de color y al menos 3 son de diversidad sexual y algunas son de origen latino: aquella que con 29 años es la más joven, las representantes de Texas y la de Florida cuyo origen es ecuatoriano, entre otras. Si bien siguen constituyendo minoría, podemos decir que el Congreso en Estados Unidos hoy tiene más mujeres que nunca, además de presencia diversa.
Sin duda, una ola rosa ha inundado a Estados Unidos y promete ser una constante, volverse una marea que como fuerza silenciosa se va a ir alzando de a poco y que busca igualdad, respeto y progreso para las mujeres y las sociedades .
Esperamos que lo ocurrido en Estados Unidos se replique en Latinoamérica y también en nuestro país donde parecería, a veces, que los techos de cristal son a prueba de todo y se vuelven inalcanzables. Por eso, necesitamos fortalecer y apoyar los liderazgos femeninos –de eso no cabe duda– porque acá necesitamos nuestra propia ola rosa.
Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.
Obtener Ventaja en los concursos o en la sociedad en general solo por ser mujer, resulta ofensivo para las propias mujeres,es aceptar que no son capaces de tener méritos propios
Cuando leí el título “La ola rosa inunda Estados Unidos”, pensé que la doctora Hidalgo se iba a referir a personajes muy allegados al gobierno anterior (por eso del “círculo rosa” identificado por el ingeniero Fabricio Correa, hermano del ex Presidente), y me dije ¿será que han salido del país hacia Miami otros “perseguidos políticos” de ese círculo? Pero, si bien las primeras líneas de la crónica evidenciaron mi equívoco (no se trataba del “círculo rosa”), la crónica en sí es muy sustanciosa, pues pone en evidencia una mayor incorporación y reconocimiento del liderazgo femenino en una sociedad compleja. El hecho de que la señora Mucarsel sea Representante de uno de los distritos electorales del Estado de Florida, significa el reconocimiento de los valores característicos de la mujer ecuatoriana. Aspiremos a que esa tónica se reproduzca también en nuestro país, y deje de conformarnos esa cantinela de “nadie es profeta en su tierra”. Excelente artículo, doña Ruth.