/

Las formas irracionales de subir los salarios

lectura de 5 minutos

La  izquierda filomarxista y socialdemócrata intenta solucionar el desempleo aumentando salarios y constriñendo las condiciones de contratación laboral. Lo proponen siempre bajo la conclusión de que se trata de reducir la plusvalía del trabajo; es decir, que el dueño del capital, que extrae valor del trabajo para su bolsillo, –a eso llaman acumulación de capital– “devuelva” al trabajador parte de lo que se apropia. En esa lógica, se aumentan salarios, se justifica que el trabajador participe de utilidades (pero no sufra efecto por las pérdidas) y se sancione a la empresa con draconianas indemnizaciones cuando cesa a un trabajador, sin importar el motivo.

En la historia de las decisiones de políticas públicas y de legislación sobre relaciones laborales, este ha sido el fundamento: un acuerdo entre dirigentes laborales, con el atávico y atrasado concepto de lucha entre clases, y gobiernos atrapados en el discurso politiquero de la “política social” y la redistribución, para sacar dinero del bolsillo del explotador empresario y poner en el bolsillo del proletario explotado.

Al final de cada año, se vuelve a escenificar, con el mismo guión cansino, el reclamo de incremento de sueldos que según dicen quienes lo reclaman, debe ser suficiente para atender las necesidades del trabajador. En los diez años precedentes, el salario básico unificado fue creciendo desproporcionadamente en términos reales, porque con el sistema dolarizado no se diluye por devaluación en los costos de producción.

Es una incorrección política debatir el axioma según el cual, en relación con los incrementos de sueldos, se debe pagar en relación con las necesidades. Es arriesgado no reconocer que el trabajo es un derecho que, en contrapartida, tiene obligaciones y por eso la pesada carga de las normas de protección. Pero algún rato la dirigencia obrera cuando deje su militancia política asociada a la izquierda y asuman que el trabajo es una oportunidad que surge de la inversión y que las retribuciones salariales deben tener relación con la productividad, probablemente, en vez de discutir cómo aumentar sueldos, discutirán cómo hacer que los precios bajen, por mejores y eficientes costos de producir o importar bienes y prestar servicios.

No por error, sino porque ese es el indicador que se persigue, se mide o compara el valor del salario mínimo vital, como fundamental en la política redistributiva que defiende la izquierda filomarxista. Lo que debería importar es cuántos bienes y servicios se puede adquirir con cada dólar que se recibe como sueldo y, en consecuencia, cómo se pueden producir o importar bienes a más bajo costo y cómo se eliminan o reducen las barreras de las restricciones impuestas para la contratación laboral, de forma que los costos de contratar un trabajador sean los relativos a su productividad y no a aquellos, a los que llaman beneficios, compensaciones, indemnizaciones que encarecen producir.

Con el gobierno de Moreno, no obstante la retórica y la propaganda, se sostiene el mismo sistema impositivo creado en el correísmo. La política arancelaria es la misma: impuestos de importación altos, mecanismos para-arancelarios y restricciones a las importaciones, bloqueo a la actividad comercial y precios altos al consumidor. Se mantienen los mismos impuestos distorsivos a los consumos, que les llaman especiales, como comprar perfumes o video juegos y a la inversión como el ISD. En materia laboral las normas y políticas inspiradas en el sentido revanchista, recargan protecciones a favor del 40% de la población económicamente activa que goza de la oportunidad de tener un trabajo y que impiden expansión de la oferta de empleo para incorporar al otro 60% que sobrevive entre el desempleo y el subempleo.

Esperar que algo cambie durante el gobierno “de todos” es una quimera. Sin embargo del entusiasmo de algunos de sus ministros que anuncian efectos inexistentes de la retórica sobre el viraje hacia el mercado y la inversión privada, que en muchas veces se acompaña de la condescendencia acomodada de dirigentes gremiales, no hay viso de las reformas estructurales necesarias para la apertura comercial y al flujo de capitales si se intenta ser parte de la Alianza del Pacífico o de un TLC con Estados Unidos. Seguramente, como en todo, para salir del paso se volverá a revisar el salario básico unificado con el mismo y atávico discurseo de aumentar la capacidad de compra y, como siempre, se dejará de lado enfrentar las medidas que provoquen un aumento real de la capacidad de compra, mediante la reducción de precios, la reducción de aranceles, impuestos y sobre costos a la producción.

Diego Ordóñez es abogado y político. 

5 Comments

  1. Muy buen artículo.
    El gobierno cada año agita el avispero de la lucha de clases para ocultar que la burocracia se apropia de LA MITAD de lo producido por los trabajadores privados, y que en promedio burócratas parásitos ganan CUATRO VECES lo que se gana en sector privado.
    Es hora de dejar de lado ideas obsoletas y atrasapueblo del siglo pasado. ¿Acaso las ideas del derecho laboral de 1938 son “el fin de la historia”? ¿Están fuera de la influencia de la dialéctica, son inmunes a antítesis?
    Además que esas ideas del derecho laboral sólo benefician a un tercio de trabajadores, que son los que ganan más que el mínimo. El resto del pueblo trabaja ILEGALMENTE, la ley vuelve su trabajo ILEGAL.
    Hay que cambiar esas leyes obsoletas que NO fomentan la creación de empleo.

  2. Aun estamos esperando la oferta del Lcdo. Moreno de crear una comision especial, con asistencia de la ONU, para investigar la corrupcion/robos del gobierno anterior. Otro presidente mentiroso? Creo que es hora de que todos los ecuatorianos nos manifestemos y exijamos el cumplimiento de esta oferta.

  3. Excelente artículo. Una pregunta nada mas. Cual es el valor que agregan a la economía nacional los setecientos mil parásitos para que se repartan utilidades. Qué producen tanto vago. Que entiende por austeridad el retardado de “presidente” disculpas por el vocabulario pero pobres imbéciles acaso no saben que mientras mas cobren por no hacer nada,a los que si producimos nos alcanza menos.

  4. Muy acertado análisis y se vuelve a lo mismo que el Licenciado fue, es y será un correista comunistoide sin conocimiento de economía…nada cambiará…

  5. Una de las formas de crear el caos en la economía que Correa necesitaba para imponer la economía central mente dirigida, fue la política salarial. Incrementó el salario para quebrar al sector privado y para dejar sin sustento financiero la necesidad presupuestaria del fisco. A la fijación desorbitada de salarios sumó 300.000 nuevos empleos públicos. El actual salario está sobre-estimado como hombre/mes y no responde a la dinámica económica del País. El componente de mano de obra para producir bienes o servicios, convierte al precio de venta en inviable y colabora en la falta de competitividad. En el sector publico, está claro que la nómina de salarios de empleados, servidores y funcionarios públicos es in sostenible porque no hay ingresos para soportar un gasto corriente de esas proporciones.

Comments are closed.