La terna vicepresidencial está propuesta. Los tres nombres son tan independientes del gobierno que ni siquiera el Presidente Moreno los conoce. Tan apartadas son de la vida política y económica del país las personas nominadas que ha sido un arduo ejercicio identificar cuáles son sus destrezas y conocimiento del servicio público de cara a la necesaria asesoría que deberán brindar al Jefe de Estado. Si bien se deseaba que la terna esté integrada por ciudadanos independientes de la política activa e intereses económicos puntuales, eso no quería decir que sean desconocedores del manejo del Estado. Al final, como muchos ya lo han dicho, la terna revela la ligereza con la que el gobierno toma decisiones tan trascendentales como la de proponer, nada más y nada menos, que al segundo mandatario del país.
Más lamentable aún es que la ligereza del gobierno encuentre eco en la legislatura. Allí no hay debate político alguno sobre la pertinencia de los candidatos incluidos en la terna. Los asambleístas simplemente se limitan a contar votos y anticipar quien será el nuevo vicepresidente. Tamaña irresponsabilidad de la legislatura. Tamaña falta de compromiso con los intereses del país. Al unísono e independientemente de las bancadas, los argumentos en torno a favorecer a uno u otro de los candidatos se limitan a señalar que los conocen, que tienen estudios formales, que son personas de bien. Eso no es suficiente. Tampoco son suficientes las credenciales éticas. De hecho, allí está solamente el punto de partida para cualquiera que aspira a un cargo de representación política. Más aún si ese cargo implica llegar a ser, temporal o definitivamente, el Jefe de Estado.
Lo que la Asamblea Nacional no toma en cuenta en su trivial argumentación para designar al nuevo vicepresidente es que ellos, todos y cada uno de los que se pronuncien afirmativamente, van a ser corresponsables del gobierno en lo que resta del período. Así lo plantea la Constitución cuando señala que el presidente propone la terna y la legislatura elige al nuevo segundo mandatario. Allí hay un ejercicio de responsabilidad política compartida entre ambos poderes del Estado. Por eso es que una discusión tan insípida como la que se ha observado en la Asamblea Nacional no hace sino dejar de cuerpo entero su ausencia total de compromiso con los altos intereses del país. No es una simple designación la que deben hacer. No es un simple levantar de manos. Lo que los legisladores deberían debatir es si los nombres propuestos están en condiciones de asumir la conducción del país en un hipotético caso.
Si el país tuviera una legislatura que cumpla efectivamente su rol político de designar a un vicepresidente en función de la estabilidad institucional, lo mínimo que debería hacer es devolver la terna propuesta por el Presidente Moreno. Una Asamblea Nacional responsable debería pronunciarse en el sentido de que las tres personas, más allá de su transparencia en la esfera privada, no cumplen el perfil que se requiere para ser vicepresidente del país. Tomando una decisión de esa envergadura, la legislatura no estaría negando al Jefe de Estado su derecho a proponer la terna. Simplemente estaría haciendo conocer al Presidente Moreno que su rusticidad para manejar los asuntos del país encuentra un justo freno y contrapeso en esa arena política. Eso es pedir peras al olmo, dirán algunos.
Sin embargo, y como todo en política, la vacuidad (por decir lo menos) del Presidente Moreno al elaborar su terna vicepresidencial pronto le pasará factura.
Los que ahora le van a dar los votos sin discusión alguna, mañana rehuirán las responsabilidades que están adquiriendo y criticarán con mayor fuerza al gobierno y si es necesario a quien ellos mismos elegirán como segundo mandatario. Esa ha sido su lógica para operar políticamente desde hace varias décadas y no van a cambiar hoy. ¡Vaya ironía!, mientras el gobierno y la Asamblea Nacional piden que los más calificados sean quienes administren justicia y dirijan los órganos de control, unos y otros asumen de la manera más superficial la designación del vicepresidente del país.
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Ojalá existan algunas voces en la legislatura que se atrevan siquiera a musitar la devolución de la terna vicepresidencial. Ojalá unos pocos tengan la entereza para votar negativamente. Sí, sé que eso también es pedir peras al olmo.
Santiago Basabe es académico de la Flacso.
Al comentario de Carlos Klindich Potes, con el que concuerdo, añadiría solo una pregunta: Cuál hubiera sido entonces el perfil adecuado del Vicepresidente?.
Estimado Santiago, Hago mías las expresiones de Carlos Klindich Potes. Se que muchos estamos angustiados por cómo se maneja el rumbo del país, pero demos un poco de tiempo, al menos en lo relacionado con el papel que va a cumplir el vicepresidente. Soy seguidor de 4 pelagatos desde sus inicios, y he podido ver en algunos casos, que han precipitado su criterio y no han acertado. Los analistas políticos también yerran, y en abundancia.
Me parece que su comentario no se ajusta a la realidad de los hechos y a las reales atribuciones de la Asamblea ; devolver la terna significaba mayor inestabilidad en el país y que el primero de la terna sea designado por el ministerio de la ley . Hay ocasiones en que se debe buscar el mal menor y al menos demos al nuevo Vicepresidente el beneficio de la duda .
Extraño que el que decía “permítanle a Moreno escoger su vicepresidente” hace una semana ahora salta con que “SOS asambleístas devuelvan la terna vice-presidencial”.
Ojo, que la decisiòn de la terna de Moreno siempre me pareció extraña y cómoda, pero los académicos como el del artículo no guardan ninguna coherencia en el tiempo.
Más coherencia y menos comodidad.
Para Moreno no es importante que los candidatos a vicepresidente tengan un perfil específico, él no lo tuvo y miren dónde está, claro que en ese camino el país está al borde del colapso.
Señor Basabe, es que no estamos acostumbrados a pronunciar apellidos extranjeros ?. He leído varios comentarios, entre ellos el suyo, que no está de acuerdo en la terna enviada por Moreno, no soy correísta ni morenista, detesto la izquierda que aniquila a un pueblo y lo deja en la miseria, pero, por favor, demos un poco de tiempo para poder opinar , ahora lo estamos haciendo sobre predicciones y no sobre hechos.
Se dice que la política es ciencia de lo posible, ¿se necesita ser “político” para practicarla? No. Más bien lo que se requiere no es más que una buena dosis de sentido común. Cientos de miles si no de millones que políticos “versados“ han sido un verdadero fracaso, igual se puede decir de economistas, militares, académicos y, por supuesto, de empresarios. La pregunta es cómo se puede saber ex ante sí un candidato ha demostrado tener suficiente sentido común y no sus credenciales de haber manejado la cosa pública.