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¿Para qué quiere el Presidente a Otto?

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El Presidente concluyó su viaje a China y Catar y su retorno está anunciado para este lunes. Y con él, seguramente se producirá el anuncio de la tareas que dará a Otto Sonnenholzner, vicepresidente de la República.

Las especulaciones que ha habido han mezclado ese tema con otro, esencial en este momento: un acuerdo nacional mínimo que dé viabilidad al país y oxígeno político a un gobierno débil que debería encarar una agenda urgente y compleja. Juan Sebastián Roldán, secretario del Presidente, y María Paula Romo, ministra del Interior y de la política, han corroborado, en conversaciones directas con 4P., la voluntad del gobierno de instalarse en esa dinámica. Incluso han ratificado que ese llamado lo hará el propio Presidente e incluso han evocado puntos específicos que figurarían en la convocatoria: economía, temas institucionales, política internacional, seguridad…

No obstante, la referencia al Vicepresidente, como posible animador de ese proceso político, se suma a las enormes interrogantes sobre el acuerdo mismo y los mecanismos que el gobierno echó a andar para lograrlo.

  1. ¿Quién liderará el acuerdo? Sin saber qué tareas dará Moreno a su tercer vicepresidente, miembros del gobierno han insistido en un supuesto poder conciliador que caracterizaría a Sonnenholzner. De hecho, se ha dicho que él podría ocuparse del acuerdo político. Nada raro cuando se piensa que ahora la moda política es ser anti político, presuntamente buena gente; no ducho en cuestiones de administración pública (además de persona ética y profesional eficiente). Con Moreno el país se instaló en una deriva emotiva en la cual pesan poco la experiencia real, las instituciones, el contenido de las leyes; en cambio se pone de relieve el carácter y la personalidad del funcionario. De todas maneras, el acuerdo que necesita el país es político. Para ello se requiere un enorme liderazgo. Moreno, siendo Presidente, tiene serios cuestionamientos. Sonnenholzner está en peor postura: no tiene liderazgo ni capacidad de convocatoria.
  2. ¿Cuándo se convocará? El Presidente no parece tener prisa. De lo contrario, hubiera impulsado el acuerdo político desde hace tiempo. Hay temas institucionales (todos aquellos que dependen del Consejo de Participación Ciudadana, T) o urgencias fiscales (la deuda externa y la propia proforma presupuestaria) cuya gravedad (si se quieren viabilizar en forma sensata), requiere, por el costo, de un acuerdo político. Y no son los únicos temas. Moreno ha preferido patear todo para adelante. En el gobierno se dice que convocará ese diálogo para enero. Si lo hace, habrá que ver los mecanismos, la agenda, los tiempos que propone. Y su lista de invitados.
  3. ¿Qué tipo de acuerdo? La forma como se está planteando suscita serias inquietudes. ¿Qué hace la ONU, que ya empezó su trabajo en Quito? ¿Por qué para temas tan urgentes y sobrediagnosticados se quiere proyectar la agenda 2020 al 2030? ¿Qué hace metida en este proceso la Secretaría General de la Presidencia? Este acuerdo no requiere horizonte: la agenda en debate es tan cruda (tras 10 años de autoritarismo) y tan voluminosa (por la forma en que se halla el país) que se basta a sí misma. No puede ser visto como un acuerdo tecnocrático sino político. Y la ONU, si ayuda, no puede nutrir los espejismos: tiene que mediar técnicamente entre protagonistas que, además de cultivar el disenso como forma de hacer política, tendrán que acordar en pleno periodo electoral.
  4. ¿Quiénes deben estar? Obviamente se dirá que todo el mundo. Lo cual, además de una quimera, es la mejor manera de no llegar a ninguna parte.
    El país conoce sus problemas y sabe que tiene que conciliar en algunos puntos (empleo, deuda, subsidios, institucionalidad, seguridad, amnistía política, lucha contra la corrupción, apoyo internacional para limpiar la Fiscalía…): aquí ya no hay que hacer diagnósticos sino conciliar salidas políticamente. Este debe ser un acuerdo entre políticos. Un acuerdo público hecho ante un país llamado a escrutar y fiscalizar. Un acuerdo hecho en el tiempo récord que imponen las urgencias y garantizado por un gobierno que debe renunciar a participar en las elecciones del 2019, proponer una agenda concreta y con cronograma de acciones.

La realidad que vive el país y que suscita el pesimismo que miden los sondeos, milita a favor de un acuerdo nacional. Pero la práctica gubernamental de Moreno en estos 19 meses, prueba que su especialidad es evitar los costos políticos y patear el balón para delante. Lo ha hecho desafiando la sensatez y sus responsabilidades como primer mandatario. Solo él sabe si en enero pedirá apoyo político para enfrentar la realidad o si la sigue ignorando. Ahora tiene un vicepresidente tentado, como lo dijo en Teleamazonas, de hablar del futuro… y no de lo que está ocurriendo.

Foto: Presidencia de la República.

5 Comments

  1. Solo Dios, o Jehová, como dicen los creyentes de un ser superior, es el único que con su poder, pudiera poner en orden al caos, la pobreza y la desesperación que legaron los que dirigieron y administraron el país en los últimos años. Es inadmisible que los actuales gobernantes, muchos de los cuales fueron parte del anterior gobierno, se permitan cargar sobre los hombros de la mayoría pobre de los ecuatorianos, medidas que a la larga sólo nos llevará a más miseria, más depresión y a la muerte. Las denuncias de todos los días de los abusos, por decir lo menos con el erario, cometidos por los anteriores administradores, no pueden ser traspasados a los padres de familia desposeidos, a los jubilados, debe haber justicia y sanción para quienes malversaron y se enriquecieron hasta la sinrazón. Los dirigentes políticos, los ex presidentes y los ex vicepresidentes, que hoy reciben una bonificación de por vida, justa o injusta, deben pronunciarse y no hacer mutis por el foro. Ni el triunfo de la LDU de Quito, debe distorsionar los graves problemas que afectan a nuestro país.
    Francisco Medina Manrique
    Periodista

  2. Subirá nuevamente el precio de los combustibles, así está diseñado, que la farra correísta, la tenemos que pagar todos.

    Empero, de recuperar las decenas de miles de millones que se robaron correa y sus secuaces, de esto, ¡¡Ni hablar!!; como dijo el rey del mambo.

  3. Creo que la capacidad política del gobierno, para orientar el rumbo del Estado en la circunstancia actual de Deuda, Déficit, Tamaño del Estado, Empleo, Balanza de Pagos, Competitividad, Corrupción, Recuperación de pérdidas, está agotada. El equipo económico fracasó en el intento de formular un plan coherente y creíble que solucione el problema; la citada “Cirugía mayor contra la Corrupción” fue resignada a una Fiscalía inoperante; los anuncios de inversión son solo eso. Anuncios; El tamaño del Estado crece; la deuda aumenta sin tregua; el déficit es mayor para cada año. El Presidente está resignado a mantener el stato quo con pequeños parches de deuda, sin asumir una solución a la macroeconomía. En cualquier momento se decide a abdicar sus potestades al nuevo vicepresidente sin experiencia gubernamental alguna y viajará al extranjero para ver desde ahí el desastre. Correa nos hundió en el lodo y Moreno no fue capaz de sacarnos de ese pozo!

  4. Pero se puede pensar en el futuro sin solucionar los problemas de hoy, en cuanto a corrupción, deudas y desempleo??
    Eso no es algo irresponsable, dejar esos vacíos sin solución?, eso al final de cuentas se convierte en un lastre que no podrán cargar, ni ellos y los que asuman los cargos en el futuro…

  5. La responsabilidad de lo bueno y lo malo, de como quede el país en el 2021 (y antes) será exclusivamente de Moreno, la deuda que crece y crece con China, la falta de empleo, la crisis social, política y económica que afecta a la gran mayoría de ecuatorianos.
    Creer que Otto u otro van a ser el bálsamo mágico con el que se pegaran opisitores, independientes, morenistas y correistas es una quimera. La realidad siempre pone a la gente y a los países donde tienen que estar, Moreno y su gobierno de correistas encubiertos no será la diferencia.

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