La decisión del Gobierno de recortar el subsidio a las gasolinas extra y ecopaís (y, en consecuencia, elevar el precio de ambos combustibles de $1,48 a $1,85 por galón) va en la dirección correcta. Esta medida era necesaria al menos por tres razones: i) porque genera cierto alivio en el Presupuesto General del Estado (PGE), cuyas necesidades de financiamiento para 2019 se muestran, incluso con esta medida, difíciles de cubrir; ii) porque desincentiva el consumo de productos ambientalmente nocivos y que, al ser en gran parte importados, generan presiones en la balanza de pagos; y, iii) sobre todo, porque está probado hasta el cansancio que la mayor parte del monto que se ha venido destinando a subsidiar el precio de las gasolinas ha llegado a los estratos socioeconómicos altos y medios (aunque parezca una obviedad, a veces hace falta aclarar que la clase media, como su nombre bien lo indica, no es la más necesitada de la sociedad y, por tanto, tampoco debe constituir la prioridad principal de la política pública). Esta medida, de hecho, se debió haber tomado el mismo día en que se decidió aumentar el precio de la gasolina súper, tal vez de esa manera se hubiera evitado que una parte del consumo de esa gasolina se trasladara, como ha ocurrido, a la extra o la ecopaís, que mantenían un mayor subsidio por galón.
Que la medida vaya en la dirección correcta no significa, sin embargo, que sea suficiente o que no tenga aspectos criticables. Desde el punto de vista meramente fiscal, el necesario recorte a los subsidios a los combustibles debe ir acompañado por acciones concretas y decididas de disminución del gasto (del PGE y de los otros componentes del sector público), a fin de ir reduciendo las necesidades de financiamiento y el excesivo peso del gasto público en la economía. Por otro lado, al no haber anunciado ninguna revisión al precio del diésel para los vehículos, la decisión de encarecer sólo las gasolinas puede incentivar el consumo de ese combustible, especialmente dañino para el medio ambiente. Una alternativa habría sido aumentar también el precio del diésel y, para no generar un aumento en el costo del transporte público (que es un componente importante del gasto en los hogares pobres), entregar el subsidio directamente a los transportistas. Además, según se anunció ayer, el aumento en el precio de las gasolinas no afectará a los taxistas. ¿En qué se justifica esa decisión? Los taxis no son un medio de transporte masivo, como sí lo son los buses (pero tienen una importante capacidad de presión política). Finalmente, al haber establecido un nuevo precio fijo, el Gobierno perdió la oportunidad de que al menos los combustibles líquidos coticen localmente en función del precio internacional del petróleo.
Ahora bien, ¿esas son las críticas que desde el ámbito político se han hecho a las medidas? No. Lo que se ha criticado es la decisión en sí, el hecho de haber aumentado el precio de las gasolinas. Los correístas, los mismos que dejaron la insostenible situación fiscal que ahora se debe corregir, que multiplicaron la deuda incluso en años de bonanza (lo que actualmente se traduce en un servicio que consume más recursos que sectores como educación y salud), y que incluso utilizaron –vía preventas de petróleo– ingresos que correspondían a administraciones futuras, cuestionan el “paquetazo” que ellos dicen haber evitado. El cinismo de esa gente no tiene límite. Por su parte, el Partido Socialcristiano (que cuando estuvo en el poder aumentó dos veces el precio de los combustibles), en un comunicado publicado ayer por la tarde, señala que se opone al alza en las gasolinas porque lo que el Estado debería hacer es dejar de “despilfarrar el dinero del pueblo, que debe invertirse en obras y servicios que lo beneficien”. ¿Quién puede no estar de acuerdo con eso? El problema es que un subsidio tan costoso y regresivo como el de las gasolinas constituye uno de los mayores despilfarros de los recursos públicos. ¿O los socialcristianos, que a su vez proponen medidas como “rebajar la carga tributaria que afecta a las importaciones” (claramente en ese partido nadie se toma la molestia de revisar periódicamente el estado de las reservas internacionales), creen que subsidiar a las gasolinas constituye un uso eficiente y socialmente justo de los escasos recursos públicos?
A las puertas de una nueva campaña electoral, correístas y socialcristianos seguramente tratarán de aprovechar la acertada (pero aún insuficiente) decisión del Gobierno de reducir el subsidio a las gasolinas para hacer politiquería y, al menos en el caso de los primeros, tratar de calentar las calles. Queda claro, entonces, que esos dos movimientos, que siempre procuran mostrarse como antagónicos entre sí, tienen al menos un punto en común: su inocultable apego al populismo.
José Hidalgo Pallares es economista.
En alguno de los comentarios leí que no debería el pueblo pagar el despilfarro de la década perdida y se repite mucho la idea de por qué no se recupera lo robado. Sobre lo primero, fue el pueblo el que eligió a Rafael Correa y por eso toca sufrir las consecuencias, así como se recibió las carreteras y el largo subsidio de los combustibles. Sobre lo segundo, no soy optimista. Dudo que podamos recuperar 30.000 millones de dólares y planificar un estado en función de ese sueño. Lamento ser pesimista. Por estas razones estoy de acuerdo con el editorial, la eliminación de los subsidios a los combustibles debe darse, si acaso poco a poco y protegiendo a los más pobres.
El partido Social Cristiano ha sido populista desde su origen, el hecho que haya sido fundado en 1953 no le libera de esa realidad y la mayor prueba de ello fue la presidencia de Febres Cordero, quien con mucha similitud a la administración del Gobierno Correista, autoritario y vanidoso, aglutinó todo el poder bajo su control, principalmente el judicial que le dio la libertad de moverse libremente al margen de la ley, permitió que su grupo de amigos se beneficien de créditos vinculados, siendo extremadamente protector de los abusos de la banca, que finalmente le llevó al país a la crisis de 1999, el PSC nunca se ha movido por ideales políticos, se ha movido por el oportunismo, la protección de los “señores feudales” de Guayaquil y el enriquecimiento de muy pocos “amigos”. Es un partido localista, no nacional, dejemos que sean buenos administradores de Guayaquil y Samborondón pero de ninguna manera están en capacidad de ampliar sus tentáculos a nivel nacional.
Eliminar subsidios es necesario, falta focalizarlos. La disminución del tamaño de la burocracia es necesaria falta que el dinero de las liquidaciones vaya al movimiento económico del país.
Falta lo más importante, mover la industria, si no pasa eso lo único que se logra es disminuir la circulación de dinero, menos dinero circulante genera bajas en las compras lo que conlleva a los empresarios a reducir personal.
Mal hecho el deber, hecho a medias no sirve, sin el crecimiento de la industria quitar subsidios y quitar burocracia genera desempleo.
Además la eliminación del subsidio sin la presencia del presidente es similar a quién lanza la piedra y sale corriendo, esa falta de planificación no ayuda al empresario que no tiene reglas claras, la gasolina no solo la utilizan los ricos y taxistas, la usa toda empresa que transporta sus productos. Si estas medidas ahuyentan al empresario local que se puede esperar del empresario extranjero?
Sr. Pallares, su articulo recoge el punto de vista de un economista.
Qué tal el punto de vista de los que NO somos economistas: Debemos el pueblo pagar la factura de la DECADA FARREADA, de esa VORAZ BUROCRACIA, sobre todo del temor del licenciado a coger el toro por los cuernos y solicitar ayuda a la ONU para recuperar los dineros robados.?
Que en este gobierno se haya permitido y peor aún solapado la presencia de 195 asesores en la vicepresidencia.
La austeridad la tendrá que practicar el pobre jefe de familia.
Estimado economista Pallares: Parece desconocer que el “populismo de derecha” está claramente representado por el Sr. Guillermo Lasso, el mimado de CORDES, y no el PSC.
El PSC es un partido IDEOLÓGICO, fundado en 1953, y que se mantiene fiel a sus principios doctrinarios, como se puede comprobar por los hechos de cualquier administración que haya recaído en un miembro de este partido.
Populismo de derecha es esa poderosa empresa electorera denominada “CREO”, cuyo gerente, propietario, financista y dueño de todas las instancias de decisión es el Sr. Guillermo Lasso.
Acaso usted cree realmente que esa empresa electoreta tiene algún futuro, una vez que el Sr. Lasso se de cuenta de que es un negocio nada rentable si no accede al poder? No me cabe duda de que él, banquero como es, cuyo éxito se mide en dólares ganados de acuerdo a la inversión, sabrá “recuperar” el dinero “invertido” durante todos estos años de enormes pérdidas económicas.
Sería conveniente que un comunicador respetable como es usted, no cometa estos desatinos de llamar “populismo” a quienes representan seguramente la única agrupación política DICTRINARIA E IDEOLÓGICA que existe en el Ecuador.
Sr Perez Serrano , comedidamente le pido , por defender a un partido político ,está en su derecho , no caiga en la bajeza de denigrar a una persona respetable como es Guillermo Lasso .
Sr. Perez Serrano,
El PSC es un partido POPULISTA desde hace un buen tiempo atras, y creo que el pais entero lo sabe. Basta recordar las palabras de Nebot de que un acuerdo con el FMI es un atentado contra los “pobres” (sin proponer nada), o escuchar los spots populistas (gritos) de Nebot en las radios. Su comentario muestra que usted es alguien con derecho a criticar al otro cuasi-candidato Lasso (por quien tampoco creo que voy a votar), pero eleve el nivel de la critica y no se enfoque en atacar a un solo candidato, tal vez porque es el riesgo mayor para que Nebot no llegue (nuevamente) a la presidencia.
Otra razón de las tres que Ud explica José ,seria desincentivar la fuga de combustibles que por las fronteras se va como contrabando.
Una medida inevitable , y lamentablemente insuficiente , para superar la quiebra económica que nos legó el correismo . Efectivamente los partidos políticos no pueden criticar medidas que saben son inevitables , y sí opinar sobre medidas adicionales necesarias como: austeridad draconiana , reestructuración de la deuda y disminución del enorme e insostenible tamaño del estado . Estupendo artículo .
El alza de la gasolina extra constituye una desicion desacertada del gobierno de turno, desicion que va encontrar una reacción tenaz del pueblo ecuatoriano , toda vez que afecta la economia de los hogares con el alza incontenible de todos los productos de las diferentes ramas de la produccion .
Sr . Moreno con Quito no se juega , le recuerdo lo que le sucedió a Abdala por el alza en el precio del cilindro de gas doméstico.