La calidad de la deuda pública en moneda extranjera de los países, es calificada por empresas de renombre internacional como Standard & Poor’s, Fitch y Moodys. Tal calificación refleja las condiciones de un país, positivas o negativas, para pagar su deuda externa y atraer inversiones. Chile, con una calificación de grado de inversión y un riesgo país de sólo 1,5 por ciento, colocó en enero bonos soberanos a 10 años al 3,2 por ciento de interés. Moodys, rebajó la calificación de la deuda de Ecuador de B3 estable a B3 negativa. Esta calificación corresponde a los denominados “Bonos Basura”, cuyo correlato es un riesgo país de 7,6 %. Para emitir Bonos Soberanos a 10 años plazo, si hay apetito en los mercados, se tendría que pagar una tasa de interés superior al 11 por ciento.
La calificación de Moodys, es el riguroso juzgamiento del mercado al entorno macroeconómico y fiscal. La falta de liquidez de la economía en general y del fisco en particular, son factores de riesgo latentes para el futuro económico del país. La abundancia de dólares provenientes de los altos precios del petróleo y del irresponsable endeudamiento externo público, acostumbraron a la sociedad a depender de un flujo de dólares no provenientes de su trabajo. Como el petróleo y la deuda externa pública ya no son fuentes del ingreso de dólares, la economía y la sociedad deben acoplarse a una nueva normalidad de dólares escasos.
Nuestra economía dolarizada sólo puede crecer en el futuro en función de la capacidad del país para, con competitividad y productividad, trabajar duro para atraer dólares del resto del mundo. Un flujo sostenible de dólares en el futuro, sólo puede provenir de las exportaciones no petroleras y la inversión extranjera directa. Las primeras apenas crecen el 5 por ciento y la segunda fue de sólo $520 millones en el primer semestre de 2018. La acción del gobierno en estos campos, es poco sólida y coherente. Aún, si la corrección de políticas para atraer dólares en abundancia, fuere creíble para los mercados, resultados positivos requieren muchos años de maduración.
De otra parte, el fisco adolece de la crónica enfermedad de falta dólares en el Tesoro Público. Conseguir cada año, hasta 2022, unos $9.000 millones de créditos para cubrir los déficits y el pago de deudas, es una herejía en toda su dimensión. Los mercados perciben que perseverar en esta dirección conducirá al país a no pagar sus deudas, en consecuencia, los riesgos permanecerán altos y la basura siempre será negativa. La gestión fiscal del país debe asumir como propio, el postulado del Gobierno Mexicano al presentar el Plan Presupuestario de 2019: “La sustentabilidad del balance fiscal y la deuda pública, es uno de los objetivos más importantes de la política económica de un país”.
Para que las cuentas públicas sean sostenibles en los próximos años y el Ecuador pueda pagar sus deudas, en 2019 el déficit público global debe reducirse al 2 % o 3 % del PIB, mediante generación de ingresos y reducción de gastos. En los años siguientes es imperativo mantener superávits globales. Como la sociedad debe pagar hasta 2028, $14.750 millones de Bonos Soberanos, más otros créditos de la China, Goldman Sachs, Credit Suisse y otros bancos, las correcciones para lograr la sostenibilidad fiscal y de la deuda pública, deben ser absolutamente creíbles en el largo plazo. No existe otro camino para, mediante operaciones de mercado, reducir el peso de los intereses y amortizaciones externas en el presupuesto, y hacer de este instrumento un aliado de la dolarización. El presupuesto envía dólares fuera del país por más de $8.000 millones al pagar el servicio de la deuda externa y la importación de gasolinas y otros derivados.
Las reservas del Banco Central también se encuentran en terapia intensiva, están al límite para cubrir sus necesidades operativas. Esta entidad requiere por lo menos una inyección de unos $3.000 millones para aumentar sus reservas, a fin de evitar que éstas aumenten o disminuyan al ritmo de los créditos externos del Gobierno. Las reservas podrían aumentar si el Gobierno paga al Banco Central los Bonos del Estado en su poder, algo imposible ante las severas restricciones fiscales. El aumento de las reservas del Banco Central y la sostenibilidad fiscal del país, parecen conducir a un acuerdo con el FMI y por adición a préstamos del Banco Mundial.
La restricción de créditos del sistema financiero para ajustarlos a la decadencia de los depósitos, la merma de la inversión pública, y el lento flujo de exportaciones no petroleras e inversión extranjera directa y nacional, tienen como inevitable consecuencia el estancamiento de la economía. En consecuencia, menores ingresos tributarios alimentarán los rojos saldos fiscales, agudizando la insostenibilidad fiscal y de la deuda pública. Más allá de la calificación de Moodys, es obligación del país eliminar la basura negativa, lo cual llevará años de profundas reformas fiscales y económicas, que exigirán absoluta disciplina de toda la sociedad y una clara visión del Gobierno para implementarlas. Si las élites políticas, económicas y sociales, y la sociedad en su conjunto, no se empoderan de las transformaciones requeridas, sus seculares conductas sólo atizarán el fuego de la ingobernabilidad e inevitables crisis futuras.
Jaime Carrera es economista.
Gran artículo, la cruda realidad del país; felicitaciones economista Carrera
Me gustaría saber su opinión sobre si es o no sostenible la dolarización en el mediano plazo
Saludos
Qué desnudamiento ideológico. Exento de mucha creatividad, originalidad o visión. Reducir todo, trabajar cada vez más duro (los de abajo), explotar y exportar más para satisfacer ratings internacionales con el fin de sacar más créditos baratos (para los de arriba)… Cierto! Receta de décadas atrás.
Estupendo artículo , que ojalá el Lcdo y su equipo de colaboradores mas cercanos lo lean . Si no se tiene un plan serio y creíble para solucionar la grave distorsión fiscal , cada día estamos mas cerca del desastre .