Al igual que en Quito, en Guayaquil se registran más de una docena de candidatos a la alcaldía. Al igual que en Quito, muchos de los postulantes son desconocidos en el mundo de la política mientras que otros han gozado ya las mieles de la lid electoral, aunque sin mayor éxito. Al igual que en Quito, los electores guayaquileños tienen la dura tarea de evitar que la excesiva oferta electoral termine por perjudicar a los intereses de las mayorías. Sin embargo, aunque la próxima elección de alcaldes en Quito y Guayaquil se parece en varios aspectos, hay otros espacios en los que serán dos procesos radicalmente distintos. Uno de ellos, quizás el más importante, tiene que ver con las consecuencias para la política nacional de quien resulte elegido como la máxima autoridad en ambas ciudades. En Guayaquil se juega una eventual candidatura presidencial. En Quito no hay nada más allá de la conducción de la capital del país.
Tres escenarios derivan de la próxima elección en Guayaquil. El primero de ellos tiene a Cynthia Viteri como triunfadora con un importante margen de votos respecto a Jimmy Jairala. Ese resultado no sólo reflejaría la confirmación del PSC como fuerza hegemónica en la Perla del Pacífico sino que daría paso también a la candidatura a la presidencia de la República del ahora alcalde. Si algunas dudas tiene aún Jaime Nebot sobre su postulación, el escenario expuesto las despejaría totalmente. Allí la disyuntiva sería otra: esperar al 2021 y correr el riesgo de que un nuevo outsider modifique el tablero electoral o avanzar a pasos más acelerados. Al final, la muerte cruzada es una salida constitucional y el gobierno no vería con malos ojos que Lenín y Otto, o solamente uno de los dos, entreguen el poder anticipadamente.
El segundo escenario tiene a Cynthia Viteri como alcaldesa y a Jairala contando los votos que le faltan para el empate técnico. Las sospechas de la pureza del sufragio se instalan y el PSC tiene que modificar, al menos transitoriamente, sus perspectivas electorales. En este escenario se puede hablar con mayor certidumbre de elecciones presidenciales en 2021. Como consecuencia de ello, Lenín y Otto, o solamente uno de los dos, tendrán que asumir la conducción del país bajo una nueva coalición de gobierno. Allí podría ser el espacio para que CREO se acerque más al oficialismo y la proyección de Guillermo Lasso a la presidencia vuelva a tener esperanza. Sin embargo, la oposición de propios y extraños acecharía y la crítica situación económica jugaría en contra de la estabilidad institucional. Escenario conflictivo aunque menos probable el que se describe acá. Por algo AP dio un espaldarazo al PSC al retirar la candidatura del arquero Cevallos.
Tercer y último escenario, poco probable y menos deseado por la mayoría de actores políticos: Cynthia Viteri pierde la alcaldía de Guayaquil. Allí el hasta ahora alcalde tiene que colgar los botines, en el argot futbolero; cortarse la coleta, en el ambiente taurino; retirarse de las lides electorales, en el mundo de la política. En este escenario no solo el PSC pierde la brújula sino también el gobierno. El espacio para la incertidumbre cunde y a la vez es terreno fértil para la reconstitución política del ex presidente y sus aliados, que en ese momento resurgirán a raudales. La posibilidad de una nueva constitución que restituya las opciones electorales de Rafael Correa sería una de las cartas que el gobierno podría jugar. Al fin y al cabo, no se trataría de la primera ni de la última reconciliación de un matrimonio con problemas. Al fin y al cabo, han parido hijos en común, y eso se respeta.
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Guayaquil no solo elegirá alcalde sino que definirá el futuro político del país en el corto y mediano plazo. Quito elegirá a su alcalde y nada más. La influencia política desde lo local a lo nacional de la Perla del Pacífico sigue vigente, en crecimiento. La capacidad política de la alcaldía de Quito cada vez es más limitada. En Quito se elige al próximo alcalde y punto. En Guayaquil se va a definir al próximo presidente. Esa es la diferencia. Si no hay cambios sustanciales en la arena política en los próximos meses, el primer escenario expuesto es el más probable. Con ello, en mayo de 2019 Guayaquil tendrá una alcaldesa de cuño socialcristiano y el país un presidenciable de la misma estirpe. En dicho escenario, Jaime Nebot deberá definir si espera al 2021 o si prefiere que Lenín y Otto, o solamente uno de los dos, eche mano de la muerte cruzada. Guayaquil define mucho la vida política del país, Quito muy poco.
Santiago Basabe es académico de la Flacso.
Creo que se le da mucha importancia a un candidato que hace mucho tiempo en las contiendas presidenciales quedó solo para el recuerdo, que la candidata PSC madera de Guerrero tenga ventaja puede ser, tal vez hasta pueda ganar pero es fijo que para más adelante tampoco será presidencia le así que si siguen insistiendo con los mismos candidatos es una muerte anunciada, santificada en las urnas.
La verdad es que el primer escenario sería el que le convenga al País, ya que el tercer escenario sería catastrófico, y al parecer en los actuales momentos los correistas están infiltrados en varios partidos como Yunda, María Sol Corral, La Lista 5, etc., hay que tener mucho cuidado.
Interesante perspectiva, sin embargo…creo que también se podría considerar un escenario adicional: Holguín gana la alcaldía de Quito, y si alivia algunos de los varios problemas de la capital (no le veo una tarea muy difícil, dado a que el contraste es Rodas), el movimiento CREO gana más fuerza, popularidad y eso puede influir mucho en la posible candidatura de Lasso para el 2021, o antes. En este escenario, en la alcaldía de Quito también se juega la presidencia.
Excelente análisis del momento político actual, con la claridad que distingue a este lúcido articulista.
La única acotación que creo puede hacerse, ya que no se dijo en él, es sobre la aceptación del potencial candidato Nebot, a nivel provincial, en sitios que su figura carece de influencia mediática, o es poco, o nada conocido.
Creo que el artículo ha soslayado, este crucial hecho cierto.