El gobierno ya se compró un conflicto mayúsculo con los transportistas de todo pelambre. Su decisión de repartir subsidios para paliar el efecto del aumento del precio de la gasolina logró el milagro de juntarlos a todos en su contra. No solo eso: les dio espacio para que, con la arrogancia que los caracteriza, muestren su oposición a todos los mecanismos propuestos y den un ultimátum al Presidente para que retire su decreto.
¿Alguien entiende la estrategia política (y económica) del gobierno? Cualquier político sabe que atacar un tabú social es pasar un momento amargo de impopularidad. Pues bien: el gobierno lo hizo por tramos. Multiplicando el efecto. Primero bajó el subsidio de la gasolina súper, por un puñado de dólares: no alcanzó a sumar los $100 millones anunciados en Carondelet. Después atacó el precio de las gasolinas extra y ecopaís. El monto del ahorro se dijo que suma unos $400. Nada, frente a los $8000 millones de déficit programado para 2019. Pues bien, poca plata y a estas alturas debe haberse reducido por una gestión que, lejos de aplacar los ánimos, ha incrementado el número de grupos que se dicen afectados y los montos que reclaman. Inexplicable la estrategia política y económica del gobierno.
Lenín Moreno buscó dar un golpe en los estratos medio y alto sin provocar ola alguna en los sectores populares. Es su estilo. Y es una ficción pues basta oír lo que pasa con las tarifas en Guayaquil, para saber que los taxistas –que rehúsan hasta poner el taxímetro– ya trasladaron, y con excesos, el aumento de la gasolina a su clientela. Lo mismo ha ocurrido con otros productos y servicios.
Incrementar el precio de las gasolinas y pretender congelar la dinámica económica, es seguir cultivando mitos en la sociedad. Es lo que ha hecho el morenismo desde que llegó al poder. Habló de la inexistencia de una mesa servida y de la factura enorme que dejó el correísmo; consecuencia del derroche, la mala gestión y su capacidad agresiva de endeudamiento. Pero nunca dijo al país que esa factura tenía que ser pagada entre todos. Desde entonces hace piruetas para ocultar las realidades económicas. Se ha esforzado al atacar los tabúes que cultiva la sociedad ecuatoriana, pero lo ha hecho simbólicamente. Y mientras lo hace, se ha impuesto dos tareas que, a la larga, son más perniciosas que los resultados exhibidos: crear nuevos subsidios y empoderar a los grupos de presión que los reciben, cuando lo obvio es incluirlos entre aquellos que deben pagar la factura de la década correísta.
El espectáculo social producido es inverosímil. La sociedad se disgrega a simple vista. El gobierno, en vez de ganar autoridad para imponer una agenda de reconstrucción, se convierte en protector y rehén de grupos de presión poderosos que no solamente muestran apetito político: conservan, aumentan o ganan subsidios en un momento de vacas flacas en el cual la disciplina fiscal debe ser el credo político del gobierno y su mensaje más directo a la sociedad.
Que atuneros y camaroneros, entre otros, sigan medrando del erario es una inmoralidad pública que comete un gobierno que se dice defensor de los más pobres. Que esos grupos usen el discurso de la competitividad en los mercados extranjeros, como argumento para que el Estado financie parte de su operación, es una muestra del peor estatismo posible. Si su gestión no los hace competitivos, deben seguir la ley del mercado porque, que se sepa, el Estado no participa en sus utilidades.
El gobierno de Moreno también se muestra incapaz de poner en cintura a un gremio como los taxistas. Da la impresión de acumular concesión tras concesión y eso habla de una curiosa visión política. Este gobierno podría usar su debilidad política (que es conocida y por tanto nada tiene que perder) como su principal ventaja estratégica. En los hechos, no es la primera vez que esos grupos tratan de tomar por rehén a la sociedad. Lo han hecho en otras partes. Pero han encontrado autoridades que han defendido el interés general de sus ciudadanos. Por ejemplo, poniendo cientos de abogados al servicio de los perjudicados para que diriman el tema en los tribunales. Porque hay niños que circulan. Hay enfermos que circulan. Hay mujeres y hombres que también tienen derechos y no pueden ser rehenes de grupos de presión que, además del bloqueo, pretenden que la poca plata de la sociedad les asegure su operación económica. O que el Estado esté a su servicio y los proteja de la competencia de Cabify y Uber.
Lo más grave de todo esto no es que los grupos de presión, amenacen: es que el gobierno de Moreno ceda. Y ceda. Su actitud no solo empodera a esos grupos que fingen ignorar las reglas del modelo económico vigente: el gobierno pierde autoridad en un momento de transición en que la sociedad acusa muchas fragilidades y tiende peligrosamente a disociarse.
Foto: Transportistas anuncian que se acogerán al derecho a la resistencia si el Presidente no deroga el alza de los combustibles.
Este criterio es de todos los ciudadanos que trabajamos dia a dia y que debemos solventar con nuestras escasas economias los pagos de tantos tributos en las cosas, en los viveres, en los productos de higiene personal, en los servicios públicos y por cierto pesimos: telefono e internet servicio prestado por CNT, la energia electrica que a cada momento de manera inesperada se suspende “y que manifiestan” estan realizando operaciones para brindar mayor y mejor servicio que de hecho son puras mentiras, toneladas de medicinas falsificadas, una justicia inoperante, una fiscalia que le sigue los pasos a ala tortuga, pero eso si un de recaudación de tributos eficiente como la liebre que beneficia con exoneraciones y condonaciones de pago de sus impuestos a los empresarios de medio pelo pero eso si entroncados con favores, mientras al pueblo llano se le recarga el bolsillo de impuestos, y es ahi donde mas cabrea cuando se quiere otorgar beneficios a los taxistas que son dueños de unidades en Coperativas de Tasis asi como en las Compañias de Taxis quienes son dueños de varios puestos en las primeras mientras que en las segundas con los accionistas mayoritarios de cada compañia llegando a ser dueños de muchos taxis,”ahi si reclaman de que en las compañias pueden ser accionistas de una o del 99 % de acciones” que son las formas como expolian las aspiraciones de gente honrada que desean tener un puesto legalizado, y por eso ocurre lo de siempre enraizados en la corrupción en el municipio de Quito en nuestro caso con la comlicidad de alcaldes, concejales y toda una sarta de delincuentes que se enriquecen a base del pueblo “ingenuo, gil, pendejo” porque el anterior cuentero de Carondelet y ahora escondido en Bélgica inculco y repitio mil y miles de veces que el que reclama es loco, es tonto, es desubicado, pero ya estamos hartos, es el colmo de que a este grupo de “tranpsortistas asesinos de las vias” se los deba premiar por un pésimo servicio, que no siempre quieren brindar, unidades sucias, vetustas que como se hicieron de la vista gorda de las autoridades de control no se les suspende su permiso de operación mientras no renove sus unidades que por cierto son exoneradas, tanto beneficio para un sector que ha venido mamando desde antes, ya es hora de parale el carro a esta mafia amarilla, y porner en competencia a otro tipo de servicio porque ahi esta la superación o la salida del sistema mañoso y extorsivo como son los taxistas….