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El Chapo supo aprovechar la salida de la Base de Manta

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La semana pasada, durante el juicio del Chapo Guzmán en la Corte Federal de Distrito en Brooklyn, se hicieron algunas revelaciones sobre las relaciones de ese narcotraficante con Ecuador: compra de armas, compra de un juez, vinculación de militares, transporte de droga a Guayaquil y lavado de dinero. ¿Qué revela eso? ¿Cuál es la realidad del narcotráfico en el Ecuador? Daniel Pontón, académico del Instituto de Altos Estudios de Ecuador, experto en seguridad, habló con 4P sobre el tema. Su entrevista fue publicada el domingo 20 de enero en GPS4P, el boletín de los pelagatos, y hoy la puede leer aquí.

En el juicio al Chapo Guzmán, en Nueva York, han aparecido algunos temas relacionados con el Ecuador. ¿Es esto sorpresivo?
No lo es. Está ocurriendo lo que ocurrió en Italia en los años 90 cuando el juez Falcone reveló la trama de la mafia al judicializar los aspectos de la vida diaria de los mafiosos. Eran cosas que se sabían, pero con el juicio se comprobó que eran ciertas. En el caso del Chapo es igual: se confirman cosas que se venían diciendo en los ámbitos periodístico y académico. Son pruebas judicializadas que vienen de la voz del mismo actor o protagonista. Lo que está saliendo en su juicio ocurrió diez años atrás y lo de Guacho el año pasado. Estamos mirando el presente a través de acontecimientos pasados.

¿Y eso qué quiere decir?
Que una de las conclusiones que se puede sacar es que la capacidad de reaccionar ante el narcotráfico es muy limitada, porque se trata de una amenaza que es muy cambiante y dinámica. En realidad, lo único que se puede hacer es mitigar el fenómeno porque no creo que el narcotráfico se pueda parar en seco, como pretenden los fundamentalistas de la guerra contra las drogas. A lo sumo se puede minimizar o contrarrestar sus efectos.

¿Este juicio puede alterar la forma en que la sociedad y el Estado miran al narcotráfico?
Debería modificar la forma en que la sociedad y el Estado abordan el tema. El problema es que el narcotráfico y el crimen organizado producen una forma de morbo social, una especie de adoración o de fascinación por los demonios. En México ha calado tan profundamente el fenómeno que se creó la narco cultura, que es un juego muy complejo que ha colocado ciertos antivalores sociales por encima de los valores que normalmente una sociedad mantiene. Cuando se dice y se repite que una institución ha estado infiltrada por el narcotráfico, el mensaje que se genera socialmente es decir: bueno ya no creemos en nadie.

¿Cómo puede ese fenómeno moldear la identidad política del Ecuador?
Como en toda empresa, en este tema se está generando un know how. Por eso está naciendo una dinastía de narcotraficantes locales; muchos de los cuales ya son visibles. Hay que ver el caso del famoso Gerald: en sus inicios era un lanchero que manejaba muy bien el mar, pero escaló de manera abrupta hasta convertirse en un líder visible del narcotráfico. Es gente que puede operar de forma autónoma. Esto quiere decir que, en cualquier momento, aparecerán carteles autónomos acá.

Los temas que han aparecido en el juicio tienen relación con lavado, armas, militares y justicia en el Ecuador. ¿Esto se ajusta a la realidad del país?
Ecuador vive una encrucijada compleja: estamos en el ojo del huracán del tráfico de drogas mundial. Lo que ha salido hasta ahora puede ser muy poco, comparado con lo que puede salir. Hay que tener en cuenta que el Chapo está revelando esa información en su condición de actor racional, que busca mitigar su condena. No podemos pensar que todo lo que dice es una verdad absoluta. Estructuralmente el país tiene un problema complejo: es vecino del mayor productor mundial de droga y esa producción está en la zona de frontera. El Chapo supo aprovechar de esa vulnerabilidad apenas salió la Base de Manta.

¿Este fenómeno distorsiona la política como en México?
Eso, a la postre, trae consecuencias nefastas. La gran responsabilidad que tuvo el gobierno de Rafael Correa es haber creado un boquete en el control marino y aéreo. Ese boquete es un una cicatriz que será muy difícil reparar.

¿Se refiere a la salida de la Base de Manta?
Una cosa es el fin de la Base de Manta y otra la capacidad de control que puede tener el país. Se puede prescindir de la ayuda de los EEUU. El problema es ¿qué se puede hacer para reemplazar ese control? Según estadísticas que tengo, el nivel de incautación de drogas en el mar que se hizo durante el correísmo, sobre todo cinco años después de la salida de la Base, fue de casi cero mientras que las incautaciones en el país crecían. Eso quiere decir que se transportaba mucho más, pero en el mar no se controlaba nada. El Chapo supo aprovechar ese boquete.

¿Se puede decir que la creación de ese boquete fue intencional?
Tengo argumentos para creerlo. Pero aquí lo geopolítico juega y hay varios niveles de análisis. El primero es criminal porque hay organizaciones criminales que operan en todos los sectores. Hay otro nivel institucional: instituciones que también inciden sobre el problema, como las organizaciones de inteligencia que muchas veces no trabajan en conjunto sino que tienen disputas internas. Finalmente está el nivel político. Tengo elementos para afirmar que todo fue intencional y que hubo decisiones que tuvieron incidencia, directa o indirectamente, en la retirada de la Base de Manta.

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