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El FMI no dio esta vez recetas específicas  

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El pasado miércoles 20 de febrero, el Gobierno anunció el acuerdo con el FMI y otras seis organizaciones internacionales. El país recibirá $10 200 millones en préstamos; $4 200 millones vienen del Fondo. El presidente Moreno y el Ministro de Economía, Richard Martínez, hablaron de confianza internacional y un nuevo aliento para el Plan Prosperidad. Pero, ¿qué sigue al anuncio?; ¿Qué desafíos trae el acuerdo?; ¿Cuál será su real impacto en la economía? 4P. conversó con Alberto Acosta Burneo, economista y editor de Análisis Semanal. 

¿Tras el anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) qué sigue?

El acuerdo tiene cuatro capítulos importantes: uno, la reforma institucional y consolidación fiscal (ahí se van a tratar los temas de reducción de gastos y aumento de ingresos). Dos, competitividad y crecimiento. Tres, corrupción, transparencia y gobernanza. Y el cuarto, políticas sociales.
¿Pero qué es lo primero?
El primer capítulo tiene que ver con la consolidación fiscal: se van a adoptar nuevas reglas macrofiscales, ajustando las actuales para controlar el crecimiento del gasto público. La idea es tener en 2022 una relación de deuda con el PIB del 40 %. Al final, lo que se busca es hacer un balance entre medidas que incrementen ingresos con reducción de gastos. Lo primero será lo fiscal. Luego viene el tema de competitividad y crecimiento. El punto que ha escogido el FMI es el marco laboral. Pero eso será en una segunda etapa, probablemente para 2020. En temas de políticas sociales, que es el cuarto eje, busca poder incrementar gasto en programas sociales a favor de la población más vulnerable.
¿Se puede colegir que habrá más impuestos?
Lo que se va a buscar es un cambio en el esquema impositivo que tenga como resultado una mayor recaudación. Aumento de ingresos significa más impuestos que puede ser, en algunos casos, cambio en la manera de cobrar. Ese va a ser el objetivo de estas reformas que tiene que discutirse este año.
¿Habrá recompra de deuda o renegociación?
Dudo que haya  recompra de deuda, porque si vemos el monto de 10 mil millones, con desembolsos en partes iguales durante tres años, no habrá con qué hacer una operación de recompra. Estamos hablando de apenas 3 mil millones anuales, cuando la necesidad de financiamiento, tal y como lo presupuestó el gobierno a principios de año, era de 9 mil millones por año.
¿Entonces este año faltará dinero?
Esa proyección del gobierno es obsoleta porque, con el acuerdo, el gobierno requerirá menos financiamiento porque gastará menos y buscará medidas para aumentar sus ingresos.
¿Cuál es el mayor desafío que, a tu parecer, tiene el gobierno?
El político. El incremento de ingresos pasa necesariamente por acuerdos en la Asamblea y no creo que ninguno de los otros tres grupos (correístas, lassistas y nebotistas) van a querer aumentar impuestos. Eso les resulta impopular. Esta es una tarea que el gobierno, que no tiene capital político, no puede hacer por sí solo.
Pero el FMI sabe cuál es la situación política.
Lo que hace el FMI es llegar a una acuerdo con el gobierno que le dice qué le es factible hacer y qué no.  Por eso el tema prioritario es el fiscal y luego viene el laboral. El gobierno no se puede lanzar a hacer las dos reformas simultáneamente porque van a generar rechazo. El acuerdo se hace con el Fondo pero las medidas concretas las toma el gobierno. Los objetivos son consensuados sobre la base de lo que el gobierno piensa que puede hacer y lo que el Fondo piensa que es necesario para poner la economía en orden.
¿Qué puede pasar con los subsidios?
Eso queda en manos del gobierno, que tiene que establecer qué cree que puede hacer y que no. La experiencia reciente del gobierno nos dice que es muy temeroso para tomar medidas. Le preocupa las encuestas, se mira en el espejo y no se encuentra guapo: ante el más mínimo descontento da marcha atrás. Probablemente haya un corte adicional al subsidio de la gasolina, pero el tema político a la final será determinante.
No obstante, el acuerdo obliga al gobierno a ponerse más aplicado.
Definitivamente. Si no cumple, el Fondo no sigue entregando los desembolsos. No hay que olvidar que el acuerdo es un salvataje al gobierno ecuatoriano que no tiene muchas opciones de financiamiento. La demostración es que los últimos bonos que se colocaron tenían una tasa de 11%, lo cual es un récord mundial: desde el 2011 ningún país había colocado una tasa tan elevada. La estrategia de conseguir dinero en los mercados, que comenzó en el 2013, ya se agotó.
¿En qué este acuerdo es distinto a los otros contraídos por el país con el FMI?
El monto es bastante importante. Por ese lado hay un apoyo importante para el país. También es distinto en la forma del ajuste: aquí no se dan recetas específicas: el gobierno tiene que tomar las medidas a su parecer.
¿Se puede pensar que, gracias al acuerdo, la economía puede reflotar?
Si cumplimos con todo, no necesariamente se va a tener un crecimiento sostenido. Lo único que garantiza este acuerdo es que las finanzas públicas regresen a una senda sostenible. Hay que tomar muchas otras medidas que no están mencionadas en el acuerdo. Por ejemplo, la seguridad social. Lo mismo ocurre en temas de competitividad: la única área en la que se metió el Fondo es la de la flexibilización laboral. Para mejorar la competitividad se requiere de muchísimo más que eso: tema comercial, aranceles, recargos y trabas arancelarias y toda una estructura de precios controlados de forma ficticia que encarecen al país. Todo eso no se topa, ni se va a medir.
El país va a tener que tomar medidas adicionales para que la economía crezca más rápido. Incluso la proyección del Fondo es que la economía va a crecer mucho más lento de lo pensado.

Esta entrevista se publicó el pasado domingo 24 de febrero en el boletín de los Pelagatos. Si quiere recibirlo cada semana, le invitamos a suscribirse gratuitamente a GPS4P.

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