Hace pocos días Teleamazonas sacó un informe sobre el cobro de “diezmos” a funcionarios del IESS en la época en que Richard Espinosa presidía esa institución. Según el informe, miles de dólares generados en esos inmorales descuentos habrían terminado en cuentas de personas cercanas a Espinosa. A estas alturas ya a nadie sorprende enterarse de un nuevo caso de corrupción ocurrido durante la “década ganada”. De hecho, más allá de los escándalos más sonados (Glas, Capaya, Polit, Pedro Delgado, Alecksey Mosquera, etc.), muchos medios, sobre todo digitales, han denunciado decenas de casos de funcionarios de segundo rango del gobierno anterior (o empresarios cercanos al régimen) que se habrían enriquecido ilegalmente.
Sin duda, la estructura de control conformada por el correísmo, en la que el Consejo de Participación Ciudadana y sus designaciones a dedo fueron una pieza fundamental, propició la multiplicación de casos de corrupción. (¿Qué tipo de vigilancia y denuncia se podía esperar de personajes como Polit o Galo Chiriboga?) Pero eso no puede explicarlo todo. Una corrupción tan desvergonzada, de la que, con toda seguridad, sólo hemos descubierto una parte, únicamente pudo tener lugar en una sociedad en la que la vara para medir el valor de una persona parece ser cuánto dinero (autos, propiedades, viajes) tiene, y en la que a casi nadie parece importarle cómo esa persona llegó a hacerse de esa pequeña o gran fortuna.
Entre los muchos que se enriquecieron ilegalmente en los últimos años (lo que, conviene insistir, no se refiere únicamente a funcionarios públicos, sino también a los “empresarios” que obtuvieron jugosos contratos con el Estado pagando coimas), ¿todos fueron tan prudentes con el manejo de ese dinero mal habido que sus familiares o amigos no podían llegar a sospechar nada? ¿Ninguno mostró un salto llamativo en su tren de vida, un nivel de gastos que no iba de la mano con sus ingresos declarados? ¿O a nadie en el círculo cercano de esas personas le importó conocer el origen de ese repentino “éxito”? O, peor aún, ¿lo conocían (conocen) y no le ven lo malo (lo que en definitiva significa que en posiciones similares ellos habrían hecho lo mismo)?
Buena parte de la estructura actual del sistema de Justicia es la misma que quedó montada desde el correísmo. De esos jueces y fiscales, por tanto, no se puede esperar mucho. Pero ante la ausencia de sentencias judiciales, al menos sería deseable que los corruptos que siguen tan campantes (más allá del castigo cotidiano que debe significar saber que todo lo que se está dando a los hijos está manchado y no poder hablar con ellos de moral y principios mirándolos a los ojos) sufran al menos una condena social. Es decir, que entre quienes conforman su círculo cercano alguien tenga la entereza de dejar de mirar para otro lado y cortar de raíz la relación con aquellos que, a la larga, nos han robado a todos.
Obviamente, la lucha contra la corrupción requiere de un sistema de Justicia honesto y eficiente. Pero también es necesario que aquellos que NOS han robado (¿serán cientos?, ¿miles?) dejen de sentirse cómodos e impunes en una sociedad que parece tolerarlos o incluso admirarlos y empiecen a sentirse rechazados, a ser mal vistos en sus respectivos círculos sociales (suponiendo que en esos círculos también hay gente honesta). Pero para que eso sea posible, la pregunta de fondo, la que define si algún rato podremos extirpar la corrupción, es: ¿la mayoría de los ecuatorianos estamos dispuestos a excluir de nuestras vidas a los corruptos, aunque sean amigos o familiares cercanos, o preferimos hacernos los locos, acaso a la espera de una tajada o de nuestra propia oportunidad para hacer lo mismo que ellos?
José Hidalgo Pallares es economista.
Jose, YO LO HICE, tengo amigos que participaron en el gobierno corrupto de la lacra de correa y no quiero ni vernos, tengo amigos que son correistas y no los quiero ni saludar, borre sus números telefónicos, es que no puede ser que el egoísmo de tener algo que jamás tuvieron y “mal habido” sea defendido sin saber lo que se pudo haber ganado honradamente en beneficio de muchos
De verdad muchos habremos notado que las galletas de coco,solo es un ejemplo,esas que venden por paquetes en los supermercados; han disminuido de tamaño desde hace rato sin que pase lo mismo con su precio. Dicho sea de paso cuando alguien hace el ademán de controlar los precios lo hace en los mercados o tiendas de barrio pero en los supermercados de las grandes cadenas oligopólicas nunca aparecen . Está en nuestra médula la corrupción y negarla también es nuestro deporte. Empresaurios que declaran pérdidas para no pagar impuestos ni utilidades a sus trabajadores en fin. Gracias señor Pallares por su pregunta.
Militares casi divinos ,intocables , impolutos con polvorines explotados sin responsables ni enjuiciados, viven en verdaderas fortalezas por el lugar donde viven y como viven; con denuncias gravísimas de un convicto y sin investigaciones de ninguna índole .Funcionarios de hospitales y clínicas privadas hacen el gran negocio por sus vinculaciones con IESS,cuando éste deriva pacientes para atenciones de salud. Qué hacen los policías con los vehículos que les compra el pueblo ecuatoriano cuando éstos se vuelven caducos?. Muy difícil encontrar derroteros cuando los medios de comunicación masiva nos muestran las noticias de actos corruptos como algo normal,nunca existe por decir algo ,una información que ponga en primer plano actos que nos devuelvan la auto estima,claro con la excepción de ciertos deportes . Cargamentos enormes de drogas incautados pero sin que se haga algo en serio para atrapar a los cabecillas , hoy en plena era digital y con aparatos tecnológicos GPS . Profesionales con títulos originales negociados, comprados. Programas de televisión con bajo contenido pero eso sí con mucha publicidad. Para con algo responder a la pregunta que motiva mi comentario digo: Somos los que vemos,lo que comemos , lo que escuchamos y lo que olfateamos , ser honesto es complicado.
Parecería que quedamos pocos de aquellos que valoramos la importancia de un ancestro que nos enorgullece, o que dejamos como legado a nuestros hijos. Estuve por escribir algo con el título “Los herederos de la corrupción”, para mencionar a los hijos de los funcionarios del anterior gobierno inmersos en tramas corruptas. Qué será lo que sienten, cuánta vergüenza puede caber en el pecho de un o una joven cuyo padre no atendió el daño que podía causar cuando coludía con otros de su mismo género para perjudicar al Estado. En una entrevista al ex vice-presidente, su hijo exigía respeto para su padre. No admitía que fuera estigmatizado por sus actos. Tantos hijos arrastrados por los actos de ambición y podredumbre, como el hijo de Pareja Yanuzzeli y hasta su suegra, o los hijos de los Alvarado y del mismo Correa. Tener un padre honesto, que vive de su trabajo y que lleva el pan a su hogar de forma limpia, es motivo del mayor orgullo, a la vez que ser padre de hijos que sientan orgullo y no vergüenza de su padre, así fuera un menddigo que viste harapos!
Esta escalada de corrupción fué aupada, protegida, patrocinada y hasta defendida por el ´propio ex presidente correa, en toda sabatina salia a defender al corrupto y amenazar al acusador exigiendo pruebas o poniendo juicios…..mientras el corrupto actuaba a sus anchas, la historia y las nuevas generaciones los condene por que en la actual nada de nada…..
Sin ganas de ofender y pudiendo estar equivocado, creo que es parte de la pobreza, de la necesidad, de la idiosincrasia de los pueblos que se de la corrupción. Si estoy necesitado de dinero por no tener trabajo y me dicen que te doy trabajo pero hay un descuento prefiero eso a nada. Si es que tengo la opción de aguantar otra oportunidad de trabajo lo haría para preservar mi integridad refiriéndome a que estaría patrocinando la corrupción pero si ya llegue al extremo no podría. Eso en la parte mas baja, y en la parte media y mas alta ya se ven cosas así pero de otro modo. Entra algo de los principios si, pero ya vi mucha gente con principios que es seducida por las ganas de tener dinero y poder. Eso no es nuevo y existe desde inicios de los tiempo. Las construcciones sociales que tenemos como la justicia son pura hipocresía muchas veces, sino ahí están los casos de los fiscales y contralores. En fin, si eso no sirve, la estructura o construcción social de la gente debe cambiar para poder intentarlo de otra manera solo para ver si da un resultado distinto.