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24M: ¿encuestadores o simples brujos?

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Es impresionante: se pueden ver las últimas mediciones de la última semana. Del último sábado. De dos meses atrás. La conclusión no varía: no acertaron. Ni se la olieron. Las encuestas fracasaron de forma estruendosa. Y ese es quizá el componente mayor, el peligro mayor para la esfera pública, de la elección del 24M. El país no tiene referentes confiables de medición pública. Vive a ciegas. Y cualquier político, o el mismo gobierno, puede decir lo que se le antoje. Si tiene un buen aparato de propaganda, no parecido pero similar al que tuvo Rafael Correa, puede anclar cualquier deseo como un hecho. La opinión no tendrá cómo contrarrestarlo. Se puede decir que el país, además de ciego, retrocedió en el tiempo y vive sin herramientas que le ayuden a medir lo que los ciudadanos piensan, quieren o sencillamente desean en su vida diaria y esperan del gobierno, de las autoridades o de la oposición.

Hace tiempo (y eso no cambia), las encuestadoras, para explicar sus diferencias, aducían el volumen de la muestra, el mapa geográfico de la medición o los matices de las preguntas, aún cuando, en el fondo, esas preguntas indagaran lo mismo. Ahora, ante la magnitud  y el volumen de las equivocaciones, las empresas encuestadoras han innovado: hablan de la guerra sucia entre los candidatos, de la fragmentación de la elección, del número de indecisos… En definitiva, dicen que todo es tan imprevisible que su oficio se volvió un verdadero acto de quiromancia. Y bueno, cuando se lee en una bola de cristal pues no hay que pedir aciertos a golpe seguro.

Ahora los encuestadores dan por hecho que no pueden acertar. Que la culpa no es de ellos. De la ausencia de métodos y herramientas para paliar los problemas que dicen que han aparecido y que producen enorme volatilidad en la opinión: la culpa es de los ciudadanos que decidieron al final. O de los candidatos que no hicieron alianzas. O de los medios por lo que dicen o dejan de decir. Dicho de otra manera: los encuestadores para explicar por qué se equivocan se vuelven sociólogos políticos. Analizan las causas que provocan que ellos, expertos y especialistas en medir la opinión, ya no puedan hacerlo.

No solo eso: dan lecciones de cómo funcionan hoy las sociedades. De qué caracteriza a los nuevos ciudadanos. Del papel que juegan las redes sociales en la esfera pública contemporánea. De la nueva mirada que proyectan los electores jóvenes sobre la política. Dan consejos a los políticos, a los periodistas, a los estrategas de las campañas. Se les oye con ardor reverencial. Como esos gurús que sin mayor esfuerzo pasean sus sabiduría en plazas y templos. Lo que sea: pero no se hacen cargo de los enormes desfases de sus sondeos y, en algunos casos, de la derrota de sus clientes.

Y claro, ante ese panorama, en el cual siguen siendo los expertos del tema y al mismo tiempo los únicos responsables de sus desaciertos, quedan latentes los mismos interrogantes: si esas empresas de sondeos, ya no producen resultados fiables, ¿quién los puede generar? ¿Y si esas empresas se siguen equivocando, y equivocando en forma tan escandalosa, ¿por qué no confiesan su incapacidad para hacer el oficio que hacen? No se trata de una simple crisis: lo que se vivió el 24M es una debacle.

Voto nulo, voto escondido, guerra sucia, volatilidad de los electores, fragmentación partidista, indecisión electoral, voto uninominal o plurinominal, voto en lista… Nadie dice que ese oficio es fácil. Pero quienes lo ejercen tienen que tener las herramientas, los métodos para lograr certezas en medio de esa complejidad. Sin embargo, en las elecciones del 24M es sobrecogedor comprobar que algunos de los ganadores (para alcaldes o para prefectos) ni siquiera figuraban en los resultados anunciados por los encuestadores.

Esta realidad se constata con particular inquietud. Porque la sociedad no necesita gurús que, amparándose en las ciencias sociales, expliquen con lujo de detalles por qué no hacen bien su trabajo: necesita empresas que, en medio del marasmo contemporáneo y del desasosiego, puedan generar certezas. Lo que espera la sociedad de las empresas de sondeos son datos duros. El resto es puro adorno.

Las empresas de sondeos quedan enormemente golpeadas en su credibilidad. Y el 24M no fue la excepción sino la confirmación de una tendencia que dice que muchos de sus métodos de medición han prescrito. Y que ahora, en vez de encuestas reales están inventando cifras o leyéndolas en una bola de cristal.

Ilustración: JPerez/4P. 

16 Comments

  1. Las estadísticas y las encuestas son como las minifaldas: enseñan lo interesante, pero esconden lo principal.

  2. Felicitaciones estupendo análisis, así es las encuestadoras no cuentan con herramientas técnicas para que realicen un trabajo científico. No es únicamente en las últimas elecciones, sino que desde elecciones pasadas los datos entregados por las encuestadoras no son creíbles

  3. En realidad los encuestadores se están equivocando mucho, se dice que por favorecer a los clientes o se dice porque el votante decide el momento que va a la urna, en todo caso ya no hay en quien creer. Un problema mas dejado por la época corrupta

  4. Acertado su tema de análisis, en particular cuando se tiene conocimiento sobre el tema. Hablaba con un colega y ambos coincidíamos que creemos en la “buena estadística”, la cual ha podido mostrar patrones de comportamientos y predecciones, pero esa es la estadística bien hecha; la supuesta “estadística” que realizaron ahora último no es más que un mecanismo de marketing para engañar a la gente y hasta sus propios contratantes; creo que en su análisis le faltó ser duro que aquellas “encuestadoras que se venden”. Y aquí viene el debate sobre el daño que hacen estas disque encuestadoras a la sociedad a interés público … valdría la pena realizar una estadística sobre la confiabilidad que le tienen a esas encuestadoras y cuánto daño le hacen para construir la tan anhelada democracia.

  5. Las encuestas muchas veces son contratadas por los candidatos que desean utilizarlas como estrategias de campaña, por lo tanto lo realizadas a medida y son publicadas para impresionar a contribuyentes de campaña, competencia y votantes…creo que es uno de los motivos por los cuales las encuestas no están reflejando la realidad

  6. Yo creo que decir que “Lo que espera la sociedad de las empresas de sondeos son datos duros” no es del todo verdad. Yo creo que los candidatos necesitan mas urgentemente los “datos duros”, pues ellos deben darse una dosis de verdad unos dias antes de las elecciones. Estan tan equivocados a visperas de las elecciones, en parte por los datos que les dan las encuestadoras, que se creen ganadores antes de las elecciones. Eso fue evidente, por ejemplo con los alcaldias de Quito, Cuenca o Azogues.

  7. Me pregunto ¿Cuál es valor de una predicción de resultados electorales?
    Para los qué contienen como candidatos es una herramienta muy importante para ajustar su estrategia. Pero para el elector ? Que valor tiene un resultado de una encuesta ? Si el elector es neófito en el asunto, puede ser de algún valor, pero para la mayoría de los electores que valor tiene?

  8. De lo que he leído, las muestras rara vez pasan de 2000 o 3000 encuestados a nivel nacional, a nivel local debe ser mucho menos. Con tanto candidato, realmente es imposible dar un resultado con una aproximación aceptable. Tienen que ampliar la muestra lo suficiente para evitar bochornos.

  9. Saludos.

    Acertado su tema de análisis, en particular cuando se tiene conocimiento sobre el tema. Hablaba con un colega y ambos coincidíamos que creemos en la “buena estadística”, la cual ha podido mostrar patrones de comportamientos y predecciones, pero esa es la estadística bien hecha; la supuesta “estadística” que realizaron ahora último no es más que un mecanismo de marketing para engañar a la gente y hasta sus propios contratantes; creo que en su análisis le faltó ser duro que aquellas “encuestadoras que se venden”. Y aquí viene el debate sobre el daño que hacen estas disque encuestadoras a la sociedad a interés público … valdría la pena realizar una estadística sobre la confiabilidad que le tienen a esas encuestadoras y cuánto daño le hacen para construir la tan anhelada democracia.

    • De acuerdo con usted, que fracaso tan ruidoso de todas las empresas encuestadoras y que poco nivel de autocrítica. Ya es hora de que, a la luz de experiencias como la del CIS de España o del Instituto de Opinión Pública de la PUCP de Perú, alguna institución académica y de investigación sería empiece a trabajar con más rigor los temas de opinión público.

  10. Don José, varias acotaciones a su publicación. Primero, conozco al menos una encuestadora que no ha fallado en sus datos, en los últimos 10 años por una razón simple… no son encuestadora, son una empresa de estudios cuali y cuantitativos, de ahí su eficacia. Conformarse con hacer encuestas, con muestras mal calculadas, y nada más, lleva a los errores que hemos visto.
    Segundo, los métodos vigentes en ciencias sociales, sufren cambios vertiginosos y las llamadas “justificaciones por el error” en realidad deberían será parte de las variables de estudio, no justificaciones ad post; son parte de esos cambios vertiginosos que ya forman parte de la vida diaria de la población, no pueden ser tratados como elementos ajenos.
    Por último, comentarle que un estudio de intención de voto… es solamente una herramienta de medición de las probabilidades que un candidato tiene de ganar; para incrementar esas probabilidades, o mantenerlas, necesita una estrategia de comunicación fuerte, profesional y especializada… no la que hemos visto, candidatos confiando en “asesores políticos” fraguados a última hora, vendiendo humo… que sumado a la bola de cristal que utilizan la mayoría de encuestadoras, sin remedio terminan en fracaso de una candidatura. Son varios los factores del mal rumbo de los candidatos, no solo las encuestas de pacotilla.

  11. Exactamente Sr, Hernández, hay gurús en todas partes, unos vaticinan mal , otros bien, hay quienes vaticinaron que el voto nulo para el CPCCS era la solución, se equivocaron y ganaron los partidarios del que vive en un ático. Y ahora que hacemos ?.

    • Carlos, es respetable su opinión. Pero qué le parece si sofisticamos, digámoslo así, la mirada: nunca ha habido un voto nulo que sume 23%. Y es una evidencia, en el análisis (esperemos a que salgan algunos de los expertos que están trabajando sobre el tema)que mostrarán lo que ocurrió en ese campo. Además es absolutamente inexacto decir que ganaron los representantes del expresidente. Hay otro partido que está tratando de hacer mayoría en el CPCCS y, para eso, piensan usar un informe que da vueltas este rato en el CNE. Esperemos un tris más—

    • Don José, en su artículo usted indica con “certeza” que la sociedad necesita empresas que generen certezas pues debo decirle que las certezas realmente no existen simplemente porque el futuro es estocástico y NO determinístico. Los métodos estadísticos que se usan no se pueden cambiar a menos que nuevos teoremas sean probados y que también se pruebe la invalidez de los actuales teoremas lo que es imposible. Estoy seguro que usted sabe sobre el estudio de aceptación de una hipótesis sobre otra con un especificado porcentaje de nivel de confianza. Querido José, la sociedad es la derivada de la tecnología con respecto al tiempo.

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