Los cambios, digamos las revoluciones que hace falta para romper el inmovilismo que ancla al pasado, son complejos por la conducta reacia de las gentes que requieren sostener sus privilegios o sus prejuicios, aunque de ellos devienen perjuicios. Y por el acomodo politiquero que no enfrenta esa reticencia. Esto sucede cuando se propone reformar las leyes laborales y acabar con un sistema de seguridad social empobrecedor, ineficiente y socialmente pernicioso. Son temas tabú. Apenas surge una propuesta, los resentimientos sociales, los prejuicios y las pasiones ideológicas impiden una mínima perspectiva sobre la realidad.
De esa abyección ha sido víctima el actual Presidente del Consejo Directivo del IESS, el socialista y excorreísta Paúl Granda. Neófito en la materia, él descubrió que estructuralmente el sistema de seguridad social está colapsado no porque los gobiernos hayan usado sus recursos para financiar gasto público o porque los políticos han llenado de burocracia el IESS o porque los corruptos se han enriquecido con las compras y construcciones. No por eso, sino porque las aportaciones son insuficientes para sostener el sistema. Granda merece una repelada. No porque haya dicho esto y que se debe pensar en incrementar la edad de jubilación, sino por su irresponsabilidad en hacer declaraciones sin tener una propuesta, una alternativa, una posible solución. Granda, como es común en este gobierno, se engolosina con las entrevistas solo para decir sin proponer. De esa forma, el debate termina en el bla bla insulso y no en abordar las transformaciones y, peor, ejecutarlas.
Los aportantes se benefician de una solidaridad abusiva. Veamos, los aportes para seguro de salud y de jubilación (sumados el patronal y el personal) son insuficientes. Los hijos menores tienen cobertura de seguro de salud sin ninguna aportación. Los jubilados tienen cobertura de seguro de salud, con cargo a las aportaciones pasadas. ¿Hay alguna empresa de seguro de salud que paga gastos médicos sin aportaciones actuales, que financie esa prestación? Como el aporte es insuficiente, los seguros que benefician a los jubilados se pagan con lo que aportan los afiliados activos. Llegará el momento en que para los aportantes actuales no tendrán cuando se jubilen y no habrá forma de financiar ni su seguro médico y, peor, las jubilaciones. Por eso el Estado debe financiar el 40% de aportes, lo que una monstruosa injusticia redistributiva. Los que no tienen empleo ni están afiliados, ceden parte de los recursos fiscales a favor de los privilegiados con empleo.
El sistema de aseguramiento necesita una revolución. Un cambio que no quede en ajustes al mismo modelo de reparto, sino uno nuevo que recoja las mejores experiencias de sistemas de aseguramiento del modelo de cuenta individual. Hay que ajustar la edad de jubilación a la expectativa de vida, corregir el descuadre entre los aportes y las prestaciones y, sobre todo, acabar con el monopolio estatal que permite el secuestro político de los recursos previsionales y la condena a las nuevas generaciones, atrapadas por el anacronismo mental de políticos y dirigentes sindicales.
Es obvio que es inútil esperar que este gobierno emprenda esta tarea. Paúl Granda no tuvo la delicadeza intelectual de exponerse ante los medios, más allá de la simpleza del que descubre el agua tibia. Mostró la improvisación del que llegó a ese cargo sin una agenda, sino como premio consuelo.
Algún rato, y llegará, se deberán enfrentar con entereza estos cambios que parecen imposibles. Romper el molde en el que se forjaron las leyes que regulan las relaciones laborales y las de aseguramiento y habrá que pasar por encima de los inmovilistas que encadenan el futuro a sus dogmas. El IESS, tótem del estatismo, sobrevive consumiendo los recursos que casi inconscientemente se descuentan de la nómina de los trabajadores que, en contraparte, reciben una pésima cobertura de salud y luego, pensiones insuficientes porque parte de sus aportes no alimentaron sus fondos personales previsionales sino que fueron a la bolsa común de la solidaridad. Esto es crucial y debe estar en la agenda electoral que se avecina.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Eso suena a un mundo imaginario. Opino que nunca en la Historia de la Humanidad Algún ser vivo se ofreció liderar a las masas políticamente hablando y administrar los recursos ¨ sin que exista de por medio la ambición de hacerse de una buena parte de esos recursos¨ ya sea de manera grotesca y osada ó de manera Disfrazada como ahora HACIENDO OBRAS QUE TODOS CONOCEMOS ESTAN SUPER INFLADAS. dando la sensación al pueblo sin educación de que son buenos funcionarios solo por que hacen MUCHAS OBRAS. QUE INGENUOS
El IESS se ha convertido en un ovillo monstruoso, hilvanado con la corrupción política, y sus perversos ingredientes demagógicos, electoreros, culturales y una ideosincracia ciudadana que vive engañada de un Estado”benefactor” que ha sido el artífice para empujar la Seguridad Social al abismo y agravando el panorama con unas leyes laborales estúpidas y farisaicas que impiden la creación de trabajo y por consiguiente el aumento de la base piramidal de aportantes, ahora como si fuera poco , emergen las enfermedades catastróficas que pueden ser el determinante para hundir todo el barco maltrecho. En resumen nuestra tragedia ,tener políticos que viven de la política y no para servir al país.
Muy flojo de contenido el comentario. Que se recupere el dinero robado a los afiliados. Que la administración no sea de un Director que da cuentas al Gobierno pero no a los afiliados. Que el Estado pague la deuda. Muy simplista el abordaje del tema. Diego ha escrito en otras ocasiones, algunas cosas buenas. Pero en este tema, es muy flojo, que no haya IESS. Eso es tapar a tanto despilfarro.
El IESS tiene que ser administrado con solvencia profesional, conocimiento de gestión, transparencia en el uso de los fondos, honestidad para transformar de un botín político, casa de beneficencia , caja chica de los gobiernos de turno, en una institución eficiente, eficaz y acorde a las nuevas demandas de la población beneficiaria como: trabajadores en relación de dependencia (públicos y privados) , aportantes de seguro voluntario (trabajadores autónomos), grupos vulnerables (hijos de los afiliados, amas de casa, campesinos, recicladores y otros). Uno de los requisitos principales, es que todos deben ser aportantes. Si estas poblaciones no aportan para la cobertura del IESS, se los debe TRANSFERIR al plan prosperidad del Gobierno Central para ser beneficiarios de los bonos de desarrollo.
De esta forma los trabajadores tendrán mayor responsabilidad en la forma de administrar el IESS, en cuidar sus recursos y en pedir cuentas claras a todas las administraciones, evitando el clientelismo político y los robos (Ramiro Gonzales de AVANZA , Richard Espinoza de Revolución ciudadana). Exigirán contabilidad al día para evitar malversaciones, y desaparición de fondos como ocurrió en la década y bolsillo correista. Deben realizar un estudio serio de los beneficios y de los costos que ahora tiene el IESS con las leyes actuales y establecer si la institución se beneficia al tener a trabajadores de 70 a 80 años donde todas las enfermedades aparecen y los costos de salud se triplican, transformándose el trabajador en carga para la empresa .. hay que proceder a realizar un inventario de las enfermedades que aparecen a partir de los setenta….. para decidir si es viable lo propuesto entre bombos y platillos por el Sr. Paúl Granda.
Diego usted como que esta muy contaminado por aquello de eliminar toda entidad estatal que huela a corrupción? Leído su columna también peca por no aportar nada para “revolucionar” el IESS igual que Granda. Veamos el siguiente aporte: se debe reformar la forma de elegir a los representantes al Consejo directivo, los que aportamos a IESS como trabajadores, empleados públicos y privados, campesinos y empleadores con un padrón claro y transparente debemos convocar a elecciones a nuestros representantes bajo requisitos muy estrictos como patrimonio, vida ética y pública, formación de tercer nivel, (excepción de trabajadores y campesinos), probidad notoria, sin afiliación política partidista. No debe haber ningún representante de ninguna función del Estado en el consejo directivo, ni en ningún otro nivel. Los fondos los sabremos manejar con transparencia a favor de los afiliados y jubilados y nunca más debemos prestar dinero a ninguna entidad del estado.
Su artículo adolece de varios errores aunque tiene algunos aciertos
Ud. dice “Neófito en la materia, él descubrió que estructuralmente el sistema de seguridad social está colapsado no porque los gobiernos hayan usado sus recursos para financiar gasto público o porque los políticos han llenado de burocracia el IESS o porque los corruptos se han enriquecido con las compras y construcciones.” Y ahí tiene razón.
El principal problema del IESS es un tema de poder, es controlado por los deudores, en el IESS, los principales son el gobierno central y los empresarios y si Ud. se imagina un banco controlado por los deudores, seguro quiebra, eso pasó en el feriado bancario. Por tanto en el Consejo del IESS solo deben estar los representantes de los afiliados y jubilados elegidos por elección universal, directa y secreta.
Ud. dice “sino porque las aportaciones son insuficientes para sostener el sistema.” Verdad a medias, primero porque no hay un estudio actuarial transparente al respecto, segundo, porque para los aportantes de mayor salario, eso no es necesariamente cierto y tercero, por otro lado para los aportantes de menores salarios o del seguro campesino, el estado debe necesariamente subsidiar sus aportaciones.
“Como el aporte es insuficiente, los seguros que benefician a los jubilados se pagan con lo que aportan los afiliados activos.” Verdad, porque el IESS se ha ido financiando a lo largo de los años como una pirámide de Fonsi, es decir los nuevos aportantes financian a los viejos. Pero cuando cambia la pirámide poblacional o aumenta el desempleo o hay muchos jóvenes que trabajan varios años en el exterior y luego regresan al país, este esquema erróneo deja de funcionar. El IESS debe financiarse solamente con las inversiones de los aportes individuales y de los subsidios a los seguros aportados por el estado, al que nunca debe prestarse porque nunca paga.
“Hay que ajustar la edad de jubilación a la expectativa de vida, corregir el descuadre entre los aportes y las prestaciones y, sobre todo, acabar con el monopolio estatal que permite el secuestro político de los recursos previsionales y la condena a las nuevas generaciones, atrapadas por el anacronismo mental de políticos y dirigentes sindicales.” De acuerdo, pero recuerde que el IESS no es del estado, es una entidad pública no estatal según la constitución.
Por último hay que recordar que gran parte del aporte del estado se debe a las deudas pasadas como por ejemplo la de la dolarización cuando una deuda de quizás 25000 millones de dólares o quizás más alta (habría que estimarla) se dolarizó y los aportes sustanciales de los afiliados fueron convertidos en centavos, constituyendo una gran estafa.
Y no Señor, el IESS no debe desaparecer sino ser reformado, es claro que debe aumentar la edad de jubilación debe aumentar quizás a los 65 años por el aumento de la esperanza de vida, el Consejo del IESS debe cambiar y la administración del IESS debe contratarse a una empresa privada seleccionada con apoyo de la OIT. Los hospitales deben administrarse con una corporación público-privada.
Lo dicho: el debate sobre la reforma al sistema de seguridad social del Ecuador o en su defecto, una completa reestructuración del IESS es un tema tabú que saca ronchas y provoca una cínica indignación en los defensores del inmovilismo. Es bueno recordar lo que dijo la inefable Betty Carrillo, correísta de cepa, en el 2015: “es un error pensar que el IESS es de los afiliados…” Con este antecedente, la realidad es más clara que la luz del mediodía: el IESS no pertenece a los afiliados sino a los politiqueros y a la mafia de burócratas que hacen gobierno. Inclusive, el representante del gobierno de turno, por ley, es el presidente del directorio. Lo mismo pasa con el pueril engaño de que las empresas públicas pertenecen de los ciudadanos. Todo, absolutamente todo, pertenece a la corporación de los politiqueros de turno y a la mafia burocrática que, cual sanguijuelas, exprimen la savia de la nación. Todo este engaño es propiciado por quienes han vivido y viven del dinero ajeno: izquierdistas, populistas ya sea izquierda o de derecha… ¿Qué hay de malo en llevar a debate los temas para salvar el sistema de seguridad social a largo plazo? Miremos hacia el futuro, 30 años o más. Sólo un ejemplo de la contradicción populista: indignados los correístas e izquierdistas, hasta la derecha populista de Nebot, todos miopes e interesados en lo electorero, se rasgan las vestiduras con la sola mención de retirar la atención médica para los hijos y cónyuges de los afiliados, cuando todo el mundo sabe que esa decisión correísta jamás tuvo financiamiento. Entonces, ¿para qué está el sistema de salud pública con los tan publicitados hospitales del correato donde la atención es gratuita y de primera?
La idea central no seria eliminar el IESS ya que muchas personas que si lo necesitan son beneficiadas por este ente si bien es cierto no todas pero se debería poner orden en esta institución donde se debería hacer un control mas estricto en cuanto a los grandes representantes de esta organización la cual busquen medidas de cambio y soluciones para erradicar este problema que tiene hace ya varios años el problema esta en encontrar personas que quieran hacer lo correcto sin perjudicar a los demás, personas que sean preparadas y no busquen enriquecerse con dinero que no les pertenece.
Gran cantidad de dinero es la que se ha perdido por malas administraciones del mismo. Y claro está, el IESS un gran ejemplo, manejados de forma irresponsable, a conveniencia y en beneficio de quienes tienen el poder sobre ella, y esto no es algo nuevo para nadie, todos estos años ha sido una cadena de retrasos, deudas y demás. La solución para este problema no es generar de alguna manera ingresos, ya que de todos modos, se volverá a discutir los mismos temas, sino más bien, generar nuevas políticas y reformas que permitan una correcta administración, empezando incluso por quienes estén a cargo, sean profesionales de calidad y que estén altamente capacitados para poder desempeñar correctamente sus funciones y no como lo estamos percibiendo ahora…