Las implicaciones de retirar el asilo a Assange aún están por verse. Algunas se dilucidarán en el plano internacional y otras, las más inmediatas y con efectos directos, se observarán en la arena local. Una de ellas, quizás la de mayor trascendencia política para el gobierno nacional, tiene que ver con el enjuiciamiento que la Asamblea Nacional intenta dirigir hacia la ex Canciller María Fernanda Espinosa. Tan importante es la decisión que la legislatura deberá asumir, y que Carondelet avalará con los votos oficialistas, que allí se juega el futuro del actual Ministro José Valencia. Más aún, en el desenlace del juicio político se pone en juego la continuidad o no de la agenda de reordenamiento de las relaciones internacionales del Ecuador, tantas veces mencionada como uno de los hitos del actual gobierno.
Aunque las acusaciones en contra de la Sra. Espinosa son muchas y han venido juntándose a lo largo de la última década, las relacionadas con la concesión de la nacionalidad ecuatoriana a Assange tienen una connotación especial. No se trata siquiera de que esta sea la infracción más grave imputada a la ex Canciller o que este hecho sea el que mayores repercusiones internacionales genera al gobierno. Lo de fondo aquí es que quien plantea la denuncia no es la oposición política u otro sector social sino el propio Ministro de Relaciones Exteriores. Por tanto, lo que se debatirá en la Asamblea Nacional va más allá del juzgamiento político a la ex Canciller. En realidad, lo que se discutirá es en qué medida la Sra. Espinosa sigue ejerciendo poder en el gobierno nacional. Mejor aún, lo que el país conocerá en pocas semanas es si la influencia del ex Presidente Correa efectivamente ha sido relegada de Carondelet o si, por el contrario, ha retomado con mayor fuerza y vigor.
En efecto, las valientes y decididas declaraciones del Ministro Valencia sitúan ahora mismo al gobierno nacional ante una difícil encrucijada. Si los votos de Alianza País no van en la línea de la moción de censura a la gestión de la Sra. Espinosa, dicha decisión será asumida por el país como un indicio claro de que los hilos del gobierno siguen manejados por mentes lúcidas, corazones ardientes y, esencialmente, manos limpias. Demás está decir que si Alianza País vota en contra de la censura a la Sra. Espinosa, el corolario inevitable sería la renuncia del actual Ministro de Relaciones Exteriores. ¡Cómo quedarse cuando el propio gobierno no defiende la posición de su Canciller! Demás está decir también que en dicho escenario buena parte de lo avanzado en términos del reposicionamiento del país en el contexto internacional sería puesto en duda.
Menudo conflicto tiene el gobierno y sus operadores. Ahora mismo deben diseñar una estrategia tanto para disciplinar a su partido como para persuadir a los legisladores indecisos en el sentido de que no censurar a la Sra. Espinosa los coloca en una posición política difícilmente sostenible. Más complicado aún se torna el panorama para el gobierno cuando hace pocas horas algunos asambleístas oficialistas no solo han decidido tomar las de Villadiego sino que incluso están pensando en la opción de volver al redil en el que nacieron políticamente. Como se ha dicho, la denuncia del Canciller Valencia coloca ahora mismo a los asambleístas ante una suerte de referéndum ad-hoc: si votan en contra de la censura a la Sra. Espinosa, se entenderá que apoyan la política exterior de la década pasada. Si deciden en sentido contrario, la opinión pública recibirá el mensaje de que hay una intención real de aunar esfuerzos por el cambio en la agenda internacional del país.
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Cualquier decisión política implica un costo a pagar y un beneficio a recibir. Esa es la lógica que está detrás de cualquier proceso de esta naturaleza, y acaso de cualquier acción humana, dirán algunos. Cuando el costo es menor que el beneficio, se asume que la decisión ha sido eficiente. En el caso contrario, se genera un reproche hacia el responsable de la medida. Si el tomador de la decisión es un político y el asunto sobre el que debe dirimir involucra temas de interés público, el reproche se manifiesta de forma abierta y en los espacios que la democracia ha previsto para el efecto. En el caso del juicio político a la Sra. Espinosa, en la arena legislativa se deberá decidir, por tanto, si el gobierno y Alianza País están realmente empeñados en el cambio y la transición o si más allá del discurso su matriz altiva y soberana sigue primando. En realidad, al único sector que genera más beneficios que costos decidir por la no censura a la Sra. Espinosa es al correísmo y sus cercanos. Saber en qué orilla se ubican los legisladores y el gobierno es solo cuestión de tiempo.
Santiago Basabe es académico en la Flacso.
Un análisis contundente que, ojalá, les sirva de premisa a los asambleístas, les haga reflexionar y decidan actuar con calidad moral , sancionando y censurando a Espinosa por sus indebidas e irregulares actuaciones, por decir lo menos, que han llenado de vergüenza al país.
La Paraplejia cerebral de muchos, con excepciones,de los indeseables asambleístas, es arrolladora..En momentos de decidir en volver a poner en rumbo al Ecuador,y todavía dudar como votar o a favor o en contra, tiene que predominar el sentir patriotico y no el ideológico..
Todo lo dicho por el columnista funciona donde hay lógica y coherencia, pero en el estiercolero que es la Asamblea y Carondelet no aplica.
El resultado final, a cualquier costo y para alegría de Moreno, será la “no censura”, es que no hay que esforzarse para predeterminada, si Moreno hubiera querido deshacerse de Espinoza; con tantas evidencias de sus patrañas; ya la hubiera botado hace rato
La ex Ministra Espinosa al conceder la nacionalidad a Assange, a través de subalternos que la firmaron, ya que sabía que actuaba no en su papel de Canciller, ni siquiera de ecuatoriana, sino como agente rusa (actuando por premio o por ideología, no importa), pretendió generar un escudo que la proteja en un futuro juicio político. Veamos si llegado el momento, le sirvió o no.
Los Alianza Pais (extrañan el redil) están muertos de miedo, que vergüenza que se hagan los locos y huyan cual conejos de su responsabilidad ante el Pais, si tuvieran algo de decencia deberían renunciar.
Que tristeza.
Don Santiago, muy bueno su análisis. Felicitaciones.
Nunca antes como ahora, a Moreno se le podría aplicar aquella sentencia de William Shakespeare: “SER O NO SER, ESA ES LA CUESTIÓN.”
¿Tendrá el suficiente y necesario liderazgo para que los ex ovejunos, ahora “morenistas” por conveniencia, voten a favor de la censura?
“Amanecerá y veremos, dijo el ciego”…y últimamente se lo nota medio ciego a don Lenin.
Y en qué orilla está el Ecuador? Sería vergonzoso que el Gobierno y los legisladores honestos ,no respalden con toda contundencia al actual Canciller, es inadmisible que primen a raja tabla los intereses de grupúsculos políticos que solo les ha importado su codicia, basta ya de tanta corrupción y cobardia.
Espinosa ó Valencia?.
Pobre Canciller Valencia, en manos de Mangas…
Santigo Basabe, con lógica demoledora, plantea al gobierno la vital alternativa de ser o no ser. Bien sabemos que para todo sirven las opciones menos para huir de ellas y peor aún para claudicar con una decisión que sería vergonzante e indigna. Si los asambleístas de Alianza País votan en contra de la censura de la ex Canciller María Fernanda Espinosa, se estarían alineando, de hecho, con Correa y el correísmo, con su política exterior de vergüenza e indignidad, alejada de los derechos e intereses nacionales, y con su década de corrupción e impunidad, pues a todo ello representan.
Sería, por tanto, el triunfo del oprobio y la consentida claudicación de Moreno y de su gobierno. En definitiva, sería el principio del fin del gobierno de Moreno y, en este caso, merecidamente, como inmerecidamente para el Ecuador la resucitación de Correa y el correato para desgracia y maldición de la Patria. Si esto se da, los ecuatorianos no deberemos permitirlo en calles, plazas y caminos, precisamente, por amor de Patria y por Honor Nacional.