La historia latinoamericana ha producido hombres y mujeres ilustres que, en momentos de tribulación, contribuyen con su correcto y valiente accionar a redimir a los pueblos de distintos azotes; ya sean políticos, ideológicos o de otra naturaleza.
En el caso ecuatoriano tenemos destacados personajes que han jugado ese rol; y como suele pasar en estos casos, muchos fueron injustamente desvalorizados. Sus acciones solo con el tiempo pudieron ser comprendidas en la correcta magnitud de su legado para la posteridad. Hemos tenido algunos: Eugenio Espejo, Manuela Cañizares, Juan Pío Montufar, Vicente Ramón Roca, Vicente Rocafuerte, entre otros. Todos ellos fueron en su época ciudadanos comunes que, fieles a sus ideales, enarbolaron principios y llevaron adelante luchas que nos legaron libertad y democracia.
Cuando las democracias sufren embates autoritarios, personajes con estas características son añorados, invocados en el desespero de tener días mejores quizás porque, en el fondo, sabemos que personas de esa categoría son seres extraños que están dispuestos a sacrificar su propia vida si es necesario, por el bien de los más altos principios. Visionarios como son, su accionar siempre tiene que ver con bienestar de los demás y saben que los cambios fundamentales se logran, muchas veces, desafiando el statu quo o el poder constituido a cambio de sus propias vidas.
En tiempos en que el Ecuador vivía inmerso en la lógica de la violencia, la polarización hizo carne en muchos espacios y la corrupción se infiltró hasta el tuétano de la institucionalidad amenazando con quedarse para siempre. Muchos invocábamos la presencia de un prohombre que ojalá pudiese sacarnos de la angustiante situación en la que estábamos.
Y en medio de esa zozobra se abrió una luz en el camino: desde la ciudadanía surgió un personaje que, con la experiencia y el cuero curtido de haber caminado con el pueblo durante décadas, tomó sobre sus hombros el peso de la reconstrucción de la Patria. Julio César Trujillo puso al servicio del Ecuador todo lo que tenía: física e intelectualmente, equipado con tremendas armas: la honestidad y el sentido común y con eso desarrolló una tarea, dándonos cátedra a todos, sobre cómo afrontar con valentía la lucha contra la corrupción.
No le tembló la voz y pronunció varias veces y de frente a los implicados, mirándolos a los ojos, aquella palabrita que muchos pronunciamos bajando el volumen: CO–RRUP–TOS.
Una misión como la que él emprendió, como es lógico, no podía desarrollarse sin detractores, pero también supo enfrentarlos con frontalidad, apalancado en el escudo imbatible de la verdad. Seguramente, sus aciertos también estuvieron acompañados de algunos errores. No obstante, nos regaló un pedazo enorme de institucionalidad porque quizás su mayor legado para el país será una Corte Constitucional independiente y sólida, confiable ciento por ciento.
El trabajo de los hombres y mujeres ilustres, aquellos que luchan incansablemente por los demás, está labrado por el sacrificio, la sencillez de sus vidas, la conciencia social y el compromiso sincero con la defensa de los derechos y las libertades.
La lucha de Julio César Trujillo es una lucha por la libertad que nos independizó del yugo de una Justicia politizada, de una Fiscalía decadente, de poderes serviles al gobierno de turno. Su obra, quizás no sea comprendida hoy por hoy en su justa dimensión, tal vez deban pasar unos años para reconocer lo que logró. Para reconocerlo como un prócer que luchó contra los desafueros de la peor revolución.
Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA.
Dr. Trujillo gracias por servir a su Patria y dejar un legado de valores. Las personas de bien, siempre lo recordaremos como un verdadero caballero, gran profesional pero sobre todo un ser humano impecable.
Creo que la positiva obra de Julio César Trujillo Vásquez, si ha sido comprendida en su gran dimensión por los ecuatorianos, claro que eso al corrupto Correa y su pandilla les hirió en sus bolsillos, por eso obviamente han lanzado sus criminales ataques contra este gran hombre. Julio César Trujillo nos ha librado de mucho de la enmarañada trama correista para asaltar el poder, por eso ocupara en lugar prominente en nuestros pensamientos y en la historia.
Es muy agradable leer capítulos así como también historias de gente con tan alto valor y coraje en defensa de su pueblo.
Personalmente yo no conozco a este señor, Julio Cesar Trujillo, pero tengo a bien haber leído parte de su vida, me enorgullece como ciudadano ecuatoriano, al mismo tiempo me entristece que mi país no esté súper poblado de Julios Cesar’s.
Me imagino que , aquellas personas a quienes con vehemencia llamaba CORRUPTOS se estarán alegrando por sus condiciones de salud, pero quedó establecido que estos personajes no tienen cabida peor libertad para vivir en paz y tranquilidad.
PS; PROPONGO QUE SE CREE UNA JULIO CESAR LEY PARA TRATAR A CORRUPTOS Y LADRONES POLÍTICOS.
El honorable Julio Cesar, el único ecuatoriano que las tiene bien puestas! La patria se lo agradece!!!
Hombre valiente que no comulgaba con la corrupción y como la editorialista lo relata se jugó la vida por la Patria, pudo haberse quedado en su casita siendo un expectador más viendo como la corrupción minaba casi todos los estamentos del poder pero no fue así se puso de frente y lucho a brazo partido para sacar a la luz casos de corrupción aue muchos sabian pero no se atrevían a denunciar mucha gente ya sea opor miedo o por quemeimportismo. Dios sabrá darle su recompensa a su alma en su en el lugar Celestial, ya que en este mundo la mayoría de la gente es mal agradecida. Bendiciones para el señor Trujillo.
Grande Julio Cesar, como su nombre lo indica.
Descanse en paz doctor Trujillo. El Ecuador entero, menos los que sabemos y que usted combatió, le está agradecido por haber demostrado en su vida ser un ciudadano ejemplar, de alta preparación intelectual y acrisolada honradez puestas al servicio de los más caros intereses de su patria. Su avanzada edad y las dolencias que lo aquejaban no fueron obstáculos que le hayan impedido cumplir con los dictados de su conciencia prácticamente hasta el último de sus días, especialmente desde el relevante cargo que desempeñó al frente de una otrora controvertida entidad que usted expresó abiertamente que debería desaparecer por nefasta y atentatoria contra la independencia de poderes, favorecedora de obscuros intereses de políticos nefastos (dictadorzuelos de turno) y en claro perjuicio de la mayoría de los ecuatorianos. Como desagravio post mortem para el doctor Trujillo, debería publicarse repetidamente, por la prensa escrita y televisiva, las fotos de los que provocaron el agravamiento de la salud y consiguiente deceso del doctor Trujillo, con los insultos y ofensas que gratuitamente le profirieron, para que así queden estigmatizados ante todo el Ecuador, pese a que escupieron para arriba y logrando salpicar únicamente a quienes los mandaron a cumplir ese acto infame y que son de sobra conocidos.