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Los curuchupas ahora sí defienden la Constitución

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Nadie se lo hubiera imaginado, pero los voceros de los sectores más conservadores de la sociedad ecuatoriana se convirtieron durante las últimas 48 horas, al menos en redes sociales, en los más apasionados y fervientes defensores de la Constitución de Montecristi.

Bastó que la Corte Constitucional legalizara el matrimonio entre personas del mismo sexo, para que representantes de los sectores que jamás nadie se imaginó que hubieran salido a defender ese texto que fue aupado por el gobierno de Rafael Correa, lo hicieran apasionadamente. Es más, la defensa se centró en uno de los artículos a los que más empeño e interés le puso Correa mientras se redactaba, bajo su inspiración y control, la Constitución que se suponía debía durar 300 años: el que establece que el matrimonio es exclusivamente entre un hombre y una mujer.  “Para qué votan millones de ecuatorianos por una Constitución, si luego cinco personas deciden cambiarla como les da la gana”, decía en un tuit el legislador pro vida Héctor Yépez, de CREO. “Tiene nombre y apellido: ACTIVISMO JUDICIAL DE IZQUIERDA. En este caso, lamentablemente, sin respetar ni acatar la Constitución votada por millones de ecuatorianos”, sostenía por su lado el asambleísta por Tungurahua, Esteban Torres Cobo.

¿Desde cuándo estas voces del conservadurismo más radical habían defendido tan ardorosamente a los millones que votaron por la Constitución de Montecristi? Sorprendente, en todo caso. Otros, como el abogado Ricardo Noboa sostenía que se debía haber hecho una consulta para tratar el tema pues, según él, se trata de una reforma constitucional. De repente, a todos los conservadores les asaltó el amor a la Constitución de Montecristi.

Aunque la gran mayoría de quienes salieron el miércoles insospechadamente a defender  la Constitución hicieron cuidado de no mencionar la religión, la verdad es que su reacción estuvo estrechamente relacionada con ese tema. Y la asambleísta María Mercedes Cuesta fue muy clara en poner el tema religioso sobre el tapete en una serie de mensajes que escribió en su cuenta de Twitter, donde duramente ajustó cuentas personales con el catolicismo. “La vida me lo enseñó a golpes. La religión me hizo tanto daño. Siempre me sentí culpable, no poder comulgar porque era divorciada me consumía”, decía en uno de sus mensajes en Twitter. Poco más tarde de su serie de mensajes, Cuesta fue tan atacada e insultada por personas que sintieron vulnerados sus convicciones religiosas, que luego anunció que no volvería a hacer comentarios personales en esa red social sino que iba a limitarse a informar sobre temas relacionados a su trabajo legislativo. “Lo del matrimonio homosexuales no está reñido sólo con la religión sino con la naturaleza, mi estimada”, le dijo uno de los cerca de 80 usuarios que comentaron su tuit.

Los ataques a Cuesta y el debate, en general, dejaba en claro que lo que estaba en juego eran las convicciones religiosas y que la agresiva defensa del texto constitucional no era sino un paraguas para legitimar esa actitud.

Lo que los nuevos defensores a ultranza de la Constitución casi no mencionaron, con la excepción de unos poquísimos, es que en la decisión de los cinco magistrados que dieron paso al matrimonio igualitario había una posición frente a un conflicto sobre derechos. Una posición respaldada por un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, instrumento internacional que suscribió el Estado ecuatoriano y que la Constitución acepta como norma superior en temas de derechos. En otras palabras, los voceros del conservadurismo hicieron cuidado de no recordar que la misma Constitución de Montecristi, que incluye el artículo 67 que tanto defienden, también ordena que un tratado o una convención internacional que reconozca derechos más favorables prevalecerá sobre la Constitución.

Fueron, más bien quienes apoyaron a la Corte quienes salieron a recordar el tema de los tratados internacionales en temas de derechos.

Los críticos a la decisión de la Corte Constitucional se alinearon, de esta curiosa forma, con ardorosa pasión con uno de los textos en el que Rafael Correa intervino con mayor interés durante la constituyente de Montecristi y en el que más presión puso el ex presidente para que sea redactado. “Siempre he dicho que no estoy de acuerdo (con el matrimonio igualitario). La Constitución establece que el matrimonio es entre un hombre y una mujer”, dijo Correa en declaraciones a la prensa en el 2014. “Los niños, al ser adoptados, deben estar una una familia tradicional, no por ser tradicionalista, sino porque creo que la base de la sociedad es la familia hombre, mujer, niño”, decía asimismo el entonces presidente exponiendo un argumento que también fue muy utilizado el miércoles por quienes en el debate en redes rechazaron lo actuado por la Corte Constitucional.

Las voces más opuestas a la resolución de la Corte se alinearon así, pero en esto silenciosamente, a una vieja corriente conservadora y populista según la cual se debe proteger el marco jurídico local, ante cualquier exposición a ideas que vienen de fuera: la llamada autodeterminación de los pueblos, aunque fuera en temas de derechos. Se trata, en definitiva, de un pensamiento que busca impermeabilizarse del pensamiento y acción foráneas con el pretexto de la soberanía. Una idea que la perfeccionó Hans Frank, el abogado del nazismo que sostenía que las masacres en Alemania solo incumbían a los alemanes, y que la han seguido a pie juntillas quienes han tratado de negar derechos y libertades en sus feudos, como los criminales serbios en la guerra de los Balcanes o el sanguinario y despótico gobierno venezolano cada vez que recibía críticas por sus violaciones a los derechos humanos en Venezuela.

El debate que se disparó tan pronto como se supo que la Corte Constitucional, tribunal de última instancia, fue un curioso caso de defensa de la Constitución de parte de sectores que tradicionalmente se han opuesta a la misma. Tan curioso como que los sectores correístas, que tanto defendieron las convicciones ultra conservadoras de su líder Rafael Correa en el tema del matrimonio, no salieron a decir prácticamente nada. En efecto, las voces de quienes aún apoyan frenéticamente a Correa, como por ejemplo los asambleístas del correísmo ultra, no criticaron una decisión que hubiera puesto los pelos de punta a su líder si se la hubiera tomado durante su mandato.

En el fondo, en el debate que encendió la decisión de la Corte Constitucional de aceptar el matrimonio igualitario pesó más los prejuicios religiosos que el amor por la Constitución correísta de Montecristi o un supuesto apego incondicional al imperio de la ley.

29 Comments

  1. A ver: realidad biológica y genética el ser humano no es el mismo de hace 5000 años atrás, su biología y genética han cambiado a través del la actividad productiva. Si aceptáramos la teoría creacionista el primer criminal fue Caín, ha cambiado el ser humano? NO, porque sigue matando por el poder. Realidad social: no es la misma hace 500 años cuando se mandaba a la hoguera a las mujeres por brujas y se esclavizaba a los africanos. O hace apenas 80 años cuando el nazismo con la complicidad del papado quemaba miles de judíos, gitanos, etc. etc. El “diseño original” fue violentado miles de veces por curas pedófilos, papas que violentaron sexualmente a sus hijas e hijos, etc. etc.

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