/

¿Ecuador, sin ánimo de ofender, es un Estado teocrático?

lectura de 6 minutos

El matrimonio igualitario ha servido para resucitar monstruos y fantasmas que las religiones exorcizan en los confesionarios. Pero que al parecer trotan en las mentes de sus usuarios. No de otra forma se explica esta campaña virulenta, secundada por las jerarquías religiosas, en especial la católica, contra la comunidad GLBTI, sus defensores y, por supuesto, también contra la Corte Constitucional que por 5 votos contra 4 aprobó la medida.

Todo ocurre como si el país estuviera a mediados del siglo XIX cuando el Estado, para promocionar o admitir cambios en la sociedad, tenía que contar con la aquiescencia de la Iglesia. El retroceso que se observa no puede ser mayor. Y para aquellos que se sofocan al oír que Rafael Correa es responsable de regresiones absurdas, solo tienen que repasar lo que en estos casos promovió: meter a Dios en la Constitución de Montecristi. Dar privilegios educativos a la Iglesia en la Amazonía y Esmeraldas en un decreto con visos coloniales (1780 expedido en 2009) que por su carácter escandaloso fue reformado. Haber eliminado el plan ENIPLA, destinado a la planificación familiar y a la prevención de embarazo de jóvenes, y reemplazado por un “Plan Familia” cuyo presupuesto mayor era la abstinencia sexual. Haber perseguido hasta en su propio partido a las mujeres favorables al aborto en caso de violación. En definitiva, Correa se opuso a la educación sexual, al aborto en casos extremos, al matrimonio igualitario y usó al Papa para bajar la tensión política, cuando las manifestantes en Quito pedían su salida. La alianza con la Iglesia Católica le llevó a borrar la línea de separación del Estado y de la Iglesia que fue el motor de la revolución liberal a finales del siglo XIX.

Correa lastimó el laicismo y la educación laica, pivote fundamental de la reforma educativa surgida del liberalismo. Y basta volver a sus raíces para entender que la cruzada religiosa que hay en contra de los avances sociales en nuevos derechos (que incluyen el matrimonio igualitario), es un anacronismo. Esa cruzada se hace basada en concepciones literales de textos importantes para los creyentes, pero sin valor alguno en un Estado laico. Por eso los ataques, virulentos unos, y grotescos en su mayoría se inspiran en visiones sobre una supuesta naturaleza de los individuos y no sobre la realidad de la humanidad. Algunos permiten que sus creencias reemplacen la realidad. No dialogan con ella. No dialogan con la diversidad que acarrea lo humano; pretenden reducirla a sus convicciones.

El monólogo establecido en la esfera pública por aquellos que creen detentar la verdad revelada, no se hace en ese territorio incierto y plural en el que anidan las ideas y las polémicas que hacen honor a la democracia, a la sociedad (laica) y a la República. Se hace en su territorio que está hecho de dogmas religiosos respetables en sus iglesias pero sin curso en la sociedad. Porque el aborto no es un problema teológico; es un problema de salud pública. Y la homosexualidad no es un pecado capital; es una realidad humana.

Hay algo peor: los defensores de esos dogmas creen enfrentar a personas sin valores por el simple hecho de no compartir su credo. Hay que ver el nivel de insultos y agravios que profieren. Como si los sujetos de sus ofensas fueran personas desalmadas, perversas, depravadas. El perfil que hacen de los defensores del matrimonio igualitario obedece a las imágenes que cultivan para describir a las almas perdidas: los “malefactores carnales” que Dante Alighieri situó en el segundo círculo del infierno. Bestias desbordadas por la lujuria, la saña y la depravación sexual.

¿Les otorgan algún nivel de ternura, de amor, de seres morales? ¿Les confieren algún grado de humanidad? Los menos ofensivos, los compadecen. Los llaman enfermos. Les piden no infectar la sociedad pura (la de ellos) con sus perversidades. Y ya les previenen que no tolerarán que adopten niños porque qué no más harán con ellos. Lenín Moreno también decidió hacer coro en este punto contra esos ecuatorianos señalados, de los cuales también él es Presidente.

Es tal el fanatismo que impera en esos grupos religiosos que aquellos que preconizan la tolerancia en la esfera pública y el reconocimiento de los derechos de las minorías no lo hacen porque son demócratas: lo hacen porque son gays y aprovechan la ocasión para salir del clóset. Y dicen gay como si fuera un insulto premiado en los juegos olímpicos. Y luego piden tolerancia porque, a sus ojos, los que los acosan son aquellos que, en realidad, son víctimas de esa verdad inamovible con la que juzgan a los miembros de las minorías.

Estos grupos religiosos -y es respetable que lo sean en sus iglesias- fingen ignorar que por fuera de sus creencias hay una humanidad que es diversa y comparte, sin necesidad de mitos o dogmas religiosos, valores, códigos éticos y morales. El reto de lo humano no es recitar ni acogerse a doctrinas evangélicas: es tratar de entender desde lo humano la complejidad que habita a cada persona. Sea cual sea su opción sexual.

¿Hay republicanos en Ecuador? ¿Hay liberales? ¿Hay demócratas? La duda se instala cuando se percibe que los debates cruciales, sobre los nuevos derechos que deben hacer honor a la tolerancia, al espíritu democrático de convivencia y al laicismo, son cooptados por creyentes. Como si esto fuera un Estado teocrático. El retroceso que sufre la República es evidente.

Foto: diario El Universo

41 Comments

  1. Ustedes eran periodistas a quien seguir, pero, deben conocer que el matrimonio igualitario es el comienzo de la perversión de la sociedad, ahora continúa la educación sexual con ideología de género a los niños, como ocurre actualmente en España. Tiene que ver con poderes extranjeros y económicos no con amoríos de hombres con hombres o mujeres con mujeres, que se han amado desde siempre, pero sin casarse, no hagan una apología de este matrimonio que no es necesario para que se sigan amando.
    Habrá marchas, plantones, reclamos, etc, pero nada va a cambiar, el estado está sometido a cambio de recibir dinero en préstamos. Investiguen periodistas.

  2. Señores Pallares y Hernández, es evidente que ustedes tomaron partido por el llamado matrimonio igualitario, por lo tanto, sus comentarios dejaron de ser imparciales y objetivos como siempre lo han sido en otros temas, ahora sus análisis están dirigidos a desacreditar a los que piensan diferente a ustedes, y es muy triste ver como tratan a las personas que tienen convicciones religiosas, dónde queda la tolerancia y el respeto?

    Un fraterno abrazo para ustedes.

  3. Comparto totalmente el editorial, siguen algunos fanáticos religiosos y políticos hipócritas utilizando el nombre de Dios para sus fines económicos y de dominación. Los católicos y otros grupos deben seguir con sus creencias pero íntimamente. La vida política y civil es otra cosa. Para una convivencia fraterna en la sociedad, lo de la región y sus dogmas es respetable y seguramente tendrán su recompensa en el cielo. Dejen de utilizar el nombre de Dios que el mismo se enojara y desprciara.

    • El científico Richard Dawkins escribió: “es más fácil creer que pensar; por eso hay más creyentes”.

  4. Estimado Sr Hernández, ojalá algún día en nuestro país dejemos de lado la descalificación de aquellos que no piensan como nosotros, como argumento para defender alguna idea o causa. Esta actitud es una clara evidencia de intolerancia al pensamiento ajeno. La descalificación, el etiquetar al adversario y el insulto son los argumentos de quien no tiene argumento. Si un representativo segmento (0 no, como el de los grupos GLTB) de ciudadanos no piensan como uno, debería ser su obligación y la mía también, que puedan expresar sus convicciones y creencia con total libertad y deberíamos celebrar esta manifestación de la democracia y no tratar de mancillarla o desmerecerla. La manifestación de las ideas es parte sustancial de la democracia o por lo menos esto es un elemento básico de ella y que debe ser defendida y protegida, más un de quien se califica como demócrata.
    Lo que si debe preocuparnos en que se dicten resoluciones en franca violación de la Constitución, de lo que usted no menciona nada. Esto simplemente demuestra que en nuestro país todos los grupos de poder (prensa, sindicados, empresarios, etc.) sigue actuando igual y que nada haya cambiado; se siguen tomando decisiones en función no de lo que dice la Constitución y la Ley, sino en función de los intereses de grupo y del momento.
    A pesar de su análisis hemipléjico de estos eventos, en lo que este a mi alcance defenderé que usted pueda seguir opinando diferente y no lo descalificaré y atacaré por ello

    • Con la bandera de la tolerancia se escarnece a quien tenga fe o esté en contra del matrimonio igualitario, se los tilda de homofóbicos, de intolerantes, de fanáticos; desde cuando es más honorable exhibir en público sus preferencias sexuales que amar la moral, la familia y la fe? Estoy en contra de toda discriminación sea en contra de alguien con preferencias sexuales diferentes o alguien que tenga fe, el hecho que se exija respeto para todas las personas por igual independientemente de sus inclinaciones sexuales no implica que puedan obligar a la sociedad a que se reconozca como matrimonio a una Unión que no lo es, cada quien es libre de hacer en su vida privada lo que bien considere, pero no puede imponer sus caprichos a la sociedad pidiendo que se instaure una ideología de género de acuerdo a su gusto.

  5. José Rivera Endara
    Junio 24 del 2019, a las 18h30
    Señor doctor Hernández: Espero que en esta ocasión sí publique mi comentario que realicé la mañana de hoy en relación a sus artículos relacionados a los homosexuales y el matrimonio igualitario. En el comentario en referencia, y en uno que realicé la semana pasada sobre otro artículo suyo del mismo tema, no considero estar afectando la integridad y el sentir de nadie. Confío en que esta vez sea acogido mi comentario, lo que agradezco de antemano.

Comments are closed.