A inicios de esta semana El Universo publicó una entrevista a la gerente general del Banco Central del Ecuador, Verónica Artola, sobre las reformas que se planean hacer a esa institución. En un punto de la entrevista, El Universo pregunta: “¿Fue un error haber retirado la autonomía (al Banco Central) y convertirlo en una entidad adscrita a la Presidencia?”. A lo que la gerente de la institución responde: “En ese momento tuvieron sus fines, sus objetivos, se alcanzaron metas interesantes. Lo que sí considero error (sic) es el volumen de los montos que se usaron para financiar al Gobierno y la banca pública. Creo que el BCE sí puede ser utilizado para financiar al Gobierno, pero en caso de emergencia”.
Esa respuesta deja más dudas que certezas. Por un lado, sería bueno tener una explicación más detallada sobre los objetivos que, según se entiende, habrían justificado una decisión a todas luces inconveniente como la de eliminar la autonomía del Banco Central. También hace falta aclarar cuáles son las “metas interesantes” que se alcanzaron con esa medida. En realidad, más allá de los aciertos y los errores de los años previos, la gestión del Banco Central a partir de la eliminación de su autonomía deja mucho que desear: estadísticas de cuentas nacionales (crecimiento del PIB) cuestionables y publicadas muchas veces con días o semanas de retraso; proyecciones económicas absolutamente inconsistentes con otras cifras de la misma institución; boletines de prensa con graves errores conceptuales y carentes de objetividad técnica (más parecidos a un boletín del gobierno de turno); y, lo peor de todo, los famosos créditos al Ministerio de Finanzas y a la banca pública.
Sobre esos créditos, afortunadamente prohibidos en la Ley de Fomento Productivo, la gerente del Banco Central dijo hace algunos meses que “en su momento fueron necesarios”. Ahora, según se desprende de su respuesta, sigue sin verlos como operaciones decididamente inconvenientes e incluso peligrosas para una economía dolarizada; lo único que le parece cuestionable es el monto que alcanzaron. Lo cierto es que esos créditos, que bordearon los $6.000 millones considerando solamente los recursos que se entregaron al Ministerio de Finanzas, constituyeron, como lo explica Juan Pablo Erráez en un artículo publicado en un reciente boletín de Asobanca, una expansión del balance del Banco Central o, en otras palabras, emisión de dinero primario sin respaldo en dólares genuinos, algo que hasta antes del correísmo resultaba totalmente inconcebible en un esquema de dolarización.
Los dólares “creados” con esos créditos, que permitieron al gobierno anterior no ajustar el gasto público en la medida en que debía hacerlo, generaron una presión adicional sobre la balanza de pagos que se mantiene hasta ahora (hay más recursos disponibles en la economía para demandar bienes y servicios del exterior, pero no todos esos dólares sirven para hacer giros al resto del mundo). Para colmo, una parte de esos créditos, que dejaron al Central con un balance compuesto en gran medida por activos ilíquidos, se “canceló” entregando al banco acciones de instituciones financieras públicas, operación colmada de “improvisación y anomalías”, como señala una investigación de Expreso, y en la que la actual gerente del Banco Central, que por entonces ya ocupaba un cargo alto en la institución, habría estado involucrada.
Volver a tener un Banco Central autónomo (principio sobre cuya conveniencia prácticamente existe un consenso en el ámbito internacional) sería claramente beneficioso, no sólo para la credibilidad de esa institución y de las estadísticas económicas que genera, sino sobre todo para blindar a la dolarización de prácticas que atentan contra las bases del sistema (en una economía dolarizada el Central no debería poder financiar al fisco ni siquiera en casos de emergencia). Pero para eso es indispensable que desde el propio Banco Central se reconozca enfáticamente, sin atenuantes, la imprudencia que constituyó haber eliminado su autonomía y, peor aún, haberlo utilizado para ayudar al gobierno anterior a cubrir una parte de su abultado déficit. Sobre esos temas, más aún en un contexto de posibles reformas al Central, no caben discursos ambiguos provenientes de sus propias autoridades.
José Hidalgo Pallares es economista.
Escuché a un alto funcionario del gobierno que el Ecuador se esta’ poniendo sexy a los inversionistas extranjeros.Yo agregaria que el Banco Central del Ecuador también se está poniendo sexy al gobierno de turno. !Dios nos libre!
Hola! Es interesante y apropiado el articulo pero se basa en unas declaraciones de la Gerente que no debería sorprenderles dado que ya tenía puestos en las administraciones anteriores, su respuesta es política pero su trabajo lo ha hecho bien. También me parece importante mencionar que esas reformas son impulsadas por el acuerdo con el FMI, el cual, a pesar de sus criticas, tiene la ventaja de poner orden en las cuentas de países dañados por políticas de gastos excesivos. Saludos,
(PS: excuse my spanish, vengo del otro lado del mundo)