Según el Banco Central la economía crecerá 0,2 por ciento en 2019, el ingreso por habitante será de $6.320, nivel casi igual al de 2014. Si hasta 2025, fin de otro período de gobierno, el crecimiento económico se mantiene alrededor del uno por ciento, el ingreso anual de las personas será de unos $6.500 dólares. Este ritmo de parálisis económica, como han develado organismos internacionales, llevará al Ecuador a esperar 70 años para alcanzar el nivel de ingreso de Chile, o más de 100 años para tener el ingreso del país menos desarrollado de la Unión Europea.
Un ingreso de $500 al mes exige un gran ejercicio de imaginación para entender la sobrevivencia con estos recursos. Como este ingreso es un promedio, existen quienes pueden procurarse un mejor nivel de vida con $1.000, 2000, 4000 o más dólares al mes. No obstante, este grupo de personas es la minoría. Existen casi cinco millones de personas en el desempleo y subempleo en sus diversas categorías. Alrededor de cuatro millones de personas subsisten en la informalidad. Nos es muy difícil imaginar como sobreviven casi 4.5 millones de personas, con indolencia etiquetados de pobres en su amarga subsistencia con menos de 85 dólares al mes y muchos de ellos lacerados por la indigencia con ingresos mensuales menores a 48 dólares.
La superación de este indignante paisaje demanda un elevado grado de conciencia social y sólo será posible con elevadas tasas de crecimiento de la economía y adecuadas políticas públicas que promuevan la reducción de las desigualdades sociales. Esta es una cansina reiteración, cuya concreción requiere una rigurosa labor de seducción a todos los estamentos de la sociedad, a fin de que sea asumida como parte de la identidad nacional forjada por la convicción desde la conducción del Estado y desde el quehacer de las élites económicas políticas y sociales.
No existirá un crecimiento económico elevado, sobre el 5 por ciento anual, sin cuantiosas inversiones internas y externas. Los $27.000 millones de inversiones o 25 % del PIB no son suficientes. Como la sostenibilidad de las cuentas públicas sólo admite una inversión del 6 % del PIB, el impulso de la inversión privada para llevar a la inversión total por encima del 30 % del PIB es un imperativo nacional. La seducción de la inversión privada es intrínseco deber de una responsable gestión del Estado, es responsabilidad de las élites políticas, económicas y sociales, y debe ser parte de un valor colectivo asumido por toda la sociedad.
Suena reiterativo decir que la esquiva inversión interna y externa solo anida en los países que ofrecen las mejores condiciones macroeconómicas, institucionales y legales. Proceso aún en débil construcción e incierto futuro. La seducción de la inversión privada lleva implícito asumir como conducta nacional apreciar como requisito del progreso el superávit fiscal, un menor riesgo del país, un bajo nivel de deuda pública, una mayor productividad y competitividad, la estabilidad tributaria, el respeto a la propiedad y legalidad de los contratos.
Es una verdad de perogrullo reiterar que nuestra economía es dolarizada. Por tanto, sólo será posible crecer a tasas elevadas si la visión del crecimiento se enfoca en producir para exportar y atraer dólares mediante inversiones externas y flujo de capitales. En 2018 las exportaciones de Ecuador fueron $21.600 millones y en Chile $75.000 millones, en Ecuador la inversión extranjera fue $1.400 millones y en Chile $8.400 millones. Mirar hacia fuera para crecer exige seducir a la sociedad toda para que seamos mejores que el resto del mundo en nuestra capacidad para ofrecer bienes y servicios de calidad, menores costos, asimilación tecnológica, innovación. Debemos ser seducidos por la obsesión de ser más competitivos y productivos como parte de nuestra identidad.
No habrá posibilidades de crecer a tasas elevadas y redistribuir hacia los pobres los frutos del crecimiento, sin seducir a la sociedad que cualquier política en esa dirección debe ejecutarse preservando la estabilidad económica y la sostenibilidad fiscal. Este será un largo proceso teñido de perseverancia y convicción de toda la sociedad, el cual no admite desalientos ni debilidades, sino la unión de todo el Ecuador en torno a la construcción de un país próspero que se forja con la paciencia que caracteriza al artesano al elaborar sus finas artesanías.
Resta poco por inventar en los caminos hacia el progreso. Si, en cambio, resta mucho por recorrer en los esfuerzos por seducir a la sociedad a que transite por estos senderos. Entre las diversas seducciones que conducen a una sociedad hacia la prosperidad, una tiene particular importancia: la seducción a varios segmentos de la sociedad a repudiar las ficciones del populismo que han condenado al país al atraso y subdesarrollo. El Ecuador debe proscribir los dogmatismos y cegueras ideológicas que utilizan la perpetuación de la pobreza como forma de sobrevivencia política y han mantenido al Ecuador entre avances y retroceso de la economía, en fiel encarnación de las incapacidades, irresponsabilidades y ausencia de una visión estadista de la conducción del Estado.
Jaime Carrera es economista
Una pregunta humilde, cómo creer que la economía de Ecuador podría competir con economías de cientos de millones de personas y además con enormes subvenciones públicas en todas las fases de la producción?
“….exige seducir a la sociedad toda para que seamos mejores que el resto del mundo en nuestra capacidad para ofrecer bienes y servicios de calidad, menores costos, asimilación tecnológica, innovación. Debemos ser seducidos por la obsesión de ser más competitivos y productivos como parte de nuestra identidad.”
O sea, cada vez cuando se baja los sueldos o costos en Ecuador para aumentar la competitividad, EEUU y UE simplemente suben sus subvenciones, y la ventaja se desvanece en el aire. Esto es claro, innegable y muy bien documentado durante décadas.
¿Cómo es posible crecer al 1% y que el ingreso por persona aumente si la población crece al 1,3%? ¿Las proyecciones del BCE y de los organismos internacionales aunque no coincidan son tasas por persona? Creí que no eran así.
El mayor problema de la economía es la corrupción. Nadie se atreverá a invertir en un lugar sin seguridad jurídica, en donde a cada paso se encuentran demandas de coimas para poder crecer como empresa, para poder participar en obras y negocios públicos.
SUS COMENTARIOS CON BASTANTE INTERES SON LEIDOS POR ALGUNOS. Soy uno de ellos.
Mas, ahora, esperar que el cambio cultural se de en el pais, por más inversión, producción y crecimiento económico, con la actual blandengue y corrupta acción de las fuerzas políticas que tienen secuestrado al país, no hay posibilidad de que pueda darse un auspicioso cambio por la prosperidad y bienestar y que algún dia podamos estar a la par de Chile, por ejemplo.
Creo que es momento de dar un paso trascendental.
Bien haríamos si constituimos brigadas que lleguen a los estudiantes y ciudadanos del pais con los nuevos mensajes de cambio, para multiplicar la nueva alternativa.
Creo que usted, Ec. Jaime Carrera, puede ser uno de nuestros principales líderes impulsadores del nuevo Ecuador.
En muchos sentidos, Ecuador es mucho mejor que Chile. Allá, todo es privatizado, agua, luz, alcantarillado, seguridad, salud, educación. En manos de unas pocas familias de descendencia croata. Muchos derechos ni existen en el papel.
Aunque los carros y electrodomésticos importados son baratos, en realidad hay una sociedad de 3 clases. Para los más pobres no queda nada, ni aire fresco, realmente mucho menos que en el Ecuador.
Esto no se puede anhelar de verdad.
Brillante análisis Economista.
Pobre ECUADOR… SIN LUGAR A DUDAS ES LA CORRUPCIÓN LA QUE NOS TIENE SUMERGIDO EN EL SUBDESARROLLO.
Y PENSAR QUE CON RELACIÓN A JAPÓN ESTAREMOS ATRASADOS UNOS 300 AÑOS…
CÓMO SALIR DE ESTE POZO PUTREFACTO DE MENTIRA Y ENGAÑO?.
INVIRTIENDO MÁS EN EDUCACIÓN DE CALIDAD…. NO EDUCACIÓN COMO EN LA UNAE
(AQUÍ SE FORMAN LOS PROFESORES DEL FUTURO) M E N T I R A….