El Ecuador ha iniciado un proceso de estancamiento de la economía, consecuencia natural de la reorientación de las cuentas públicas hacia el superávit y la adaptación del país a la normalidad de la existencia de escasos dólares que alimentan los circuitos de la actividad económica. Reducir el ciclo para lograr la sostenibilidad fiscal, disminuir el período de estancamiento económico y encontrar los caminos al crecimiento es un imperativo nacional.
El progreso de las naciones no puede concebirse sin elevadas tasas de crecimiento de la economía. En su momento Chile creció a tasas elevadas durante varios años. Panamá en décadas recientes ha visto crecer su economía por encima del 5 por ciento anual y su ingreso por habitante ya supera al de Chile. Vietnam mantiene durante dos décadas tasas de crecimiento de alrededor del 6 por ciento. El emblemático ejemplo es China con más de tres décadas de crecimiento económico cercano al 10 por ciento anual.
No habrá progreso en el Ecuador sin cuantiosas inversiones privadas internas y externas. En 2013 la inversión pública alcanzó el 15,4 del PIB, sostenida en un contexto de explosivo aumento del gasto público financiado con la renta petrolera y un irresponsable endeudamiento externo. La obligación de generar superávit fiscal para reducir el nivel de deuda pública y adecuar el gasto estatal a los ingresos públicos que la economía pueda sostener, ha conducido a la drástica reducción de la inversión pública que en 2018 fue del 6,4 por ciento del PIB. El excesivo precio de la disminución de la inversión pública deviene de la incapacidad y ausencia de decisión política del gobierno para reducir el gasto corriente, principalmente la masa salarial pública.
Para crecer a tasas superiores al 5 por ciento anual, indispensables para reducir la pobreza, crear empleos y acortar las brechas de desarrollo con el resto del mundo, el país requiere tasas de inversión superiores al 30 por ciento del PIB, lo cual exige un notable impulso de la inversión privada interna y externa. Como nuestra economía es dolarizada, no existe forma de crecer sin abundantes inversiones extranjeras y exportaciones no petroleras.
En 2018 la inversión extranjera directa del Ecuador fue de apenas $1.400 millones mientras en Chile superó los $8.400 millones. Si se persevera en la dirección correcta de las políticas públicas, llevará varios años la consolidación de un ambiente y opciones amigables a la inversión privada interna y externa. En esta dirección, el gobierno pretende la participación de la inversión privada mediante la concesión de ciertos activos públicos. Concesión significa ceder al sector privado la administración de activos públicos sin traspasar su propiedad, mientras que su venta representa trasladar la propiedad al sector privado.
Las concesiones pueden impulsar la inversión extranjera directa y contribuir al crecimiento económico y desarrollo del país, mediante asociaciones público-privadas que guarden un justo equilibrio económico y de beneficios entre el Estado y el sector privado. El ingreso del exterior de más dólares a la economía la tornarán más dinámica, además, se debe perseguir que estas alianzas creen más fuentes de trabajo.
El producto de las concesiones debe preservar un sostenible superávit fiscal en el mediano y largo plazos. En el presupuesto de 2019 se consideraron ingresos de $1.000 millones por concesiones, valor que se mantiene en los siguientes años, si este supuesto no es realista, habrá desequilibrio fiscal. Por el contrario, el gobierno ha anunciado ingresos de $2.600 millones por la concesión de la Hidroeléctrica Sopladora y del campo petrolero Sacha, aunque desconciertan las voluminosas cifras cuando se anuncian pagos iniciales por la concesión de la CNT y otras empresas.
Los ingresos previstos por concesiones en los presupuestos deben ser viables y contribuir a mantener un nivel de gastos razonable que pueda ser sostenible. Ingresos adicionales provenientes de pagos iniciales por concesiones no deben impulsar el gasto público, éstos deben ahorrarse, disminuir la deuda pública y/o incrementar las reservas internacionales. Las concesiones deben contribuir a la sostenibilidad fiscal mediante la generación de ingresos y reducción de gastos por el mantenimiento y operación de los activos concesionados, además de contribuir a la eficiencia en la prestación de los servicios públicos.
Los ingresos por concesiones provenientes de los pagos iniciales que superen los valores presupuestados, al destinarse a incrementar las reservas del Banco Central, contribuirán a la solidez de la dolarización y a la reducción del riesgo país, fines que pueden ayudar a disminuir las tasas de interés y a conseguir créditos externos más baratos para las empresas y el Estado, al tiempo que más dólares ingresarán al país para impulsar la actividad económica. También se ha anunciado la venta del Banco del Pacífico, quizá por $700 millones. La venta de este activo debe sustituirse por otro activo a fin de no reducir el patrimonio del país, lo cual se lograría destinando estos recursos a incrementar las reservas del Banco Central. Otra forma de mantener el patrimonio nacional al vender un activo público es reducir con esos recursos la deuda pública. Habría sido más sano y positivo con esta operación u otras similares y concesiones, pagar los “Bonos Basura” 2020 y no perpetuar la dependencia de los mercados con altos costos para el Ecuador, además de ahorrar más de $1.000 millones por el pago de intereses futuros.
Las concesiones no deben dar margen a la ingobernabilidad inherente a dogmatismos ideológicos, cegueras e intereses políticos y sociales, y asociados hechos de corrupción. Como antídoto a estos gérmenes de la ingobernabilidad las concesiones deben ser absolutamente transparentes, admitir la participación social y política en los procesos, preservar los equilibrios económicos y el patrimonio nacional y garantizar el buen uso de los recursos. Las concesiones deben concebirse en el marco de un modelo de país que tenga al sector privado como protagonista de la inversión y creación de riqueza y a un Estado eficiente para distribuir los recursos a los sectores más pobres y brindar educación, salud y seguridad, todo al preservar con rigor la estabilidad macroeconómica y fiscal.
Jaime Carrera es economista.
Ecuador es un paraíso turístico, tiene bellezas que ver en la Costa, la Sierra y la Amazonía. Otros países han invertido “en serio” en eso y han logrado grandes éxitos, Sin embargo, cuando se visita cualquier lugar interesante de estas tres regiones (una playa en Esmeraldas, el Chimborazo, el Pailón del Diablo en Baños, por mencionar tres) aprecia que la mayoría de los turistas son nacionales. Eso es dinero que pasa “de un bolsillo al otro”. ¿Por qué no se invierte en turismo, habiendo tanto que mostrar y explotar?
Economistas, les consulto: el tema de las concesiones, privatizaciones y/o venta de activos, ya ocurrió en Argentina en los 90s con los resultados catastróficos que se vieron en 2001. Hay el riesgo de que eso ocurra en Ecuador??
Por supuesto que si. Ecuador está andando exactamente al mismo rumbo que Argentina en los 90 y adelante.
Hay muchos datos y estudios en contra de los argumentos algo ingenuos expuestos aquí. El crecimiento económico no significa ni progreso, ni bienestar automáticamente. Tampoco es necesario tener altas tasas de crecimiento para reducir la pobreza, basta ver países como Uruguay, Japón o Bhutan.
De hecho son los páises más pobres, ya que no hay mucho, los que tienen las tasas más altas del crecimiento, lo que en sí no significa gran cosa entonces. Hay países con altas tasas de crecimiento, mucha inversión y también mucha pobreza: Haiti y Liberia en su tiempo, hoy entre los más pobres del planeta; o Nigeria o bien Colombia en la actualidad, son países sumamente desiguales con violencia interna.
Lo que falta es pensar más allá del crecimiento y de las inversiones. Se necesita expertos del desarrollo en todos sus dimensiones, no solamente economistas. Por ej. sacarse una visa en Quito dura al menos 3 días y todavía se paga en efectivo. Hay un nuevo edificio en el sur, pero no mejoró nada en el proceso. Más bien es peor que antes. Quién va venir invertir acá bajo estas circunstancias? Y así es en prácticamente todas los trámites de la administración pública. Por un lado se sueña de los millones que vendrían del exterior, por otro ni se maneja bien el propio hogar….
Concesión , alianza estratégica , liquidación, o cualquier otra figura que permita fortalecer el sector privado del país , y terminar el piponazgo y corrupción que es norma general en empresa públicas , que no le sirven de nada al ciudadano ecuatoriano y que son defendidas únicamente por quienes lucran en estas y por trasnochados SOCIOLISTOS DEL SIGLO 21 . Como siempre , muy claro y orientador artículo .
De acuerdo con el Ec Carrera : ! CUIDADO CON LAS CONCESIONES ! Todo transparente, nada debajo de la mesa entre privados .Los ecuatorianos estamos cansados de tanta corrupción.
Se ha instalado un círculo vicioso en este país, primero un gobierno se mete en negocios como explotación petrolera o generación eléctrica, contratadas siempre con sobreprecio, luego la llenan de personal necesario e innecesario, por lo cual aun sin considerar amortización pronto pierden plata, vease Tame, y luego viene la cereza en la copa, la concesión, sistema en el cual el concesionario, sin invertir un centavo propio, pone tarifas para que el negocio se pague solo o con contratos alegres como las carreteras de Guayas, en la cual se entregó la construcción y operación del puente PAN a HH, con el pretexto de “evitar demandas por parte del concesionario” El resultado, Guayas tiene una red de carreteras angostas para que HH gane plata y no nos demande.