El cura José Tuárez cambió de estrategia. Ahora se muestra displicente, desafiante y provocador ante los otros poderes. Ayer lo hizo con la Comisión de Participación Ciudadana de la Asamblea Nacional. Hoy se fue, en los hechos, contra la Corte Constitucional a la cual le tiene cazada dos peleas: su dictamen interpretativo del 7 de mayo, según el cual no se pueden revisar las decisiones tomadas por el Cpccs Transitorio, y el fallo favorable al matrimonio igualitario.
Tuárez sabe que, por sus errores, su espacio de acción se redujo y que ha hecho méritos suficientes para perder su cargo de presidente del Cpccs. Dos iniciativas avanzan en ese sentido: el Contralor inició un examen atendiendo algunos pedidos para que lo investigue y, por otro lado, el asambleísta de CREO Fabricio Villamar recogió firmas suficientes para que la Asamblea lo llame a un juicio político. El panorama del fray es poco alentador. Si se va contra la Corte Constitucional caerá en desacato y en una pugna de poderes que, por el escenario que ha moldeado, le será absolutamente desfavorable. En la Asamblea, además, no está en discusión si hay suficientes motivos para destituirlo sino cuándo hacerlo. Villamar cree que hay que ir al juicio político enseguida mientras que otros asambleístas creen que lo mejor es esperar a que la mayoría del Cpccs tome decisiones para que el juicio sea colectivo. Esto mientras avanza la tesis de cambiar la Constitución para retirar al Cpccs su capacidad nominadora: el mecanismo que ha ido ganando piso es el de una enmienda constitucional.
En claro, José Tuárez sabe que una mayoría de la sociedad y la sociedad política, en particular, no están de su lado. Al punto que el asambleísta correísta Pabel Muñoz invitó a la Comisión a rechazar, mediante una carta, el desplante monumental que les prodigó este miércoles al negarse a dar explicaciones, supuestamente bendecirles y retirarse en medio de los aplausos de las barras con las que se mueve. Tuárez entendió que la tierra se mueve bajo sus pies y decidió confrontar abierta y decididamente con un solo objetivo: patear el tablero político, granjearse una destitución, victimizarse y, mientras tanto, usar su cargo y la institución como plataforma para una posible candidatura a la Presidencia. El fray ya probó la tarima, el paroxismo electoral, la idea del hombre providencial y su hambre de poder es manifiesta.
El fray no es ciego. Sabe que el establecimiento no lo soporta, que la Asamblea prepara la salsa con la cual piensa freírlo y que, por más que quiera caotizar el país tumbando las autoridades designadas por el Consejo de Participación dirigido por Julio César Trujillo, esa tarea le resultará larga, demasiado técnica y profundamente tediosa. Se lo hicieron notar hoy los constitucionalistas Ismael Quintana y Salim Zaydán: examinar proceso por proceso, paso por paso, nombramiento por nombramiento… hasta encontrar y probar vicios de nulidad insubsanable. Lo cual implica, además de un enorme conocimiento y manejo de la arquitectura constitucional, una capacidad de alta política que Tuárez y ninguno de sus consejeros tiene. Basta con oírlos. El país no está para eso. Y mientras se rodee de abogados como Augusto Tandazo, esa causa está condenada al fracaso.
Tuárez está haciendo política y proselitismo; dos manifestaciones prohibidas para un funcionario público y que solo agravan su caso. Su objetivo es llamar la atención mediática y política (tiene trabajando la Asamblea, la Contraloría y la Fiscalía) alrededor suyo. Y alrededor suyo está juntando, como lo hizo Bolsonaro, esa sociedad decepcionada que vive casi al margen del sistema, las comunidades religiosas (principalmente cristianas y evangélicas), las fuerzas más conservadoras y también los reductos correístas que quieren ajustar cuentas con Moreno y los cambios que ha producido desde mayo de 2017.
Ecuador no está viendo a un cura que quiere construir un Consejo de Participación Ciudadano definitivo porque cree en esa institución: está viendo en acción a un populista consagrado con ansias de convertirse en outsider de la elección del 2021. Eso explica su estrategia. Su forma de actuar apenas ve las cámaras. El uso que hace de los medios de comunicación. Y, claro, su desplante a la Comisión de Participación Ciudadana de la Asamblea. El fray está marcando su territorio ante su virtual electorado y señalando a sus enemigos. Está repitiendo la historia de Rafael Correa. Todos sobran, todos le sobran… porque él es el mesías.
Foto: Cpccs
un pobre charlatan. Ya metanle en un seminario a que se calle la boca. Elemento basura.
Este Cura es anticristo tiene idiotizados aun poco de borregos
¿En qué país vivimos? Un cura estafador, mentiroso, agresivo, ignorante y que se cree con la capacidad intelectual de cuestionar todo el magnífico trabajo que realizó el CPCCS Transitorio y sin lo cual el país estaría aún más hundido de lo que está en el hediondo estiércol que dejaron Alibaba Correa y sus 40 ladrones.
Lo que más indigna es la pasividad de la iglesia que a sabiendas de que la mentira, la estafa y el engaño son pecados enormes, no hacen nada para sacar a esta piltrafa humana de la sotana que lo cubre. ¿O es que por el hecho de ser cura este engendro puede hacer lo que le da la gana? Por favor señores prelados de la iglesia actúen coherentemente con lo que pregonan.
Todo parece puro teatro. Quienes están tras el verdadero poder, parece que han descubierto que con la traición y el engaño se consigue mucho mas que con la confrontación. Moreno traicionó a su electorado y sigue campante tomando decisiones equivocadas fruto de la traición. Lo mismo el cura parece que obedece a los mismos intereses de quienes están tras Moreno. El cura pillo solo está alargando el circo, el teatro, hasta que se calmen las aguas y nadie se acuerde de las funciones para las que fue elegido. Si este cura actuaría de acuerdo a lo que predica, ya habrían volado algunas cabezas de los puestos a dedo.
Este CPCCS no le llega ni a los talones al anterior del Dr. Trujillo. Que hicieron los ecuatorianos en las elecciones por favor, ahora arrepentidos.
Creo que el comportamiento del Cura Tuárez es el reflejo de la descomposición social que vive el Pais, donde las autoridades gubernamentales involucradas en actos de corrupción, han dado un pésimo mal ejemplo a los niños/ niñas y adolescentes, y después nos quejamos del mal comportamiento de este sector muy importante de la sociedad. Que pena a donde hemos llegado.
Este señor hasta físicamente se parece al indeseable de Correa, no se diga en el libreto que como todo buen correísta sigue al dedillo para encaramarse en el poder y aferrarse a la impunidad. Concuerdo con sus opiniones señor Hernández.