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¿En qué está la reforma laboral?

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El pasado 20 de julio, es decir, hace más de un mes, El Universo publicó una entrevista al ministro de Trabajo, Andrés Madero, sobre la largamente anunciada reforma laboral. Más allá de que al leer esa entrevista queda la impresión de que el Gobierno (o al menos el ministro) no está dispuesto a jugarse por una reforma de fondo, que es lo que se necesita para reactivar el alicaído mercado de trabajo, en un momento el periodista le pregunta a Madero: “¿Cuándo van a tener más detalles del proyecto?”. A lo que él responde: “El proyecto para la Asamblea Nacional estará ya en los próximos días diagramado, organizado”. Desde la fecha de la publicación de la entrevista han pasado ya 32 días (y al menos 33 desde que el ministro conversó con el diario), y aún no se tienen novedades claras al respecto. En realidad, sobre la intención del Gobierno de llevar adelante una reforma laboral se viene hablando al menos desde mayo.

Esa demora oficial en presentar detalles concretos sobre el contenido de la propuesta de reforma laboral (ahora se supone que se enviará el proyecto a la Asamblea una vez terminada la vacancia legislativa, que inició el 19 de agosto y finaliza el 30 de este mismo mes) parece ignorar, por un lado, la grave situación del mercado laboral y, por otro lado, la actitud de espera que se ha abierto entre los empresarios una vez conocida la intención del gobierno de corregir o al menos moderar las rigideces que actualmente contiene el Código del Trabajo.

Respecto al primer punto, las cifras son elocuentes. Según el INEC, a junio de 2019 (última información disponible) la tasa de empleo adecuado está en un mínimo histórico (desde que la información es comparable, es decir, desde 2007) de 37,9% de la población económicamente activa. En otras palabras, apenas 38 de cada 100 personas que trabajan tienen un ingreso no menor al salario mínimo y completan la jornada legal de 40 horas a la semana (o trabajan menos horas pero porque no quieren trabajar más). Como contracara, las tasas de informalidad y de empleo inadecuado están en niveles récord, lo que implica que la mayor parte de los trabajadores están fuera del sector formal o están empleados en condiciones precarias (sin salario mínimo ni afiliación a la seguridad social).

En cuanto al segundo punto, una vez anunciada la intención de reformar el código laboral, la actitud de espera entre los empresarios (en lo referente a la contratación de nuevos trabajadores), es apenas obvia. Se supone que esa reforma buscará corregir las rigideces y distorsiones (por ejemplo, los desproporcionados costos de despido, sobre todo en los meses inmediatamente posteriores a la finalización del período de prueba) que en la actualidad hacen que los empresarios piensen veinte veces antes de contratar a un nuevo empleado. Los perjudicados con esta actitud de espera no son sólo las propias empresas (y la economía en general) que posiblemente están dejando pasar una oportunidad para incrementar su producción, sino sobre todo esos millones de trabajadores que están fuera del sector formal y que no tienen una voz que los represente.

Si a esto se suma el estancamiento en el que se encuentra la economía ecuatoriana desde hace cinco años y la pérdida de competitividad externa que una buena reforma a la normativa laboral podría ayudar a subsanar (no a corregir del todo), la demora del Gobierno en enviar a la Asamblea esa propuesta de reforma es francamente inexplicable.

José Hidalgo Pallares es economista.

6 Comments

  1. El Sr. Leonardo está en alguna nebulosa planetaria. Pretende que los empleadores aporten por los desempleados gratuitamente. Sr. Leonardo, los empleadores no imprimen billetes ni reciben dinero de los alienígenas. Otra cosa, sobre las vacaciones, en New York, por el primer año de trabajo, el trabajador tiene derecho a 7 días de vacaciones pagadas para luego, sucesivamente, obtener mayores beneficios. Un comunista piensa como el Sr. Leonardo.

    • Nueva York es seguramente el ejemplo a seguir, cierto? Donde la gente termina rápidamente en la calle cuando no tienen un ranking de crédito personal, es decir deuda, que esclaviza a los empleados, estudiantes, etc.
      Y en en su mundo negro/blanco todos los europeos con sus 4 o 5 semanas de vacaciones y seguros de desempleo pagado por los empleadores son comunistas, claro que si….

  2. Una verdadera reforma laboral sería aumentar sustancialmente los aportes del empleador, así como ampliar las vacaciones anuales por ley a niveles internacionales (mínimo 4 semanas) para fortalecer el consumo, turismo, etcétera. Es absurdo que no existe ningún seguro público y obligatorio (pagado por el empleador) para los desempleados. Esto llevaría miles y miles de personas de golpe a la formalidad y generaría nuevos impuestos de consumo y sobre la renta.

  3. El gobierno va a paso de tortuga como estrategia para aplazar lo que más pueda los temas “incómodos”. Como ya se publicó en uno de los artículos, el licenciado está en una larga siesta para despertarse el día en que se acabe el gobierno y poder cumplir con uno de sus más caros deseos: “largarse del puesto y ser feliz”.

  4. Dolarizados no podemos devaluar, una de las herramientas a la mano es licuar (devaluar) el salario de los trabajadores , se paga demasiado en el Ecuador en comparación con las mismas actividades realizadas en los países vecinos . El tiempo para ejercer las funciones de estadista es precisamente ahora Licenciado Lenin Moreno , la reforma laboral sin ser la tabla de salvación ,debe convertirse en la oportunidad para que todos cambiemos el chip. Estamos en otros tiempos y la mejor justicia social es facilitar oportunidades para que muchos jóvenes se incorporen al mercado laboral. Bien se dice en este espacio, que solamente tenemos que legalizar lo que en la práctica ya tenemos , es decir, formalizar a los que ya viven sin salario mínimo y sin afiliación al seguro social.

    • No es correcto, en realidad los salarios son (muy) demasiado bajos. Altos salarios permiten subir los precios, ganancias e impuestos, es decir crear un fuerte mercado interno y superar la dependencia anacrónica del rentismo exportador, por supuesto sin abolir el impuesto (muy necesario) sobre la salida de devisas.
      O cómo puede explicar que, sin excepción, todos los países con altos salarios (e impuestos y aportes sociales por parte de los empleadores) están en los puestos top de la economía?

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