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Las posiciones de Bolsonaro son graves hasta para el Brasil

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Estados Unidos en las últimas décadas del siglo XX consideró a Brasil, por su liderazgo, casi como una pieza de su política exterior en la región. La llegada de Lula da Silva y Dilma Rousseff cambió el tablero. 4P. entrevista al diplomático ecuatoriano Hernán Escudero sobre el tema. ¿Qué tanto cree que cambiará Bolsonaro ese referente geopolítico que es Brasil en la región y el referente diplomático que es Itamaraty?
La pregunta me recuerda a una frase del ex presidente de EEUU, Richard Nixon: “a dónde vaya Brasil, irá toda la América Latina”.  La presidencia de Bolsonaro, sobre todo desde la retórica, marca evidentemente un cambio que no ayuda a que Brasil afiance una posición que ha buscado durante las últimas décadas. Esto es, ser un líder de América del Sur. Las iniciativas internacionales del Brasil, desde la presidencia de Fernando Henrique Cardoso y luego de Lula y Dilma, siempre han ido en esa dirección. Esas políticas de relaciones exteriores también han estado dirigidas a resolver controversias y litigios entre los países de la región, no olvidemos el caso del conflicto entre Ecuador y Perú. Hay que anotar también que Brasil ha tenido un proceso de continuidad en su política exterior, a pesar de los cambios ideológicos como los de Cardoso con Lula y Dilma.  Lo que está ocurriendo con Bolsonaro y Araújo resquebraja la línea que ha tenido el Brasil.

¿Y la institucionalidad de la cancillería brasileña?
La impresión que tengo es que Itamaraty sigue siendo una institución muy importante en el Brasil, la más importante del Estado brasilero. Así ha sido durante muchos años. Sería interesante averiguar qué está pensando en el interior de Itamaraty sobre estas declaraciones de política exterior, algunas verdaderamente escandalosas, tanto del presidente como de su canciller.

¿Usted cree que esa institucionalidad es capaz de resistir a una lógica política como la que expresa Bolsonaro?
Esa es una gran pregunta porque hay ciertos hechos relevantes. Por ejemplo, el Brasil ha sido un actor fundamental en la creación de Mercosur con Argentina. Fue también un protagonistas importante para la creación de un esquema de integración latinoamericana y ha sido un actor relevante con China para la creación de los BRICS. Todas esas son iniciativas importantes que estaban diseñadas para convertir al Brasil en un jugador mundial. El Brasil siempre ha querido, sigue queriendo, ser miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aunque eso no va a ocurrir. Todo eso va en esa dirección: buscar protagonismo, pero siempre desde una posición conciliadora. No sé hasta qué punto la postura, al menos retórica, del presidente y el canciller del Brasil puede significar un quiebre a la institucionalidad de la Cancillería, que es muy fuerte y muy profesional. Basta hablar con un embajador brasileño para pensar que es muy difícil que esa institucionalidad se rompa. Pero nada es imposible. Lo sabremos con el tema argentino: si es que gana Fernández y la señora Kirchner y adoptan ciertas políticas económicas, Brasil ha amenazado con salirse de Mercosur. Esas posiciones son muy graves para el propio Brasil.

En los últimos años, los foros de integración como la UNASUR terminaron siendo grupos de amigos que se ayudaban por coincidencias ideológicas. ¿Con las características ideológicas de Bolsonaro y de otros presidentes de la región, podría Brasil podría retomar el liderazgo?
Muy difícil. Si hablamos de integración este momento el mecanismo más dinámico y exitoso es la Alianza del Pacífico donde no está Brasil. Estas actitudes, estas posturas, este cambio aparente de orientación en algunos aspectos de la política exterior, no le están conduciendo a mantener ese liderazgo que ha pretendido consolidar a través de los decenios. México, en cambio, puede aprovechar estas dudas de Brasil y convertirse en un nuevo actor.

En la doctrina exterior que tuvo Estados Unidos, Brasil era un aliado. Hoy está en señor Trump en la Casa Blanca y Bolsonaro, su admirador, en la presidencia de Brasil. ¿Esto incide en la geopolítica de la región? ¿O hay que pensar que, a pesar de esa aparente entendimiento entre Trump y Bolsonaro, lo que cuenta ahora son los bloques comerciales? 
Me parece que las lógicas son ahora más comerciales y pragmáticas. Ante el derrumbe de UNASUR, el presidente de Chile ha hablado de un sistema más flexible basado en un diálogo regional. La tendencia es asociarse a mecanismos más pragmáticos y exitosos como la Alianza del Pacífico. En cuento a EEUU, me da impresión de que el presidente Trump sigue una tendencia, que ya la tenían los gobiernos anteriores de su país, de sostener una política sobre todo bilateral. EEUU actúa más de esa forma: una cosa es con Venezuela, otra con Colombia o Ecuador. No veo, al menos por ahora, una postura que alimente una integración latinoamericana. Me parece que la OEA seguirá siendo el mecanismo para el diálogo político.

Si se tratara de  proyectar las relaciones entre Brasil y el Ecuador con Bolsonaro, ¿cómo la ve?
Creo que la relación entre Ecuador y Brasil va más allá de los gobiernos de turno, por la importancia que tiene el Brasil en América del Sur y por la tradición tan importante de esa relación.  Hay que mencionar, por ejemplo, la colaboración que el Instituto Rio Branco, que es la escuela diplomática del Brasil, va a dar a la Academia Diplomática del Ecuador. Eso es una muestra de cooperación muy importante. En lo económico también hay una cooperación que no creo que vaya a ser afectada.

Foto: Notimundo