La pregunta que surgió tras el apoyo fervoroso de Jaime Nebot a Lenín Moreno (que incluyó desconocer las acusaciones de Guillermo Lasso de fraude electoral); esa pregunta era: ¿hasta cuándo? La respuesta podría ser hasta este viernes 4 de octubre. Ayer Nebot se distanció, en Radio Forever de Guayaquil, de la reforma económica del gobierno de Moreno; en particular de la eliminación del subsidio a la gasolina extra y al diésel.
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Nebot no hizo una mera crítica. Se trató de una ruptura. Lo prueba el contenido de su declaración. El momento en que la hizo, pues el país estaba bloqueado y en estado de excepción. Y sobre el gobierno, cuya debilidad política es conocida, pendía el chantaje de transportistas, sectores sociales y principalmente del correísmo contenido en un ultimátum: se cae el decreto del presidente o se cae su gobierno. Parecía obvio que el gobierno, sometido a una verdadera encerrona golpista, requería el apoyo de su principal aliado: Nebot le dio la espalda.
Lo hizo confiriendo un aire dramático a su intervención: comunicó que interrumpía sus vacaciones en Europa. Luego hizo saber que, por las condiciones propias de la paralización, había tenido que aterrizar en Bogotá y que la misma noche del jueves buscaría la forma de regresar a Guayaquil. No se puede dudar, en esas condiciones, de que Nebot consideró estar ante una circunstancia única, un momentum político, para romper con el gobierno. Y como el socialcristianismo no improvisa, su declaración estuvo precedida de tuits de algunos asambleístas y, principalmente, de la rueda de prensa de Cynthia Viteri en Guayaquil en la que acusó al gobierno de esconder una serpiente en un canasto de manzanas. En ese contexto, Nebot no se sometió a una entrevista: llegó a la radio guayaquileña, que se enlazó con decenas de radios en el país, con una declaración debidamente libreteada: dijo que le debían preguntar primero y qué después, se extendió sin remedio en sus respuestas y cuando el periodista pretendió llevarlo a terrenos concretos -las cúpulas sindicales retrógradas, por ejemplo-, Nebot evadió el pedido: “mejor de las cúpulas no hablemos”.
Nebot no fue a Radio Forever a ponerse en los zapatos del Presidente. No quiso reflexionar sobre la realidad que todo el mundo (por mal manejo del gobierno de Moreno, por acumulación en el país de errores históricos, por dogmatismo o corrupción de Correa, por lo que sea…) tiene ante los ojos. Su mecanismo político y de comunicación es sencillo y bien rodado: él crea contextos y escenarios, los despliega según su lógica, responde a los dilemas que él mismo forja, cae por casualidad -se entiende- en su terreno y, como es natural, se pone de ejemplo. Él es, a sus ojos, un modelo exitoso y con experiencia. Y ayer agregó, como condición subjetiva del político para solucionar los problemas, una trilogía con sazón socialcristiana: cerebro, alma y cojones. La expresión es suya.
¿Qué hizo ayer Nebot? Dar muestras de ser fiel a la cultura socialcristiana: apoyar al gobernante de turno, sacar el mejor partido para sus intereses políticos y de su partido y luego hacer campaña sobre sus cenizas. Esta vez su distanciamiento con Moreno se dio aplicando, hasta en la letra menuda, el manual de un candidato que no osa confesarlo. Se situó aparte de la refriega, como un perfecto intérprete de la voluntad popular: “me duele el pueblo”. Él lo comprende; su angustia lo concierne. Esa es una realidad que él sí entiende. Y para que no quede duda, circunscribió el campo de batalla y nombró a aquellos que no tienen alma: la gente pudiente. Y los analistas. No dijo ricos. No dijo periodistas, como dijeron Correa y Chávez. O como dice Trump. Dijo analistas. A los periodistas los necesita ahora que, aprovechando el momentum, decidió acelerar su precampaña para ver si sube en las encuestas.
Eso hizo ayer Nebot. Por eso disparó el bazukazo contra el gobierno de Moreno por haber eliminado subsidios a esos grupos acostumbrados a socializar los gastos de sus negocios y privatizar sus utilidades. Con esos grupos, dijo a la postre, hay que componer. Ni una palabra sobre sus exacciones y la costumbre de extorsionar gobiernos y tomar la sociedad como rehén. Nebot incluso ironizó, con sobriedad por supuesto, sobre aquellos que en redes sociales (Alberto Acosta Burneo, Juan José Illingworth…) demostraron que el incremento de precios debe ser mínimo.
El discurso de Nebot luce tallado a la medida de su deseo (y de su angustia) de que cuaje su candidatura. Ayer, con el país paralizado y con grupos soñando en un golpe de Estado, él aprovechó para tratar de capitalizar el descontento y ampliar su base social arropando campesinos, jóvenes, clase media… Por eso no vaciló en remedar el discurso de grupos sociales y políticos tradicionalmente anti-stablishment. Y lo hizo aceitando el populismo más primario y más añejo con fórmulas que se antojan inolvidables: si suben los combustibles, sube todo y el pueblo pobre sufre; los ricos y los analistas (cómodamente sentados en sus carros, agrega Cynthia Viteri), no se conduelen. Pero él sí.
Foto: Video Radio Forever
No soy una analista política, soy una profesional con poco conocimiento de aquello, pero nunca he creído en este señor, solo trabaja para su circulo y lo que da al pueblo no es ni lo necesario, menos para la ciudad totalmente maquillada, cuando su gente de su ciudad, prácticamente muere de hambre, tendría que subirse a los buses y ver tantos muchachos que ruegan porque les compremos algo o le regalemos un plato de comida, eso ver día a día me causa mucha tristeza y coraje con nuestros gobernantes.
Nebot tiene una sonrisa siniestra y se mueve entre el pueblo ecuatoriano misterioso, y sinuoso, sin que pueda predecirse por dónde va a salir su doble discurso.
Los ecuatorianos ya nos vamos enterando del verdadero pensamiento del líder socialcristiano.
Moreno seguramente estará arrepentido de portarse zalamero con Nebot, pues éste no le ha correspondido en lo mínimo.
“Pilatos”, el jabón de manos de Nebot y sus acólitos.