Desde el páramo bajaron los indígenas. Desde las alcantarillas emergieron los correistas. Y se encontraron en las calles, en las carreteras y se hermanaron para botar al gobierno. En el trayecto, una y otra horda atentaron contra la propiedad, que es un derecho humano; impidieron que los civiles inocentes de su rebelión, se movilicen, que también es un derecho humano; ultrajaron la seguridad de familias y moradores, que también es otro derecho humano.
Y frente a estas violaciones de derechos humanos cometidas con rabia irracional, el Defensor del Pueblo se desentiende, se las pasa por el fundamento, las subordina a su agenda ideológica, a defender primero y en prioridad los reclamos de los golpistas, sediciosos y violentos que, llenos de cinismo y de una torcedura mental vomitiva, se llaman luchadores en nombre del pueblo ecuatoriano.
Los relatos que entre sonrisas asustadas cuentan las víctimas inocentes, son aterradoras. De pronto los barrios eran asaltados, urbanizaciones en las que se armaron barricadas, dueños de casas que, asustados, pensaban en cómo defenderse solos. Por que esa es otra de las sensaciones comunes: los ciudadanos se sintieron íngrimos, sin la protección de las fuerzas del orden.
El ministro de Defensa, general Osvaldo Jarrín, denunció en un medio de comunicación, que se habían producido ataques a destacamentos militares, a instalaciones de energía. Se supo de atentados contra servicios públicos básicos. Declaró que se repelería esos ataques con “toda la fuerza de la Fuerza Pública”. Me apresuré a reconocer esa postura como urgente e inevitable. No había opción pues se encontraba en proceso un golpe de Estado, en medio de un proceso subversivo premeditado. Los voceros de la rebelión invocaron a que los militares desconozcan la autoridad del Presidente en ejercicio, instalen una asamblea popular en reemplazo de la Asamblea en ejercicio. El Estado de excepción ponía a militares y policías frente a la tarea de desarmar una subversión y devolver a los ciudadanos la tranquilidad. Pero eso no pasó. Esa tensa calma fue posterior a que los dueños de la rebelión dispusieron si dispersión luego de que, sin mínimo menoscabo, ejercieron una fuerza ilegítima durante el sitio a la Capital. En realidad, en la tramoya montada por Naciones Unidas, que sirvió para la humillación al Estado en su conjunto en cadena nacional, los dirigentes de la asonada exhibieron un aire de impunidad y con la certeza de que Moreno se rendiría sin condiciones.
Me imaginé que el Presidente, que al fin de cuentas representa al Estado y en teoría a todos, habría increpado a los alzados por su supina insolencia, por los perjuicios provocados y el debilitamiento institucional. Pero, eso no pasó.
Cómo llegó a suceder un subversión de tal magnitud sin que alguna información no haya sido recibida o procesada en las instancias de inteligencia. No se arman escudos con las mitades de tanques metálicos, sin que alguien se entere. Se conoce que ingresaron cientos de venezolanos y cubanos con pasaportes oficiales, luego que, sin haberlo ocultado, se conoció que los jefes de tropa del correísmo se reunieron con el prófugo en Venezuela. Era obvio suponer que una mafia con harto dinero y sed de venganza, iba a quemar las calles, como ya lo anticipó Patiño, el otro prófugo, en un mitin de su pandilla. ¿Es creíble que ningún organismo de inteligencia anticipó el insuceso? Y luego de desatada la violencia, los focos de agresión se prendieron en sitios críticos. Como lo decía Vladimir Lenin teórico del caos, no es importante cuantos apoyen en tanto se bloqueen puntos estratégicos. Nadie previó.
¿Quién tomó la decisión del nivel de fuerza de represión y dispersión? Es incomprensible que civiles, los subversivos, atrapen militares apertrechados, los desvalijen, los neutralicen. Varios episodios se reportaron. La sensación de indefensión era efecto obvio de observar escenas de la ejecutores de la fuerza, rendidos a los violentos. No quedaba opción sino la autodefensa, porque al parecer la fuerza pública prefería mostrarse endeble a imponer el orden. Con certeza, los jefes de la sublevación sintieron que el Toque de queda era de chiste, y de allí su insolente aire de total control.
En democracia la confrontación de ideas. En democracia la protesta civilizada y pacífica. En democracia el ejercicio del derecho de oposición política. En democracia la represión a la subversión y el respeto a los derechos humanos. En esta asonada, fueron violentados los de los ciudadanos, víctimas de violencia contra su propiedad y su seguridad.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Gracias Diego por tus escritos valientes y claros que no podrán ser obscurecidos por comentarios repugnantes, semejantes a los del defensor del pueblo( ver comentarios ) .
Unos caudillos correistas –con Correa como cachiporrero principal- que comandaron y auspiciaron un golpe de estado fallido, unos líderes indígenas sediciosos –con Jaime Vargas a la cabeza-, unos vándalos que destruyen ciudades, que atacan con sevicia a las fuerzas del orden; el mal existiendo por sí mismo, matando los esfuerzos de un pueblo por desarrollarse. Las sirenas de ambulancias y bomberos silenciadas por el ataque artero. Instituciones públicas y medios de comunicación en llamas. Eso es el odio anónimo, el que paraliza los trenes del progreso. Odio anónimo como recurso final, como arma sin filo ni puño, que añade al dolor el desconcierto.
Concuerdo plenamente con el contenido de este importante artículo . Efectivamente , no fueron manifestaciones pacíficas , sino todo lo contrario , de una violencia nunca antes conocida en el país ; hubo un plan sedicioso perfectamente planificado entre dirigentes indígenas , correistas y otros “actores ” sociales para terminar la democracia; la sociedad en su conjunto quedó a merced de los golpistas y toda su perversa estrategia , por la inacción de las fuerzas del orden , inclusive en estado de excepción con toque de queda incluido . En definitiva , la democracia e institucionalidad quedan muy mal heridas después de este triste episodio .
Es una ofensa ocultar él derecho de las minorías, la lucha de los indígenas en defensa de la justicia social, en un discurso tan barato y parcializado, desmereciéndo la vida que entregaron esos indígenas, independientemente de su camiseta electoral… la violacion a los derechos humanos no se discute, ni se negocia, y no está más allá del derecho a la propiedad o de las sonrisas asustadas de victimas inocentes…. no se puede disfrazar la corrupción en este país, con un gobierno tan mediocre
Muy bien
Me queda la duda si a futuro el uso progresivo de la fuerza será aplicado como se debía o si ya las
Cartas están hechadas ?
Totalmente de acuerdo, quienes defienden o prtoegen al ciudadano que por su condicion etnica o racial no es indigena, o no tiene los rasgos como tales?, aca en Morona Santiago paso igual, los Shuar hicieron de las suyas, se tomaron la gobernacion, secuestraron por mas de seis dias a poicias y miliatares, y pasado el apro continuaron eteniendoles, y lograrn cangeas con un detndio en las protestas, no solo arodillaron a los miliatares y policias, sino que consiguieron de la justicia un beneplacito con la intermediacion del Alcalde Morona que pago o fue garante de la causion economica.
Esta estrategia esta montada desde hace 12 años no se dan cuenta? Lo peor esta por venir. Y Moreno? Bien gracias, humillado arrodillado ante la anarquía.
Escuchen la entrevista ( a pesar de las malas entrevistadoras) del Crnl.Pazmiño. Escalofriante lo que se viene. Y Moreno.Bien Gracias
El ciudadano a pie abandonado sin líderes a punto de ser “noqueado”.Y el licenciado? Bien Gracias
Excelente analisis como siempre Sr Hernandez.
Muchas gracias. Una pequeña precisión: las felicitaciones deben ir al autor de la columna, Diego Ordóñez.
Correcto ,mis disculpas Sr Ordoñez
Excelente análisis Del señor Diego Ordoñez. La Democracia en Latinoamérica está bajo ataque. Bajo la falaz idea que hay que luchar contra el “neoliberalismo” están tratando de acabar con los países democráticos, para implantar el comunismo y perennizarse en el poder y seguir robando los recursos. Si la justicia no actúa y mete presos a los golpistas, bien dicen que ésto es solo el principio.
Muy cierto Sr. Ordóñez, indefensos y sin brújula los de a pie! Soldaditos de zinc son la Fuerza Pública desde que se dejaron manosear por el prófugo del ático..nos abandonaron!
Excelente análisis. En el Ecuador, una minoría violenta, puso de rodillas a las instituciones jurídicas y a la fuerza pública, incapaces de reaccionar ante el vandalismo y el intento de golpe de Estado. Al final, el Presidente Moreno tuvo que ceder ante el chantaje, y aceptar la principal demanda de los sublevados: la derogatoria del decreto 883. Mientras tanto, “los ciudadanos de a pie”, indefensos, con sus negocios cerrados, sin posibilidad de movilizarse para trabajar, sin nadie que los defienda, como tan acertadamente lo analiza el Dr. Diego Ordóñez. ¿Qué capacidad tendrá de ahora en adelante el Presidente Moreno, para proponer la agenda de gobierno?Casi nula.