Varias lecciones quedan tras la desolación que sufrió el país con las movilizaciones de los últimos días. Más allá de lo que ya se conoce, como el intento golpista de sectores interesados en que las causas judiciales en contra del gobierno pasado no prosperen o el ataque de aquéllos que financiaron parte de la arremetida en contra de la eliminación al subsidio a la gasolina y el diésel porque dicha medida implicaba reducir el enorme beneficio que les reporta el contrabando, hay otros temas que están flotando en el ambiente. Los temas flotan porque son parte de la sociedad ecuatoriana actual y muy pocos se atreven a asumir el reto de colocarlos en su justo contexto. La noción que tenemos sobre el racismo y la xenofobia son dos de ellos, quizás los más notorios y a la vez los que de mejor forma revelan cómo somos. Ambos, racismo y xenofobia, han sido tergiversados y aprovechados políticamente tanto para evitar la develación de una realidad latente como para estigmatizar a quienes se atreven a discutir en torno a los alcances y límites de los dos conceptos.
Por ejemplo, si alguien señala que tras la movilización indígena existió un importante componente de violencia contra las fuerzas policiales y militares, agresión a la propiedad y a las libertades ciudadanas y, esencialmente, intento expreso o tácito de desestabilizar el régimen democrático, fácilmente será tachado de racista. Puesto que ser calificado de esa forma estigmatiza y coloca al emisor de la idea en una posición incómoda y repudiable, la salida más fácil es guardar silencio o endosar la responsabilidad íntegra de lo ocurrido a otros actores. Siempre será mejor trasladar todos los costos del caos vivido a los seguidores del ex Presidente Correa pues, al fin y al cabo, ya no están en el poder (al menos aparentemente). Siempre será mejor callar aunque en el fuero interno se amasen resentimientos. Sin embargo, ambas estrategias no conducen sino a empañar el lente del análisis, a evadir la objetividad respecto a lo ocurrido y, sobre todo, a limitar las posibles soluciones para una sociedad conflictiva y con poca capacidad de diálogo.
Algo similar ocurre cuando se destaca que entre los protestantes existía un importante componente de ciudadanos venezolanos y cubanos que avivaban las movilizaciones a través de medios violentos y destructivos. En ese caso, la imputación de ser xenófobo es lo mínimo que le espera a quien ose dar tal criterio. Por tanto, para evitar dicha afrenta la alternativa nuevamente es callar o, en el caso de los más arriesgados, señalar que se trata de “ciudadanos de nacionalidades distintas a la ecuatoriana”. Al igual que en el caso de la crítica hacia el movimiento indígena, el silencio contra la actuación censurable de venezolanos y cubanos no elimina su responsabilidad en los hechos ocurridos, simplemente represa la incomodidad ciudadana, aviva heridas, siembra rencores y distancias.
Esa imposibilidad de expresar lo que mucha gente piensa pero poca se atreve a decir, lejos de aliviar las tensiones sociales y procurar la reconciliación nacional lo que hace es generar el caldo de cultivo perfecto para la emergencia de propuestas políticas, esas sí, racistas y xenófobas. Criticar a indígenas y extranjeros, por tanto, no implica ser excluyente ni tampoco considerar que unos y otros deben ser extirpados del escenario social y político del país. Por el contrario, el ojo clínico contra estos actores y sectores, al igual que en relación al resto de quienes forman parte del tejido social ecuatoriano, es indispensable y necesario. El debate de ideas sin anteponer los calificativos de racista o xenófobo, por tanto, conducen no sólo a la autocrítica de la sociedad sino también a evitar la real sedimentación de posiciones ideológicas y candidaturas que capitalicen la molestia ciudadana con discursos efectivamente excluyentes y de reproche al otro, por su etnia, nacionalidad o preferencia sexual.
Así, solamente cuando la crítica a lo ocurrido en días pasados no se interprete ex ante como racismo o xenofobia será posible superar las graves secuelas que ahora mismo están latentes en diferentes sectores sociales. Solamente cuando impere la tolerancia para asumir que las responsabilidades provienen de diferentes actores y no solamente de los seguidores de ex Presidente Correa, será posible limar las asperezas que ahora se han ahondado. En efecto, aquí no hay una sociedad que se ha dividido. Aquí lo que hay es una sociedad que ya venía fragmentada y frente a la que las movilizaciones solo han servido como el “disparador” para que dichas tensiones se reaviven y tomen fuerza. Si el gobierno, indígenas y población extranjera no asumen la parte que les toca dentro del conflicto causado, la posibilidad de que los resentimientos sociales se ahonden irá en aumento. Hay que recordar que los Bolsonaros siempre están al acecho de escenarios como el que ahora ofrece Ecuador.
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Criticar la actuación de la Conaie no es racismo. Tampoco es xenofobia señalar la conducta desatinada de venezolanos y cubanos. Objetar decisiones presidenciales no convierte a la gente en seguidora del ex Presidente Correa ni saludar ciertas medidas del gobierno implica asumir posiciones oficialistas. Nada de lo dicho respecto a indígenas y extranjeros es peligroso o atentatorio al respecto de las diferencias. Por el contrario, alimenta el debate y la tolerancia democrática. Lo realmente peligroso es no criticar abiertamente a los unos y a los otros. Lo realmente peligroso es callar y trasladar los resentimientos a lo cotidiano. Eso sí que daña a la sociedad y fermenta el racismo, la xenofobia y la intransigencia política. Lo realmente peligroso es hacer uso indiscriminado de lo “políticamente correcto” para evadir el análisis objetivo de la realidad. El racismo y la xenofobia se combaten con discusión, no con silencio. Las sociedades más justas e igualitarias nacen de la confrontación de ideas a partir de la tolerancia política, no de la sumisión ni de la imposición a priori de estigmas.
Santiago Basabe es académico de la Flacso.
Totalmente de acuerdo. Ni racismo, ni xenofobia. Solo es el derecho a tener una democracia deliberativa, capaz de analizar honestamente lo que pasa en el Ecuador.
Por cierto, otros “actores” que revelaron la fragmentación de la sociedad ecuatoriana fueron los “pobres” poniendo llantas quemadas y piedras en las calles de entrada de las urbanizaciones de los “ricos” y “no tan ricos”. Eso no lo entiendo ¿Quiénes son? ¿Que movimiento o sector representan? O es puro odio, nacido de lo mas trillado del perjuicio “pobre bueno”-“rico malo”. O no había plan, pero en medio del caos…¿todos contra todos?. Cosas que quedan para reflexionar.
Efectivamente , el que calla otorga y , sin caer en racismo o xenofobia , debemos los ecuatorianos expresar con claridad nuestro criterio y condenar todo aquello que afecta la paz social ; incluso obviamente , la gran marginación y pobreza que existe en nuestro país .
Bien por el análisis realizado en el artículo, personalmente tengo el criterio que además de discutir sobre las diferencias existentes entre los diferentes componentes de la sociedad, que siendo saludable y quizás sea posible consensuar y llegar acuerdos…. me parece importante también algunas reformas legales como por ejemplo la Ley Migratoria. El país debe disponer de herramientas legales y procedimientos expeditos para negar la entrada de ciudadanos extranjeros con antecedentes penales o identificados con gobiernos extremistas que ahora pretenden exportar el caos y convulsión social hacia los países que, respetando el derecho de movilidad humana, permitió el ingreso indiscriminado y sin ningún control, de extranjeros que ahora intervienen por sí mismos o acatando órdenes de instigadores y políticos dedicados a generar violencia en América Latina. Ecuador debe disponer de un marco jurídico adecuado y ágil para deportar delincuentes, malvivientes y extremistas extranjeros. No es posible que el país, aparte de la crisis económica que vive por 12 años de despilfarro y descontrol gubernamental, tenga que soportar la presencia de gente violenta que lo único que hace es agravar todavía más, la situación de inseguridad que vive el país, no solo durante los días del “levantamiento indígena”, sino también en la cotidianidad.
El estado de convulsión social, responde al rechazo por la inactividad o desacierto gubernamental en problemas como: desempleo, inseguridad, salud y educación mediocres, etc., y toda la carga impositiva de un Estado irresponsable que crece desmesuradamente y para el que ninguna recaudación tributaria o de ingresos por los escasos recursos que posee, será suficiente, su voracidad sin límite ahoga la economía de las clases media y baja, para no hablar de la de extrema pobreza.
El sector indígena es, en mi opinión, cuenta aparte. Dirigido por ambiciosos e irresponsables líderes que hacen gala de su ignorancia, al pretender formar un ejército independiente indígena, sus prepotentes proclamas son un grave riesgo para la seguridad y unidad del país y para un debilitado Gobierno que aparece sorprendido porque Vargas, a pesar de haberse sentado a la mesa del diálogo, haber impuesto su agenda lograda luego de una paralización del país con ingredientes de violencia nunca antes visto, con infiltrados o no… lo cierto es que el Ecuador constató que muchos de los actos de saqueo, destrucción, tomas de sectores estratégicos, ataques a bienes privados e infraestructura pública, fueron protagonizados también por hordas indígenas, no solamente por violentos y delincuentes… ahora resulta que continúa lanzando amenazas de nuevas movilizaciones – imagino que con el mismo ingrediente de violencia – qué recurso tiene el Gobierno para neutralizar a esta gente extremista que lo único que busca es aterrorizar a la sociedad y debilitar a un gobierno al que le quedó corto el traje?
Un secreto a voces que circula por toda clase de fuentes de información, es que los líderes indígenas coaccionan a sus bases para seguir ciegamente sus órdenes: pago de multas, privar del servicio de agua, castigos y toda clase de amenazas, son los argumentos que convencen no por la reflexión, sino por el chantaje a las bases indígenas y campesinas. Cómo es posible que el Estado a través de sus instituciones, no verifique la legalidad de las concesiones, hasta dónde estos líderes tienen carta abierta para aplicar este este tipo de extorsiones… cómo es posible que el suministro de agua de consumo humano, el agua de riego, los servicios básicos, estén siendo controlados por los pseudo dirigentes de tal manera que puedan ser usados como instrumentos para imponer su voluntad,… cumplir esas amenazas y lograr con ello que las comunidades obedezcan y participen activamente en estos levantamientos que solo satisfacen los mezquinos intereses de sus líderes, quienes por otra parte, no pertenecen a sectores desposeídos pues también se conoce que disponen de grandes recursos económicos y excelente calidad de vida. No me asombra que posean bienes, si estos son legítimos en su origen… lo que me asombra es el falso discurso de esta gente ambiciosa, que de ninguna forma pertenece a los sectores desprotegidos, pero que tiene en sus manos las herramientas para mover y obligar a los verdaderos indígenas y campesinos a ser acólitos de sus propósitos.
Los sectores indígenas y campesinos necesitan líderes, es muy cierto, porque su condición de precariedad económica hace indispensable su organización, porque tradicionalmente ha sido un sector olvidado por los gobiernos de turno, y porque solamente cuando el descontento social se traduce en huelgas, paros y movilizaciones, llega al Gobierno la voz de los sectores sociales marginados…. los indígenas y campesinos así como otras minorías étnicas tienen que organizarse necesariamente, pero sus líderes deben surgir de esas bases que con toda legitimidad reclaman, no de ricos y aprovechados ávidos de notoriedad y por qué no… de ambiciones políticas.
Muy importante análisis sin duda. Es precisamente el punto que debe convocar a toda la sociedad en su conjunto a tener plena conciencia de lo que acontece y de lo valiosa que es la verdadera opinión y participación ciudadana. No se debe confundir delincuencia, saqueo y toda clase de pataneria y picardias con el verdadero derecho a tener una vida digna basada en el trabajo y no en el oportunismo con que manejan a su gente los “pseudo dirigentes indígenas y sindicales” y después de preparar todo el caos y costo en que han sumido al país se laven las manos hablando de “infiltrados” mentira bien se los va conociendo quienes son en realidad y los intereses que tienen. Los auténticos indígenas son trabajadores y productores como la mayoría de ecuatorianos. Los que si son unos delincuentes son los tipos como vargas que ahora incluso llaman a formar su propio ejército que acaso cree estar formando sus propias FARC o FARE ( Fuerzas armadas revolucionarias ecuatorianas) dirigentes pillos como este y los otros ya debería la justicia a tiempo ponerlos a buen recaudó y no permitir que nos forme una desgracia similar a la que viven nuestros buenos vecinos colombianos. Ecuador es un país de paz y de trabajo, las fuerzas armadas estamos seguros siempre protegeran a los ciudadanos de bien y no se venderán como en Venezuela para ser los carniceros de su propio pueblo. Dios bendiga y proteja a nuestro querido ECUADOR.
Le tengo fastidio a Correa y todos sus lacayos, pero no por eso también voy a creer cualquier cosa que diga el gobierno, la última que se han inventado es el contrabando de combustible, que siempre ha existido, pero que dista mucho de ser las cifras que ahora pregonan. Alguien tiene idea de la infraestructura que se necesita para pasar 400 millones en diesel ? A $ 1,20 que dicen es el subsidio por galón, hablamos de mas de 300 millones de galones. El poliducto de Pascuales a Cuenca costó 400 millones de dólares, o si lo quiieren llevar en tanquero son 30,000 viajes de tanquero de 10,000 galones, 80 viajes diarios.
Debe haber contrabando pero debe ser una fracción de lo mencionado. No me gusta que me tomen el pelo y mas bien sospecho que no tienen ni idea de cuanto es robado, ni de por donde se lo llevan.
Si, ahora los genios incluyendo a Moreno, han descubierto el robo sistemático y descarado de la gasolina.Desde muchos años atrás es un secreto a voces y nunca se ha hecho nada a cambio! Es un muy buen negocio para cualquier gobierno..Alí Correa no sólo tenia cuarenta ladrones
El Sr Basabe y todo el equipo 4pelagatos son ejemplo de tolerancia a las distintas vertientes del pensamiento : politico, económico y social. Es cómodo quedarse callado pero enfrentar diferentes posiciones o ideas es de valientes.
Es un milagro que la comesolita Rivadeneira o la *** Pabón no hayan hablado de machismo. Ese pretexto es otro de los más usados por las inocentes palomitas cuando descubren sus delitos.
Hay que reiterar que ese maniqueismo es el que promueve Correa, de él se valió y se vale para implementar su modelo mafioso y delincuencial…un apecto importante que no debe soslayarse es el necesario debare en la academia, que permita desenmascarar a los ideólogos criollos del etnocentrismo irracional, enquistados en universidades publicas y privadas…
Los 4P son el sosten de la democracia y su ejercicio. Santiago Basabe es uno de los tantos pilares que conforman este inteligente grupo de investigadores y gestores sociales por una sociedad mejor. Un abrazo a todos ustedes por su aporte invaluable.