/

El 2019 Global

lectura de 6 minutos

Para muchos observadores las protestas de 2019 fueron un fenómeno aislado. Una primavera que brotó súbitamente o un huracán que irrumpió violentamente. No obstante, si enfocamos las protestas en relación a un periodo temporal más largo figuran como un hito más en los reacomodos en el equilibrio de poder global y en el modelo socio-político dominante. A partir de la crisis financiera de 2008, se ha ido erosionando el apoyo de EEUU al orden global liberal y se ha profundizado el descontento con la economía de mercado e incluso con el régimen político liberal. La tesis de un liberalismo en crisis global es chocante para las elites latinoamericanas, que identifican el liberalismo político y económico con la modernidad y como el régimen socio-político óptimo. La tesis del fin de la historia, la victoria definitiva del liberalismo, ha contado entre sus más fervientes adeptos a los estratos altos en América Latina. Pero qué tal si en lugar de ser un tren rápido en el que no logramos ubicarnos del todo, el orden liberal global se está descarrilando. ¿Cuáles serían los contornos de esta crisis, que más que económica es una crisis de legitimidad del statu quo?

El orden global liberal fue una creación de EEUU, que se fortaleció en 1989 en el contexto de la caída del comunismo y el triunfo de la democracia y las economías de mercado.  Ahora en 2019, EEUU se muestra menos comprometido con los principales pilares de este orden. Trump ha erosionado el libre comercio internacional con sus chantajes a sus socios comerciales y a la OTAN con sus críticas a sus principales aliados europeos. Al mismo tiempo, Trump ha promovido la salida de Inglaterra de la Unión Europea, el Brexit que se definió este año.  Simultáneamente, la hegemonía estadounidense enfrenta retadores cada vez más agresivos.  Rusia está definiendo una amplia esfera de influencia que no solo incluye su perímetro euro-asiático, sino también Siria, Libia y Venezuela. China, a su vez, se ha consolidado como la potencia dominante en el sud-este asiático y en la ex ruta de la seda.  En estas regiones de predominio ruso o chino, prevalecen regímenes autoritarios y economías marcadas por la corrupción sistémica, que en el ámbito sino-céntrico, irónicamente, lucen bastante pujantes.

Al mismo tiempo que Trump corroe los cimientos del orden liberal global, internamente el populismo de derecha de Trump atenta contra la institucionalidad liberal y atiza el odio a los migrantes y a las minorías raciales. Repudia, en otras palabras, la política de puertas abiertas y la igualdad cívica—valores fundacionales del liberalismo. No es el único ejemplo de un populismo de derecha iliberal que erosiona el estado liberal y la globalización. En Europa central, Polonia y Hungría han seguido una trayectoria similar, incluyendo una tendencia a definirse como Estados cristianos en contraposición al laicismo liberal de la Unión Europea. No se puede dar por hecho que esta sea una patología pasajera, ya que la reelección de Trump es probable y Mateo Salvini en Italia amenaza con retornar al poder para continuar su cruzada anti-migratoria.  En América Latina, Jair Bolsonaro representa la derecha iliberal, en su caso, contraria a la gobernanza ambiental global y propensa a definir enemigos internos.

En el otro extremo, también se redefine el estado liberal. Las elecciones en Inglaterra muestran este movimiento “pincer”, en dos frentes, contra el liberalismo. El candidato pro-Brexit, Boris Johnson se enfrentó a Jeremy Corbyn, que abanderaba una transformación socialista. Una combinación de alergia a la desigualdad y una impaciencia con la transición ecológica está nutriendo una radicalización hacia la izquierda en varios países, especialmente entre los jóvenes. Greta Thungberg expresa, con su estado de pánico permanente, esta legitima impaciencia. La izquierda global impulsa un Green New Deal, como se denomina en EEUU, que combina una mayor oferta de bienes públicos y el impuesto patrimonial a los billonarios con una fuerte regulación ambiental. Ya no se trata sólo de atenuar las fuerzas de mercado, sino también de una visión distinta de la democracia. Renace un republicanismo cívico que promueve la participación activa en la política más allá de elecciones corrompidas por el dinero, y que busca definir un proyecto común para la sociedad en lugar de aupar la búsqueda individual de la felicidad consumista. El cyber-activismo torna instantánea la participación política y potencia la movilización social. Por qué esperar a las elecciones cuando una protesta “flash” puede poner en jaque a gobiernos carentes de credibilidad.

Las protestas en Chile y en Colombia en 2019 globalizaron esta hibridación de democracia directa, ecologismo y socialismo renovado. Es cierto que América Latina ya experimentó con la revisión izquierdista del liberalismo, pero se trató de una versión perversa, el repugnante socialismo del siglo XXI. Desafortunadamente, en América Latina el populismo peronista, que Chávez convirtió en un modelo reproducible, es una tentación permanente para la izquierda. Es una vía rápida al poder en momentos de crisis, pero nefasta en sus consecuencias a largo plazo.

Hay que preguntarse qué es preferible, si el orden liberal continúa desmoronándose en la década 2020-2030 ¿el populismo de derecha o una izquierda contemporánea?  Muchos responderán que hay que seguir defendiendo el liberalismo contra las fuerzas que lo acechan.  Estoy de acuerdo, pero resulta indiscutible que el liberalismo tendrá que girar hacia la derecha o la izquierda para mantenerse. En tal caso, un liberalismo enriquecido por la agenda de la izquierda resulta más atractivo y adaptativo que un liberalismo degradado por los impulsos de la derecha populista. No es imposible que a futuro nos enfrentemos con la disyuntiva que planteaban algunos activistas franceses de mayo 1968:  socialismo o extinción.

Carlos Espinosa es profesor/investigador de Historia y Relaciones Internacionales en la USFQ.

1 Comment

  1. Excelente análisis de la crisis que atraviesa el liberalismo, y los cimientos ideológicos del orden mundial. Estoy de acuerdo en que el liberalismo contemporaneo puede mutar e enriquecerse hacia un paradigma que reuna causas sociales y ecologistas, o bien tornar hacia la tendencia del populismo. Sin embargo, el rol y ascenso de China continuará “pateando el tablero” del equilibrio de poder. Quisiera conocer opiniones sobre cual seria su rol y como influenciaria el desarrollo del liberalismo en su tradición occidental?

Comments are closed.