En la víspera del Halloween de 1938, Orson Welles, luego afamado actor y director, en formato de radionovela dramatizó un capítulo de la novela “La guerra de los mundos” de George Wells. Los marcianos invadían la Tierra con armas con las que estaban destruyendo rápidamente ciudades. Un millón de oyentes, convencidos de que el drama era noticia, tuvieron ataques de pánico y crisis nerviosas. En 1949, Radio Quito reprodujo el episodio con locutores locales. Sin prevenir que era una fantasía, se anunció que Latacunga había desaparecido y que los hombrecillos verdes (verdes, qué coincidencia, ¿entienden? ) destruirían el resto del país. El efecto entre los oyentes fue parecido: pánico. Pero una vez se informaron que no era noticia, antorcha en mano, una turba incendió el edificio de la estación de radio.
Esto sucedió en época en la que la radio era el medio de información y entretenimiento. Los entretenidos actores de radio, inauguraron la noticia falsa (fake news) que en época de las redes sociales es una verdadera plaga. Virus que contamina mentes, debates y fragua realidades. Con una limitación: no se puede prender fuego a las redes y menos a los autores de cuentas falsas, aunque muchas se originan en cuentas de periodistas o de angustiados influencers que quieren mostrarse informados, aun cuando transmitan mentiras.
Pasatiempo perverso, estrategia sucia de comunicación, morboso deseo de escandalizar, ingenuidad de fronterizo, torpeza o estupidez, las redes sociales se plagan de noticias mentirosas, realidades creadas, hechos fraguados. Y usuarios de las redes dispuestos a tragarse cualquier timo, sea porque alimenta su propio morbo, porque carece de información, por lamentable ignorancia histórica o porque es proclive a buscar confirmaciones de sus propios prejuicios.
La asquerosa troupé de propagandistas del correísmo, usando creatividad y dinero -harto dinero administrado por el Estado- convirtieron en arma política la creación de noticias falsas: para acribillar la honra y desprestigiar opositores, para defender a sus corruptos o convencer, con pura mentira, que morábamos en el paraíso. En los shows tóxicos de las sabatinas y en insoportables cadenas de radio y televisión atiborraron de falsedades y lo siguen haciendo: ya no usan los medios de comunicación incautados, pero sí una profusa cantidad de cuentas falsas y de fanáticos que reproducen las versiones torcidas del correísmo.
No es verdad que la CIDH confirió inocencia a los sediciosos del intento de golpe de Estado de octubre o al inefable copión de Glas. Las medidas cautelares obtenidas en su favor son disposiciones para evitar que pueda ser afectada su integridad. Deber que tiene el Estado en relación con todo delincuente que está preso o de cualquier procesado. Nada más que eso.
En los días negros de octubre, indios y correístas se desataron en propalar mentiras, lo que tiene secuelas por la intención de convencer y convencerse que los agresores, golpistas y vándalos son la víctimas. Distorsionaron un informe de NNUU el que tuvo conclusiones generales sobre la represión. Fake news para aumentar las cifras de muertos y contusos. Siendo esto grave, es mayor la dificultad de entenderse por la sesgada y emocional versión sobre la realidad de cifras y realidad objetiva de la economía. Aquello que el mejor gobierno de la historia lo condujo Correa, es la consigna falsa que lleva a denunciar la falta de inversión en obra pública, los incrementos de impuestos, los pocos despidos en el sector público, como la expresión de una intencional crisis para justificar llevarnos a los brazos del FMI. Convencidos de una realidad paralela.
En una reciente prueba PISA, realizada entre estudiantes incluidos de algunos representativos países de Latinoamérica, una de las más preocupante conclusión es que menos de uno entre diez jóvenes puedo distinguir entre los que es opinión y lo que es un hecho. En el propósito de mostrar su redentorismo, la estructura de propaganda del correísmo falsificó la historia, que es con la que toda una generación ha sido adoctrinada. En el pasado todo era turbio y neoliberal. Con poco espíritu crítico, sin referencias a las verdades, sino a la versión torcida y malintencionada de la revolución corrupta, las mentes jóvenes y de muchos más está alienada por esas “fake news”. Los responsables y todo el escenario en el que se produjo el feriado bancario es uno de esos hechos que han sido descritos por la propaganda y con protervos fines electorales. El mismo Moreno no tuvo resquemor el repetir las mentiras fraguadas por su predecesor con el fin de perjudicar a su contendor electoral.
Las encuestas que circulan en redes, son noticias falsas. Algunos periodistas y generadores de opinión las difunden sin análisis de alguna coincidencia entre las cifras interesadas y la realidad. La primera pregunta que se deberían hacer los que las reproducen sin beneficio de inventario, es por qué una firma encuestadora publica gratis datos cuya obtención cuesta mucho dinero. Superada esta duda, hay que observar con sentido crítico para no tragarse todo lo que se postea. Pero lo normal parece lanzar un like o compartir todo lo que suene a escandaloso o sirva para propalar prejuicios.
Quienes tienen espacios de influencia, políticos, generadores de opinión, influencers en redes sociales, frente a esta arremetida de falseadores de la realidad, sea incluso por sorna, deben asumir, con sentido ético, un rol crítico y pedagógico para orientar a lectores y usuarios de redes, para denunciar a los que falsifican la verdad y no convertirse en sonsa caja de resonancia.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Estupendo artículo ; efectivamente debemos tener la suficiente madurez y capacidad de análisis , para desechar toda noticia tóxica y falsa , así como también un civismo bien cimentado , que nos permita rechazar los estados de propaganda que regímenes populistas y autoritarios implantan en el país .
Un mes negro el de Octubre , que no sea una connotación racista, tampoco lo de llamar indios a los que son y tampoco a quienes, según parece se oponen a alguna propuesta de salida a la crisis venida desde este gobierno. Son malos de maldad de película quienes en Octubre cotizaron el país y con sus protestas agravaron la situación económica. Victimas de las crisis y actores de todas las crisis , son lo uno o lo otro pero no ambos ,Deben entender que carecen de oportunidad si no meten el hombro para sacar al país adelante . Una opción que promete y con certeza viene desde las filas de “CREO”. Con un hombre que nunca tuvo algo que ver con lo del feriado bancario, además ese discurso de desprestigio a él no le afecta , quienes conocemos de su trayectoria sabemos de su correcto accionary sin lugar a dudas será nuestro próximo presidente.
Vaya sociedad de eufemismos, no son indios son indígenas, no son negros son afroamericanos y así por el estilo nos alteramos por calificativos y pasamos por alto q nos tuvieron de rehenes a los ecuatorianos y no hay eufemismo q maquillar eso
De acuerdo. El tema es que el pensamiento crítico es una habilidad intelectual de las más desarrolladas. En la taxonomía de Bloom (niveles del ámbito cognitivo), el análisis crítico aparece en el nivel 5 de 6. No creer en noticias falsas implica el ejercicio de una habilidad intelectual avanzada que, lamentablemente, ya sabemos no es propiedad de la mayoría …., pero de acuerdo, cada uno en su espacio ayude a los demás a no ser tan crédulo …
Fernando, se nota que no has leido y menos entendido el artículo escrito por el Sr.Ordoñez! La esencia del artículo va contra “lavado de cerebro” y creo que el correismo ya tiene un adepto más.
Cierto, cualquiera que crítica algo ahora es correista, me lo olvidaba. Pero, no fue exactamente esto la táctica del correismo?
Se llaman indígenas o autóctonos, pero seguramente no indios, tiene Bagage histórico y violento. Mejor aún usar el nombre concreto de cada nacionalidad. Qué más no está exactamente correcto aquí?
Según el diccionario: “Indio es un individuo que pertenece a los pueblos originarios de América, como también una forma de denominar a los que pertenecen a la República de la India. Denominar indio a los indígenas de América se difunde con la llegada de Cristóbal Colón a América el 12 de octubre de 1492, quien creía haber llegado a India”.
Debe tratarse de un diccionario español. Como ciudadano ecuatoriano debería conocer la historia de nuestro país y también las designaciones peyorativas, cierto? Pregúntale simplemente a sus vecinos indígenas. Indio, le van a decir, se debe usar en ninguna parte de Latinoamérica, ni del mundo.