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Correa y su gavilla se auto incriminan: ¿brutos o desesperados?

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En redes sociales una recua de correístas, a los que les falta entendimiento y les sobra cinismo, a pesar de la evidencia no les provoca asomo de duda. Por lo menos duda sobre la relación corrupta entre la cúpula del gobierno del prófugo y empresarios que pagaron directamente o triangulando facturas para conseguir contratos o recibir pago de planillas. De lo que se ha expuesto en el juicio contra la revolución corrupta, se ha confirmado todo lo que se comentaba: la abundancia de recursos terminó en los bolsillos de los jerarcas; lo que financia holgadamente sus exilios, sus troll centers y sus revueltas golpistas. Y en el caso del prófugo, viajes en primera clase y una corte de pepudos que le escoltan. ¿Acaso alguno de estos obsesivos que insultan como verduleras, no se pregunta de dónde un expresidente que no cobra su pensión, puede pagar esos millonarios gastos?

Pero si no es por la evidencia del juicio, toda duda debería desvanecerse por los tuits que con fruición tipean Correa, Mera y sus abogados. Conforme el caso se ha ido procesando, las versiones sobre los hechos, por parte de los acusados, se ha ido modificando porque son tan evidentes que incluso ellos no los pueden negar. Correa negó conocer a Laura Terán, afirmó que no sabía si trabajó en su equipo. Ahora afirmó que los archivos obtenidos por la Fiscalía fueron hackeados de la computadora de esta mujer ¿Bruto o desesperado? No solamente confirma que Terán trabajaba cercanamente a él, sino que los archivos existen y lo que cuestiona es la forma en que fueron obtenidos. Por su parte Mera, dispara sin conciencia lapidarios tuits en los que acusa que la principal testigo de la causa, la inefable Pamela Martínez, quien fue parte del equipo de gobierno y amiga desde la infancia de Correa. Ella es, dice, una corrupta contumaz, que se forró siendo juez constitucional, cargo al que llegó sin otro mérito que se parte de la camarilla. Ya no hay duda de la pigmea talla moral de Martínez. En el caso de Mera, aparte del resultado en el juicio por sobornos, se ha auto sentenciado de complicidad. ¿Si sabía lo pícara que fue la jueza Martínez, si supo que recibió coimas, incluso de Odebrecht, por qué no lo denunció, por qué, por lo menos no forzó su retiro de la Corte Constitucional? Con seguridad si Mera lo sabía, Correa también. ¿Bruto o desesperado? Tanto en el caso de Correa y Mera, es evidente que ya no les importa derruir su corroído prestigio. Mentirosos, cómplices con la corrupción. De eso no hay duda. Solo falta una sentencia que lo confirme judicialmente.

En otras declaraciones la ex ministra Duarte y el inefable Mera tratan de desmarcarse de Correa. Duarte dice, con asomo de asco, que Correa se rodeó de gente mala. Y lo dice con el cinismo de creerse buena y que no era parte del círculo íntimo. Para serlo, debieron compartir los antivalores que los hacían mantenerse unidos. Durante el gobierno, el pacto de silencio para cubrir la corrupción, no tuvo filtraciones. Mera por su parte dice que no estuvo de acuerdo en todo con Correa: descarado. Él, el artífice del control judicial, que fue el arma más eficiente de persecución; él, el manipulador de leyes, vetos, voluntades, quiere desmarcarse de las decisiones de Correa. Seguramente en algo habrá estado en desacuerdo, pero en lo fundamental, en nada.

Los abogados tampoco dan la talla. Reconozco ese principio que todo acusado merece una defensa. En el caso del juicio por sobornos, sin embargo, los abogados tienen la misma estatura ética que sus defendidos. El jefe de la defensa legal, Fausto Jarrín, aparte de los ilegítimos recursos que interpone dentro del proceso judicial que rayan en la deslealtad procesal, no ha explicado de donde obtuvo alrededor de 800.000 dólares para comprar una casa patrimonial para luego derrocarla, con autorizaciones del municipio de Quito, en ese tiempo en poder del correísmo. Porque de su historia tributaria no aparecen recursos propios para pagar esa compra.

En el pasado hubo actos de corrupción. Eventos aislados, eventualmente inevitables. Pero no hay precedente de una pandilla organizada, que se encaramó en el poder del Estado, al inicio probablemente con buenas intenciones, pero que, prontamente, entendió que el control total les ofrecía la impunidad para abusos políticos y violación de todo principio moral. Su alharaca de persecución, su desvergüenza en victimizarse es parte de esa desfachatez de quienes no tienen abolengo ético ni asomo de arrepentimiento. La expectativa sobre el final de juicio, en sentido que se sancione penalmente a todos los implicados en la maquinaria de coimas y contratos, reposa en enviar un poderoso mensaje en contra de la impunidad.

Diego Ordóñez es abogado y político.

27 Comments

  1. No hay que salir de la matriz india para ser resentido, envidioso de logros ajenos, avergonzarse y renegar de sus orígenes y masticar la revancha y el desquite en cuanto llegue la oportunidad, como les llegó a ésta pandilla, sin saber leer ni escribir. Desnudos ante la justicia sólo aciertan a vomitar cobardía y mentiras lo que los retrata como son: escoria de los infiernos.

  2. Por lo que se dice claramente en el presente artículo, no hay que votar nunca más por Correa y su corte de corruptos, porque solo quieren volver para tapar sus fechorías y seguir robando.

  3. Excelente artículo Ab. Ordóñez, aunque faltan muchos, muchos más escritos como este, para concienciar a la ciudadanía del histórico momento que estamos viviendo, en los que se está jugando la institucionalidad de todo el país, ya que persiste el riesgo de que los jueces habiendo de por medio tanta e incontrovertible evidencia, no apliquen todo el rigor de la Ley a esta gavilla de delincuentes que luego de haber robado más de 70 mil millones de dólares, pueden quedar sin sanción y sin que devuelvan lo robado.

    Concuerdo plenamente con la inquietud de una persona manifestada en un comentario al presente artículo, en el sentido que la prensa en general y los diarios en particular tienen una actitud muy tímida que raya en la complicidad con los mafiosos correístas, que ante la importancia de lo que estamos viviendo, no dejan oír su voz, y que si no tienen periodistas que emitan criterios valientes en favor de los más caros intereses del país, entonces que difundan los escritos como los de 4 pelagatos que sí tienen pensadores honestos y por consiguiente, no comprometidos con la impunidad.

    • La corrupción en el gobierno de R. Correa es mas que clara las evidencias sobran especialmente en el caso arroz verde o sobornos 2012 – 2016.
      Es vedad que la corrupción ha existido en gobiernos anteriores pero la que se dio en el gobierno de Correa es la más nefasta en toda la historia del Ecuador creo que el peor error es decir esta bien que robe pero hace obras.

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