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La última gran fantochada de la jorga bolivariana

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Dar crédito a un informe hecho por encargo del chavista Mark Weisbrot, que dice que no hubo fraude electoral en las elecciones de Bolivia, es como creer en un reporte optimista sobre el estado de la seguridad en Venezuela contratado por Diosdado Cabello o sobre las inversiones de Tesla en el Ecuador inventado por René Ramírez.

Pues bien, eso es lo que ha hecho un medio serio como el Washington Post. Ese diario publicó el 27 de febrero, en su blog The Monkey Cage, una columna escrita por dos investigadores que trabajan en un centro de investigaciones sobre temas electorales del prestigioso Massachusetts Institute of Technology, MIT. En la columna, los dos autores dicen que los reportes de la Organización de Estados Americanos, OEA, sobre el fraude en Bolivia estaban errados y que allí no hubo ningún fraude.

Aquello que los dos investigadores afirman en su texto fue amplificado por una enorme cantidad de medios en el mundo, poniendo en tela de duda el informe sobre el fraude hecho por la OEA y deslegitimando el cambio de gobierno en Bolivia. El The Guardian de Inglaterra, el The New York Times, El País de España, El Tiempo de Bogotá, entre muchos otros medios tradicionales destacaron lo que decía la columna publicada en el Washington Post, presentando la noticia como si los hallazgos hubieran sido parte de una investigación hecha por el MIT.

La noticia sobre el informe puso de plácemes a los evangelizadores del socialismo del siglo 21, entre ellos el podemita filo stalinista Juan Carlos Monedero; el presidente de la Argentina, Alberto Fernández; el ex presidente ecuatoriano, Rafael Correa; el ex presidente colombiano, Ernesto Samper, y, sobre todo al ex presidente boliviano y protagonistas de esas elecciones, Evo Morales.  Alberto Fernández, por ejemplo, dijo en un mensaje de Twitter, replicado por Correa, que “según informe publicado por el Washington Post y realizado por el MIT, Evo Morales había ganado los comicios y el ex canciller Guillaume Long dijo sin empacho que el estudio del MIT “no encuentra evidencia del fraude”. Para ellos y para gran parte de los áulicos de los gobiernos bolivarianos, la noticia era inequívoca y contundente: el MIT y el Washington Post dicen que no hubo fraude en Bolivia. Rafael Correa fue quizá uno de los que con mayor entusiasmo replicó la noticia.

Pero lo que ninguno de los evangelizadores del socialismo del siglo 21 dijo es que el estudio no era de MIT, sino de dos personas que trabajan en un proyecto sobre temas electorales en esa universidad. 4P. se puso en contacto con el Election Data Lab de MIT y Claire DeSoir, responsable del departamento de comunicaciones de ese instituto, dijo que “para que esto quede en claro, esto no es un estudio del MIT. Si bien los autores trabajan para el Election Lab, las investigaciones de este laboratorio se enfocan exclusivamente en la administración de las elecciones de EEUU”. Hay que agregar que, en una nota de Reuters, se lee que un portavoz del MIT afirmó que el estudio fue hecho de forma independiente y bajo pedido del Center for Economic and Policy Research y que no refleja necesariamente la opinión de la universidad.

En realidad el Washington Post tampoco sostuvo como muchos dijeron, entre ellos un reconocido profesor argentino, que no hubo fraude en Bolivia. Se trata de un columna publicada por dos personas que no tienen ninguna relación con ese diario, en un blog donde se publican opiniones que no son ni del diario ni de sus columnistas. Además, la OEA refutó el informe afirmando que está basado en un tema estadístico cuando el fraude se consumó en todo el montaje político de las elecciones. Un portavoz de la organización dijo que el artículo ignora los principales hallazgos del informe de auditoría de la OEA. Esos resultados demuestran inequívocamente que hubo “manipulación intencional” de las elecciones en dos áreas. “Primero, la auditoría detectó cambios en las actas y la falsificación de las firmas de jurados de mesas. Segundo, se constató que en el procesamiento de los resultados se redireccionó el flujo de datos a dos servidores ocultos y no controlados por personal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), lo que posibilitaba la manipulación de datos y la suplantación de actas”, sostuvo el portavoz de la OEA.

Quizá tan grave como haber atribuido los conclusiones del estudio al MIT fue que los entusiasmados bolivarianos no dijeron que tras el informe y la columna en un blog del Washington Post está uno los más estridentes cheerleaders y lobbistas del chavismo: Mark Weisbrot, director del Center for Economic and Policy Research, CEPR. Se trata, en resumidas cuentas, de un informe hecho bajo pedido y a la medida de uno de los propagandistas internacionales más radicales que ha tenido el chavismo y, por default, de todos los gobiernos que fueron amparados por Hugo Chávez.

El estudio fue hecho por pedido de Weisbrot, lo cual no es sinónimo de objetividad. Si se quiere leer algo positivo sobre la Nicaragua de los siniestros Daniel Ortega y Rosario Murillo basta buscar a Weisbrot. Si se quiere ver algo bueno sobre Nicolás Maduro ahí también está Weisbrot. Lo mismo ocurre con los gobiernos Rafael Correa, Evo Morales o Cristina Kirchner. En defensa y en promoción de todos estos gobiernos, en algún momento y de alguna forma, Weisbrot ha estampado su firma. En el caso ecuatoriano, él fue un puntal del aparato propagandístico del gobierno de Rafael Correa para tratar de legitimar internacionalmente la Ley de Comunicación y en agosto del 2012 vino al Ecuador a dar una conferencia sobre la concesión del asilo a Julian Assange. Fue invitado por la Secom.

Diario El Mundo de España sostiene que no es la primera vez que aparece un informe “engañoso” de Weisbrot: “El año pasado, junto al propio (Jeffrey) Sachs, aseguró que 40 000 personas habían muerto por culpa de las sanciones (de EEUU a Venezuela). Un equipo de economistas venezolanos, dirigido por Ricardo Hausmann, desnudó los datos de ambos, que casualmente olvidaban la destrucción de la economía venezolana durante toda la revolución. Hoy la caída del Producto Interior Bruto (PIB) desde la llegada de Maduro al poder se acerca al 70%”. Uno de los más groseros fiascos de Weisbrot fue cuando en 2013 publicó un artículo en the Guardian afirmando que el gobierno de Nicolás Maduro jamás sufriría de inflación ni de escasez de alimentos, tesis que ha sido desbaratada de forma brutal por la realidad.

Weisbrot es, junto a Eva Golinger, uno de los más incondicionales y radicales defensores del sistema chavista y de los gobiernos afines. Thor Halvorssen de Human Rights Watch lo ha descrito como uno de los “intelectuales pigmeos que ha trabajado durante años como un propagandista del gobierno chavista”. Existen, además, estudios donde se señala el posible financiamiento de su ONG desde Venezuela, mediante otros grupos que recibieron fondos del gobierno de Chávez. Si los medios que publicaron la noticia sobre la columna de Washington Post y si ese propio diario hubieran indagada quién es Weisbrot, es muy probable que su impacto mediático hubiera sido mucho menor. Así como la fantochada de los mamertos bolivarianos.

Foto: medios públicos

3 Comments

  1. El coronavirus es un pobre desgraciado al lado de la imbecilidad del siglo 21 llámese chavismo, castrismo, correismo,podemismo, kirchnerismo todos son lo mismo: excrementos mentales.

  2. lindo muy lindo este articulo. antes hubo los chismes de boca en boca, donde una pulga termino ser un dinosaurio. hoy de la boca al email al wathsapp. al facebook, twitter messenger un fraude termina como ser la verdad, me encanta la historia se repite. hay que escuchar y leer bien. tenemos 2 ojos, 2 orejas, dos huecos en la nariz y una boca. eso es para mirar y escuchar 2 veces, respirar honda 2 veces y hablar (escribir con una solo mano) una sola vez

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