La desvencijada democracia ecuatoriana necesita cuadros políticos de calidad que permitan superar esa pobreza intelectual, moral, académica de muchos que emergieron a puestos de representación desplazando a los buenos. Que eleven el debate al campo de las ideas, de las propuestas y que la política no sea asunto de crónica roja. Hace falta que se dediquen a la política los honrados y capaces y lo hagan en organizaciones políticas que sobrevivan a una elección.
Desde 1979, muchos que ejercieron cargos públicos tuvieron ese destino. Terminados los gobiernos en los que participaron, fueron luego actores políticos importantes. El espacio de exposición mediática que ofrece la función pública facilita la promoción y posicionamiento. Lo que no es reprochable. Durante la revolución corrupta muchos nombres nuevos aparecieron, la mayoría jóvenes con la promesa de renovación. Como en la economía, son diez años perdidos en el propósito de tener una nueva generación de líderes políticos, porque o están presos, o están prófugos o estarán presos en el futuro.
El actual vicepresidente con seguridad será un cuadro político y también otros nombres que han despuntado durante el gobierno del presidente Moreno. Y esto es saludable para la democracia, pues, con errores y aciertos, varios funcionarios de alto nivel han mostrado destrezas que hacen una gran diferencia con el inmediato pasado de una pandilla gobernando.
Pero, y lamentablemente hay peros que obligan a criticar la forma en que el actual vicepresidente ha irrumpido en el escenario electoral, y no solamente en el referido a ser parte del gobierno. Aunque le moleste a él, a su entorno familiar, a sus auspiciantes y promotores, lo que ha hecho el actual vicepresidente es similar a lo que hicieron los correístas. Hacer campaña electoral desde la función pública, lo que significa, indiscutiblemente, que los actos en los que participa, con los recursos materiales y humanos que usa cuando participa en esos actos, sirven para un propósito: promover su candidatura.
Es una coartada afirmar que videos en los que se hace mención de su opción electoral, han sido elaborados por terceros sin conocimiento del actual vicepresidente. Las tomas que se usan para acompañar con rapeo, las fotos en pose de estatua, dedo y mirada orientadas hacia el infinito, o son parte de material oficial, de ese que en el gobierno protegen por derechos de autor, o son obtenidas por camarógrafos o fotógrafos convocados para el efecto.
Indignado, el actual vicepresidente cree que las críticas o son producto de celo o de pago, y reclama que se respete su trabajo de levantar muertos durante la horrenda pandemia, que no termina. El actual vicepresidente salió a las calles, a recorrerlas sin solucionar ningún problema más que el de hacer presencia en medio del drama. No ha sido parte de ninguna estrategia de solucionar el desabastecimiento de material sanitario; no ha sido parte de ninguna estrategia para enfrentar la crisis económica. No, solo salió a mostrarse como hombre de acción en una agenda mediática asentada en la pandemia.
De cómo solucionar la deficiencia inmensa en el sistema de salud pública; de cómo solucionar la incapacidad de pagos del gobierno, de cómo se prevé superar la caída de la producción y el empleo, nada dice. Y se espera lo haga, pues al salir a paliar con fotos el drama humano se presentaba como protagonista de la gestión de gobierno aunque -se le reconoce-, con la habilidad de mostrarse distante del gobierno que hace agua en credibilidad y eficacia.
En sociedades de democracias sólidas los líderes políticos que aspiran a dirigir un país son personajes con un largo recorrido, no son neonatos que se lanzan a mediatizar electoralmente las crisis. En esas sociedades los electores votan por los proyectos y por la persona que los representa.
El actual vicepresidente tiene el legítimo derecho de ser candidato. Y de reproducir los defectos de improvisación y de asentar su proyecto en mercadeo puro, fotos e imágenes. Hacerlo en ejercicio de su cargo no es legítimo. Hacerlo topa una sensible tecla que desentona. Durante diez años de correísmo enfrentar candidatos funcionarios públicos, constituía una afrenta a una competencia equilibrada. Ojalá persista en su deseo, el de su familia, amigos, promotores y auspiciantes de ser candidato y ojalá comprenda que debe abandonar el gobierno ya, para continuar su ruta electoral.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Llama la atención que cuando el Sr. Vicepresidente Otto Sonnensholner recorría el País en plena pandemia, fue criticado porque estaba en campaña por estar repartiendo mascarillas y víveres, entonces alteradamente respondió que no iba a ser candidato a ningun cargo público, pero hoy parece que si va, porque habla de objetivos, etc.
Lo sorprendente, casi milagroso, y sin lugar a dudas un fenómeno social, lo que ocurre en Ecuador, el que no se haya desatado aún, una hambruna y una convulsión delincuencial de perfiles apocalípticos, las fechorías de gran parte de políticos, han sido lo suficientemente perversas para que ello ocurra; son más de diez años de fermentar un caldo de cultivo donde el sustrato, era un pueblo que nunca tuvo la estatura cívica para discernir su voto, inmediatista, simple, sin mayor cultura. Ahora la pandemia desde los escombros, desde los resquicios , hace brotar rayos de luz, y esa viene de los estratos más humildes y empobrecidos, volcados a las calles, decididos a vivir, a luchar, a soportar, a violentar las sagradas ordenanzas, las normas, las regulaciones, los anatemas y maldiciones de los escondidos, los infectólogos, aquellos, en las calles silentes ofrecían sus humildes ingenios, sus mercancías , ellos nos enseñaron a aquilatar la vida pero no desde las butacas del temor y el egoísmo sino
desde las galerías del valor y la abnegación; ahora esos “transgresores”de ese brutal libreto de miedos, irónicamente serán los que al convertirse en portadores sanos o asintomáticos, darán lugar a un amplio contexto humano de inmunidad comunitaria que evitarà la temida ola de rebrote de la peste, una consecuencia inevitable de represar coyunturalmente los contagios por un confinamiento equívoco y abusivo, que solo pretendía evitar la congestión hospitalaria, más no la inevitable infección de la gran mayoría poblacional y peor aún ,la letal destrucción de una ya desbastada economía.
Hernán: totalmente de acuerdo!
Sería bueno un reportaje de cómo se tomaron las decisiones de confinar a todo el país. Mi sospecha fue que el gobierno y algunos alcaldes entraron en pánico mucho antes que la población. Pánico, no por la enfermedad, sino por “el qué dirán” y por cálculos políticos.
Entonces pulverizaron no solo la economía sino el funcionamiento general de la sociedad. Bloquearon las carreteras. Sitiaron ciudades. Llegaron al colmo de impedir que la empresa que realizaba tests de coronavirus envíe las muestras de Guayaquil a Quito por avión, y les tocaba enviar por carro, haciendo trasbordo en Santo Domingo. Cerraron mercados. Redujeron a unas pocas horas a la semana la posibilidad de hacer compras. A fines de marzo, cuando Guayaquil tenía cadáveres botados en las calles, también había desabastecimiento generalizado de alimentos. Algún ministro tuvo que organizar unos “corredores logísticos” para impedir que Guayaquil caiga en una hambruna de proporciones bíblicas.
Pero el confinamiento siguió. La gente salió a ganarse la vida en las calles, aunque los policías que les arrebataban las mascarillas y las lechugas que llevaban para vender. En Quito, Yunda llegó al colmo de traer grupos de militares con boinas rojas, armados hasta los dientes, para aterrorizar a la población. Yo fue testigo de cómo esos militares atrapaban a adultos mayores frente al mercado de Chiriaru, y les ponían contra la pared… a las 12 del día!!!!
El experimento de hacer educación online, de la noche a la mañana, fracasó de manera estrepitosa. No solo es la falta de tecnología. Es que nadie en el gobierno se da cuenta de que las escuelas y colegios tienen la función fundamental de… hacerse cargo de los niños y jóvenes…. para que los adultos puedan trabajar. Y seguimos sin saber cuándo se abrirán las escuelas. Nadie sabe nada. Nadie dice nada. Todos paralizados esperando que alguien haga algo.
Y así…..