Manuel Peinado Lorca, en un reportaje de Infobae rememora como una de las grandes mentes de la historia perdió todos sus ahorros en la burbuja financiera que estalló en 1720. Varios siglos después, la devastación mundial del coronavirus produce inmensas pérdidas en empresas, trabajadores, Estados, especuladores, accionistas, y en mentes brillantes y no brillantes de todo el universo.
Isaac Newton germinó su teoría gravitacional en 1665, cuando con apenas 22 años, luego de estudiar cuatro años en Cambridge tuvo que refugiarse en la casa de campo familiar cuando la Gran Peste invadió su residencia universitaria. Su confinamiento lo llevó a profundas reflexiones. Después de ver caer una manzana desde un árbol, descubrió la idea clave de la teoría de la gravedad.
En la obra maestra de Newton, los Principia, figuraban las tres leyes newtonianas del movimiento y su ley de la gravitación universal, a raíz de la cual tuvieron sentido todos los movimientos del universo. “Ningún mortal puede aproximarse más a los dioses” habría escrito el gran astrónomo Halley, al ponderar la inteligencia única de Newton, la cual a través de la historia se la ha ponderado.
Mientras Newton con rigor elaboraba los cálculos del preciso movimiento que regía el orden universal, otros alentaban la ambición humana para llenarse los bolsillos de dinero. El duque de Oxford urdió una trama que en pocos años condujo a una de las primeras burbujas financieras de la historia.
Producto de la participación en la Guerra de Sucesión Española, Inglaterra contrajo una cuantiosa deuda pública. Ante la imposibilidad de aumentar los impuestos que ocasionen el levantamiento en armas del pueblo, el Lord del Tesoro creó una empresa comercial: la Compañía de los Mares del Sur, a la que fue traspasada la deuda de la corona. La oculta intención era utilizar la compañía como medio para atraer inversores en función de una supuesta solidez y altos intereses de los bonos del Estado.
Para que la empresa sea más atractiva a los inversores a fin de que asuman los riesgos derivados de la deuda de la guerra británica, el gobierno concedió a la compañía los derechos exclusivos del comercio de bienes y esclavos con las colonias americanas de España, que Inglaterra había negociado en 1711 como compensación de su participación en la Guerra de Sucesión Española.
Despertó la codicia de los inversores ingleses la concedida exclusividad del comercio. Como el comercio con las colonias españolas era aún limitado, muchos vieron en la compañía un fabuloso negocio. Las riquezas de sudamérica a ser importadas a Europa y miles de esclavos que debían ser llevados como mano de obra, alentaron a ahorradores británicos, humildes y ricos, a invertir y sumarse a la ola especulativa.
En 1711, los accionistas asumieron el equivalente actual de $1.000 millones de deuda del Estado, a cambio de acciones de la compañía. A cambio el gobierno concedió a los bonistas suculentos beneficios mediante una anualidad perpetua del 6 % de interés. El gobierno pretendía financiar el servicio de los bonos mediante tasas y tarifas sobre los negocios comerciales de la compañía. Todo esto hizo atractiva la inversión en la empresa.
Para mantener el apetito por la acciones de la compañía se hablaba de inmensas cantidades de oro y plata de sudamérica a ser importadas a Europa. En 1720 la empresa recibió un crédito del Parlamento Británico de 70 millones de libras para expandir el comercio a las colonias hispanas. Este hecho más los rumores de riqueza de las colonias hicieron disparar el valor de las acciones. Cuando la cotización de las acciones alcanzó 1.000 libras la burbuja estalló.
La venta masiva de acciones ocasionó el descenso de su precio. La crisis se extendió a los bancos ingleses, muchos de los cuales se habían endeudado en exceso para adquirir y especular con las acciones, como consecuencia surgieron las bancarrotas comerciales. Entre los accionistas que se arruinaron estaba el hombre que llevaba 25 años dirigiendo la Casa de la Moneda, Isaac Newton, quien luego de haber obtenido una jugosa plusvalía de 7.000 libras en abril, en agosto perdió 20.000 libras, los ahorros de toda su vida.
Desde hace centenares de años, los inversionistas asumen riesgos por colocar sus ahorros en empresas o en los Estados, riesgos exacerbados por las ambiciones especulativas. Cuando estallan las burbujas los Estados no puede servir sus deudas, las empresas quiebran, los mercados se ajustan a las realidades económicas o surgen hechos extraordinarios como las pandemias. Se paga el alto precio de los riesgos asumidos: los inversionistas pierden sus capitales.
El coronavirus ha devastado al mundo entero. Airbnb tardó 12 años en construir la empresa y casi lo pierde todo. Warren Buffett, el Oráculo de Omaha, perdió $50.000 millones en el primer trimestre de 2020 por malas inversiones en aerolíneas. Más de 17.000 aeronaves están en tierra en todo el mundo. Las empresas quiebran en todo el planeta y no pueden pagar sus deudas. En EE UU más de 30 millones de personas pierden su empleo. En Ecuador más de 240.000 personas se desafilian del IESS al perder sus trabajos, los pobres llegarán a casi cinco millones, las pérdidas de los sectores productivos superan los $17.000 millones.
En el gobierno anterior el Ecuador creó su propia burbuja mediante la irresponsable expansión del gasto público. Los bonistas asumieron elevados riesgos al financiarla, más aún, contribuyeron a expandirla cuando era evidente la insostenibilidad del gasto estatal. La pandemia exacerbó los desajustes e hizo estallar la burbuja. Los elevados costos tienen irresponsabilidades compartidas: el Estado al tomar deudas y no efectuar las reformas económicas y fiscales para hacerlas sostenibles, y los bonistas conscientes de los riesgos que asumían al invertir en un país con crónicas debilidades.
El alto precio para el Ecuador se traduce en un lacerante ejército de pobres, desempleados y subempleados, y en los extremos sacrificios de muchos años para reconstruir la economía. El alto precio para los bonistas será una importante pérdida de sus inversiones. El amistoso reperfilamiento de la deuda debe reflejar esta cruda realidad. Hemos dedicado a este tema las tres últimas entregas por su importancia para el futuro del país, no sin antes recordar a Newton cuando exclamó: “He logrado predecir el movimiento de los astros, pero no la locura del mercado”.
Jaime Carrera es economista.
Si Mameluco no se hubiese gastado ” los fonditos “, a lo mejor en estos momentos servían de mucho, lo que no ocurre en los actuales momentos, que para variar hasta lo poco se llevan los del anterior Gobierno y éste, que son los mismos, y todavía “pretende regresar a salvar al País “.
Lo crítico es que en tal situación de crisis global y caída de las cotizaciones de las bolsas de valores y de bonos soberanos del Ecuador en particular,estos se hayan pagados al cien por ciento de su valor nominal,es decir el mercado no jugo en favor del país,por interesados funcionarios públicos.
Muy buen artículo, que pena que ahora por la necesidad mucha gente, especialmente jóvenes, esten cayendo en las redes de estafadores que prometen suculentas ganancias al invertir en la bolsa a través de aplicaciones móviles
Excelente articulo.
En resumen, nada nuevo bajo el manto celestial. La historia se repite, solo cambian los actores.
Avaritia Facit Bardus.
Jenny el pais no se va a pique…. ya estamos en pique , el único consuelo que me queda es que hasta a Newton le ha pasado!
Excelente artículo. Historias de ambición desmedida que se repiten incesantemente, afectaron incluso a una de las mentes más preclaras de la humanidad Sir Isaac Newton.
Excelente articulo muy acorde a lo que estamos viviendo y con una gran historia.
Entonces, ¿es el daño irreversible? ¿El país se va a pique?
Excelente artículo!!! (y, además, bellamente escrito). Gracias!
Solo falta la conclusión:
Si Newton perdió todos sus ahorros por invertir en una burbuja especulativa; si los bancos ingleses lo perdieron todo; si Warren Buffet y otros billonarios tienen grandes pérdidas… por qué el Ecuador tiene que seguir pagando deudas que son claramente impagables?
A fin de cuentas, quienes le prestaron dinero al Ecuador sabían muy bien el riesgo que corrían.