Los autoritarios prefieren periodistas alineados, complacientes, que amplifiquen las consignas del poder sin crítica. Y parece que muchos lectores prefieren amarillismo, sensacionalismo, show y noticias falsas (fake news). Es detestable que el Estado pretenda controlar y censurar la actividad periodística mediante comisarías de información tipo la Supercom. Pero es deseable que en formas de autorregulación, entre periodistas, se promuevan sistemas de autocrítica y fijación de estándares que garanticen, de alguna forma, que la información o la investigación periodística, ofrezca al consumidor (lector) hechos verificados, verdad contrastada.
Muchos no distinguen la diferencia entre opinión e información. Esta, que es una columna de opinión, contiene ideas, juicios o expresiones que tienen un sesgo ideológico, existencial, valorativo. Contiene adjetivos sobre hechos. La información es un relato lo más aproximado a la verdad. Un hecho es como un prisma. Tiene varias facetas y es tarea del periodista mostrarlas, incorporando a su perspectiva las de los involucrados. Y sobre todo, con la mayor objetividad, sin que parezca que el periodista no se pretenda el protagonista o use su reporte o su investigación como recurso de retaliación. El periodismo confronta a los políticos, no es su parlante, no le extiende certificado de buena conducta, no es su consejero ni relacionista público. Marcha paralelo a la política.
Durante la persecución a la prensa en tiempos de la revolución corrupta, acompañamos en la defensa contra la ofensiva destructiva contra la prensa independiente. La prensa libre es crucial como contrapeso al poder político. Pero los ciudadanos, los que no somos periodistas, tenemos el derecho de cuestionar las formas en las que se ejerce esa tarea. La democracia, las instituciones, la moral pública también dependen de la credibilidad del periodismo y de la estricta ética en la que el periodista administra esa credibilidad. Eso hago en esta ocasión: pedir a periodistas que reconozcan el límite entre escribir notas que llevan hechos al lector, a reducir su tarea a postear en redes sociales notas sensacionalistas para acumular likes.
En muchos años la preocupación de los ciudadanos sobre la corrupción ocupa los primeros lugares en las encuestas. Hay una alta sensibilidad a reaccionar frente a cada nueva denuncia. En ese ambiente es muy fácil encender antorchas para arrasar todo con fuego, muy fácil enlodar todo y todos en una destructiva generalización que no distingue culpables de culpables circunstanciales o aparentemente culpables. Es fácil e irresponsable, montar un cadalso y guillotinar a todo político o funcionario y así saciar el primitivo deseo de ver rodar cabezas.
En el caso del abuso en las calificaciones de discapacidad y el aprovechamiento ilegítimo de exoneraciones tributarias, un caso es el de la pandilla de ladrones de fondos de salud y la importación de vehículos costosos; otro es el caso de miserables que aprovecharon influencias para obtener esos beneficios; otro el caso de políticos o funcionarios públicos que tienen la calificación por razones justificadas.
En el caso del asambleísta Villamar, lo escandaloso no es que tenga carné de discapacidad auditiva sino que lo obtuviera en noviembre, días antes de la audiencia de alimentos, y en rápido e inusual tiempo –en dos meses– lograra la exoneración para importar un vehículo sin pago de aranceles ¿Fue un tramitador quien consiguió acortar los tiempos? Normalmente demora más de un año. Quien expuso el hecho en twitter, solo se refirió al carné y no a lo que hace cuestionable la forma en que fue obtenido. Las conclusiones fueron distorsionadas al punto de que tener una calificación de discapacidad, per se, se convirtió en delictual y expuso a personajes públicos a defender o explicar su dolencia, sometidos a escarnio por el sensacionalismo que se riega en redes como pólvora encendida.
Periodista fue y ahora activista político que ejerce de ambos. En la mañana hace proselitismo en favor del candidato que colgó los guantes y en la noche lo entrevista. ¿Hay independencia? ¿Es agenda periodística o agenda política? Por lo menos queda una duda y grande.
Los medios digitales han llenado los vacíos dejados por los medios impresos, que han dejado de tener relevancia en la noticia anticipada y en la influencia de opinión. Sirven los impresos para confirmar, ex post, la verdad de una noticia. Pero hay medios digitales que en su afán de parecer contemporáneos o informales convierten la noticia en cháchara o sus periodistas han rebasado su rol al de tuiteros que ventilan sus pasiones, sus desafecciones o, por lo menos, abordan los hechos con una carga subjetiva que los distorsiona. Medios en los que se reparten directrices que deben seguir políticos, convertidos en asesores y no en críticos.
Crucial, como digo es la prensa libre. Pero que lo sea y no solo se maquille de creíble. Que ofrezca los insumos para que los ciudadanos construyan su opinión. Me permito exigir que lo hagan con la rigurosidad deontológica requerida.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Excelente artículo y por favor sigan nutriendo a sus lectores con información veraz e independiente, que es fundamental en una democracia! Y, haber obtenido un carnet de discapacidad antes de que se haga justicia para el niño con autismo,por pensión de alimentos (en el caso Villamar) es ser miserable.
En una sociedad desquiciada, el tremendismo produce adhesión, y de ahí al chantaje queda un solo paso. Terrible la ordalía que vivimos.
Muy buen artículo del Dr. Diego Ordóñez, en realidad, si no fuese por la Prensa independiente, otra sería la historia del Ecuador, Prensa que soportó los vejamenes y persecuciones del pseudo tirano de la década robada, también las redes sociales han jugado un rol importante, aún contra los yuotubers contratados por el desgobierno anterior, por algo querían controlar las redes sociales, gracias a Dios no se dio, pero hay que estar alertas en el próximo periodo electoral.
Los medios deben deben ser conscientes de la consecuencia de sus noticias y prudentes en cuanto a sentenciar o pretender influir en un electorado incitando odio. Tuvimos 10 años un presidente que tergiversó el concepto pretendiendo el silencio a sus múltiples fechorías. Los 10 años se dedicó intensamente a insultar, calumniar y criticar a todo aquel que discrepara con él, sembró odio y repudio en la gente el cual se le ha revertido hacia si mismo, la gente está hastiada de los políticos, la falta de control y la galopante corrupción que no es un espejismo. Los funcionarios públicos que resultan exonerados por una denuncia tarde o temprano terminan siendo descubiertos en otro. El Ecuador es un país culturalmente peculiar, triste es el que la delincuencia sea algo así como un gen endémico, desde la cabeza que no se sonroja al reconocer que aceptó por ejemplo el ser enviado a Ginebra con fondos públicos a cumplir labores ajenas, no sólo porque la ley lo prohibía, sino porque no es ético, hace lo mismo hoy con su familia y cercanos.
Muy de acuerdo. Quien ejerza el periodismo debe velar por su credibilidad, de lo contrario es flor de verano. Cuando se dude del transfondo de lo que dice un periodista, pierde su mayor capital,
El uso de redes sociales creo yo, es indispensable en estos tiempos modernos, y se dicen muchas cosas salidas del estómago, por personas comunes que tenemos nuestra opinión, formada o no.
Pero también buscamos las opiniones de personas referentes, y cuando hacen mofa, o evidentemente se desvían, yo dejo de creer en ellos y eventualmente los “apago”