Días antes de un vencimiento de los Bonos 2030, el impresentable Ricardo Patiño, entonces ministro de economía, a pesar de que tenía un informe emitido por el Banco Central que confirmó la disponibilidad de recursos, anunció que no pagaría provocando nerviosismo entre los tenedores. Por aquellas fechas mantenía conversaciones con vendedores de seguros contra riesgos de no pago de deuda, que hicieron grandes ganancias con el anuncio de Patiño. Esto sucedía en 2007, al inicio de la revolución corrupta y marcaba la tónica tramposa con la que manejaron las relaciones financieras con acreedores. Mañosamente provocaron una caída del precio de los papeles de deuda y con los grandes ingresos a su disposición, la recompraron. Proclamaron con orgullo su fraudulenta e infantil proeza. Al mismo tiempo rompían relaciones con los organismos multilaterales de crédito. Respaldados en los flujos del alto precio del petróleo, con soberbia desdeñaron esas fuentes de financiamiento. En realidad armaron el escenario para que los créditos se obtuvieran de un nuevo socio, el imperio chino, con condiciones draconianas, con sobre garantía de petróleo y altas tasas de interés. Con la peor imagen creada por su manejo tramposo de relaciones crediticias, aparte de sometidos al chantaje chino, las subsecuentes emisiones de papeles de deuda pagaron el precio de la desconfianza del mercado: tasas dos o tres superiores a las que fijadas en papeles emitidos por otros países o las que cobraban los organismos multilaterales.
Correa sostenía que si falta dinero en una familia, queda recurrir a la tarjeta de crédito. Así condujo la economía, en esa lógica irresponsable del que se endeuda sin reparar en las condiciones de plazo e interés y, peor aun, sin la previsión de pago. Quintuplicó el gasto burocrático, se robaron en obras con sobreprecio, se deglutieron todos los ahorros, y sucedió lo previsible: los ingresos petroleros mermaron significativamente y los ingresos por recaudación tributaria fueron insuficientes para atender el desbordado gasto estatal. Llegó la mega crisis provocada por la pandemia sin ingresos, sin ahorros y sin tarjeta de crédito, para hablar en la elementalidad de Correa.
Durante el despilfarro, municipios y los políticos a cargo, la inmensa burocracia, universidades públicas y privadas (¿qué justificación moral tiene que se subsidie educación superior privada y posgrados?) se acostumbraron a un flujo continuo, creciente de recursos. De pronto, un pare en seco se produce. No hay un dólar partido para mantener tanta boca. Y se desborda la más profunda irracionalidad de los voceros políticos de municipios, burócratas y universidades. Los socialistas, los correístas, los socialcristianos encontraron en la insolvencia e iliquidez del Estado la razón política para levantar tarima y gritar asesinos, pedir cabezas, exigir pagos, iniciar juicios, exacerbar la furia. Puro y duro populismo. Ningún sentido de realidad.
Al gobierno le falta eficacia en aplicar las decisiones de contracción de gasto en la liquidación de empresas públicas, en una estrategia para promover obras públicas con inversiones privadas; le falta fuerza política para exigir a los gobiernos seccionales que hagan lo propio (¿qué reducción de gasto hacen los políticos a cargos de municipios y prefecturas?) y para obligar a que todos los organismos públicos reduzcan gastos. No obstante, a pesar de haber heredado la peor reputación de crédito y un saldo de deuda inmanejable en medio de la insolvencia fiscal, una serie de acertadas decisiones en las relaciones internacionales (salir del eje chavista, expulsar a Assange) reubicó al país en el sitio apropiado para recuperar la confianza política y el apoyo de gobiernos y organismos. A pesar de la misma irracionalidad y radicalismo de la izquierda, de los correístas y socialcristianos, la aproximación al FMI fue acertada, necesaria y oportuna. Reconstruir la confianza, derruida por la revolución corrupta, fue un éxito. Y para lograr ese resultado había que pagar deuda. Esto no es difícil de entender o debería no serlo para quienes tienen la visión de cómo se maneja el Estado. Pero, no es así. En vez de cerrar filas en torno a la gestión de renegociación de capital, vencimientos y tasas de la deuda, encabezada por el Ministro de Economía, esta conjunción de populismo de izquierda y derecha, cierra filas para enjuiciar al ministro y apercollar al gobierno exigiendo pagos imposibles. Esa ha sido la naturaleza de sus posturas: no hacer pedagogía entre sus electores y no hacer propuestas sensatas, posibles.
Durante la pandemia cundió la versión que quien repartía alimentos o visitaba enfermos se había puesto el país al hombro. Como si ese paliativo hubiera solucionado los severos problemas fiscales y la carencia de recursos para atender la crisis sanitaria, o para pagar sueldos. Se pusieron el país al hombro, los empresarios que juntaron donaciones para entregar respiradores y material biosanitario; los empresarios que mantuvieron funcionado a la perfección la cadena de proveedores y venta de alimentos, medicinas; los recolectores de basura, los policías, los militares, médicos y médicas, enfermeras y enfermeros. Ellos son héroes. Y hay que decirlo, que en esa monumental crisis, sostener los pagos, aunque atrasados, e iniciar negociaciones para aliviar el peso de la deuda, y haberlo hecho con éxito, es parte de ponerse el país al hombro, más cuando se ponen zancadillas para que ese esfuerzo tropiece y caiga.
Avizoremos que en la semana que viene se consolide el porcentaje requerido para el acuerdo de renegociación; que con igual ímpetu y éxito se renegocie la deuda con China y los contratos garantizados con petróleo. Ese sería de gran beneficio para todos.
Diego Ordóñez es abogado y político.
Se puede identificar con claridad la irracionalidad y radicalismo de la izquierda, de los correístas y socialcristianos, la aproximación al FMI que fue acertada! Sin embargo hay que recalcar que no fue oportuna tal como lo detallan si se podría reconstruir la confianza, derruida por la revolución corrupta, fue un éxito, pero había otras maneras de recuperar lo perdido como un ejemplo de ello es nuestra moneda hace mucho tiempo atrás.
Asumiendo que la renegociación se hizo acorde a la prudencia y al frio análisis de los numeros , no me van a decir que no hubo ecuatorianos o empresas que lucraron con ese acuerdo. Para evitar sospechas, es necesario que se revele quienes negociaron los bonos en Marzo y
Mayo cuando se redujeron al 25% y al 40% más o menos de su valor nominal.
EXCELENTE EL ANÁLISIS DE LA RENEGOCIACIÓN HECHA POR EL EQUIPO QUE LIDERA EL JOVEN MARTÍNEZ Y DE LA DEUDA PROVOCADA POR EL ANTERIOR GOBIERNO. LA FALTA DE ACUERDOS DE LOS OPOSITORES AL SR. MINISTRO, INTRANQUILIZÓ AL PUEBLO Y A LOS TENEDORES DE BONOS. ESTOY TRANQUILA Y PIENSO QUE MUCHOS CIUDADANOS QUE, SÍ SABEMOS HONRAR NUESTRAS DEUDAS, COMPARTIMOS. LA TRANQUILIDAD NOS PERMITIRÁ RACIONALIZAR LA ECONOMÍA DEL PAÍS Y SOBRE TODO CONSERVAR EL DÓLAR COMO NUESTRA MONEDA.