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Los semáforos fiscales

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Pasa el tiempo, pronto serán cuatro meses de los confinamientos, inclemente castigo de la pandemia. Depresión, soledad, cansancio, ansiedad, son secuelas que comienzan a apropiarse de las personas. Aún, con mejores condiciones de ingreso, vivienda, ahorros, hay quienes ansían las libertades y salen a las calles. Personas que sobreviven en la pobreza, no tienen otra opción que arriesgar sus vidas y abandonar sus hogares a fin de ganarse centavos de dólar para subsistir. Los colores de los semáforos poco importan, se transgreden para trabajar, para sentir la vida.

Así como a las personas, la pandemia ha sometido a las cuentas públicas a su propio confinamiento, a sus ansiedades, a su enclaustramiento en el semáforo rojo. Los números de julio reflejan el cansino pero incontenible caminar del déficit público, $3.772 millones. Roja prisión cuyos barrotes se fortalecen con pérdidas de ingresos de $2.547 millones en relación a enero-julio de 2019.

Los inquilinos de las cuentas públicas no soportan el confinamiento; más cuando se acostumbraron a la fácil vida de depender del Estado, a exigir sin esfuerzos ni responsabilidades, sin sentido de patria. El Estado debe $3.664 millones a Municipios, Prefecturas, seguridades sociales, proveedores, burócratas. El confinamiento fiscal que exige sacrificios, austeridad, correspondencia con las exigencias de la devastación de la pandemia, les resulta insoportable, inadmisible.

El fisco, confinado en la estrechez de una pobre y lúgubre habitación sin servicios básicos, ha sido agresivamente contaminado por el virus de la pandémica paralización económica y la ausencia de anticuerpos fruto de las irresponsabilidades actuales y pasadas. Los $1.122 millones de ingresos de julio reclamaban respiradores, no se encontraron. El poco oxígeno solo alcanzó para que respiren parte de los sueldos burocráticos, algunos bonos, intereses y transferencias. La asfixia de la oscura e incómoda habitación fiscal, además, se tiñó de malos olores ante el insuficiente flujo de préstamos para cubrir el déficit y otros pasivos estatales. Tufo que se extendió a todo el Ecuador ante reclamos generalizados por los impagos del Estado.

Pasarán los meses y el semáforo tendrá un rojo cada vez más intenso, unos $6.000 millones al mes de diciembre. La reestructuración de la deuda de bonos basura, los tantas veces anunciados préstamos de la China y el posible acuerdo con el FMI, sólo contribuirán a pincelar un rojo “modificado”, a parcialmente financiarlo y no a cambiarlo de color. En las actuales circunstancias, una gran alegría.

El tránsito entre los semáforos pandémicos seguirá su propio camino, incompatible con el caminar de los semáforos fiscales. Parece que los brotes y rebrotes del Covid 19, cultivarán sin cesar su intermitencia hasta cuando se encuentre la cura definitiva. El futuro está signado por el desasosiego, por la incertidumbre. Aun cuando los semáforos pandémicos cambien a colores más benignos, la normalidad económica será esquiva, presa del temor a extender las manos para el abrazo fraterno entre unos y otros. Mientras, el semáforo rojo fiscal continuará imperturbable, como virus intratable.

La posta con el intenso semáforo rojo fiscal será entregada al próximo gobierno, cuyos doctores deberán encontrar las vacunas adecuadas, que no son únicas sino de una amplia variedad. Unas, fruto de actos de contricción de los nocivos laboratorios que ha sido el Ecuador de las últimas décadas. Otras, que provengan de decisiones cuyas dosis no estarán exentas de dolor en cada habitante del Ecuador. Todas deben ser admitidas como necesarias para el futuro bienestar de las mayorías.

Aún si las vacunas fiscales fueran las adecuadas, sólo se podrá pasar al semáforo fiscal amarillo, todavía con severas restricciones. Al semáforo fiscal verde le esperan años de perseverar con las vacunas adecuadas, ninguna garantizará la inmunidad fiscal mientras en la sociedad toda no prenda en sus raíces las responsabilidades económicas y fiscales. Solo allí, se obtendrá la inmunidad fiscal de rebaño.

Cuando se encuentre la ansiada vacuna para esta monstruosa pandemia que ha marcado nuestras vidas con huellas indelebles, el mundo celebrará con fuegos artificiales que llenarán de luz el universo. La luz del semáforo verde inundará de esperanzas a la humanidad. Volveremos a ser libres para producir, para vivir, también para el retorno de los excesos propios de la naturaleza humana.

En cambio, si alguna vez encontramos las vacunas adecuadas para nuestros virus fiscales y económicos, este hallazgo tendrá connotaciones diferentes. Los semáforos verdes fiscales y económicos, entendidos como el equilibrio o superávit de las cuentas públicas y el sostenido crecimiento de la economía para crear empleos, no significarán la explosión de las irresponsabilidades fiscales y económicas. Por el contrario, mantener este preciado color siempre será sinónimo de frugalidad, orden, disciplina y perseverancia para sostener los fundamentos básicos de una sana economía.

Los duros momentos que han desnudado las fragilidades humanas, también nos han inundado de reflexiones sobre el valor de la vida. Hemos levantado nuestros rostros para apreciar lo hermoso del infinito cielo azul del verano y la magnificencia de la luna entera con su frío resplandor. Nos hemos conmovido con la ternura y candidez de aquel niño que protege a su perro con una mascarilla anti pandemia. El alegre coqueteo del juguetón colibrí en la fuente de agua, solo nos recuerda cuanto debemos cuidar y amar la naturaleza. Estos momentos, quizá fugaces de la alegría de vivir, deben alentar nuestras existencias en la obsesiva búsqueda de los semáforos verdes, que hagan de este color el triunfo sobre la pandemia y sobre las irresponsabilidades económicas y fiscales del pasado.

Jaime Carrera es economista.

3 Comments

  1. Lo relevante es que para la pandemia económica SI HAY VACUNA, pero igual que la de la polio debió aplicarse a tiempo, a estas alturas los que tienen polio como el Ecuador, quedarán patulecos para el resto de su vida, algunos mas graves que otros, que en nuestro caso se reduce a eso, a pasar la vida lo menos mal posible, el daño ya está hecho.
    He escrito varias veces lo mismo, nunca lo publican, quizás porque 4P también sufre de regionalismo, todos sabemos que se necesitan dos acciones, reducir la burocracia y eso incluye los militares, y segundo NO HACER OBRAS durante el tiempo que sea necesario para eliminar el deficit por lo menos del presupuesto.

  2. Estupenda analogía entre la PANDEMIA SANITARIA , y la PANDEMIA ECONÓMICA , que por la irresponsabilidad , dispendio , derroche , corrupción del gobierno robolucionario , y también por la tardía reacción del actual , vive el país . Y hay que decirlo alto y claro , el país no saldrá de este cruel semáforo rojo , si volvemos a caer en las próximas elecciones con cualquier demagogo , aventurero y deshonesto candidato ; saldremos y superaremos esta tragedia , con esfuerzo , disciplina y teniendo al frente del Gobierno , a un verdadero estadista . Los ecuatorianos tenemos la palabra .

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