El 9 de octubre se conmemoraron 200 años de la Independencia de Guayaquil de la corona española. La independencia de la entonces provincia de Guayaquil dio lugar a lo que se conoció como la Provincia Libre de Guayaquil que incorporaba a las actuales provincias de Guayas, Manabí, Santa Elena, la mayor parte de las provincias de Los Ríos, El Oro, Cañar, parte del sur de Esmeraldas y Tumbes en Perú.
El 8 de noviembre de 1820 la Provincia Libre de Guayaquil expidió la primera constitución que se denominó “Reglamento Provisorio de Gobierno” y rigió los destinos de la provincia entre la independencia del Reino de España y su anexión a la Gran Colombia. La Provincia Libre de Guayaquil era presidida por José Joaquín de Olmedo, uno de los próceres de Guayaquil, que fue derrocado, mediante un golpe militar, por Simón Bolívar quien anexó la Provincia Libre de Guayaquil a la Gran Colombia, conformando el entonces Departamento de Guayaquil cuya capital era la ciudad de Guayaquil. Posteriormente, en 1830, Ecuador se separó de la Gran Colombia y se fundó la actual República del Ecuador.
Si bien es cierto Quito es la capital política y jurídica de la República del Ecuador, existe un consenso generalizado de que la capital económica del Ecuador es Guayaquil. La Perla del Pacífico, como se denomina desde hace muchos años, es la ciudad del país que concentra la mayor parte de la industria y del comercio a nivel nacional lo que la convierte en el motor económico del país. Su privilegiada ubicación la convierte, a través del puerto marítimo, en la puerta de entrada al país de todo tipo de productos y mercaderías y, por lo tanto, en pieza fundamental para el abastecimiento del país.
Guayaquil se ha tenido que levantar varias veces de las adversidades. En 1896 sufrió un incendio devastador que arrasó con más de la mitad de la ciudad y en los años siguientes sufrió nuevamente flagelos que causaron millonarias pérdidas a la ciudad y acabaron con el escaso patrimonio cultural que poseía. Pese a dichos eventos, Guayaquil mantuvo su relevancia económica dentro del Ecuador. Sin embargo, Guayaquil no sólo tuvo que superar desastres naturales, también superó desastres causados por su clase política. En la década de los 80 se sucedieron una serie de administraciones municipales nefastas – encabezadas por Abdalá y Elsa Bucaram – que convirtieron a la ciudad en un basurero y en un nido de delincuentes que arrasaron todo lo que encontraron a su paso. En 1992, con la alcaldía de León Febres-Cordero, empezó la reconstrucción de Guayaquil, labor que continuó Jaime Nebot quienes, con sus aciertos y errores, nos devolvieron el autoestima y el orgullo de sentirnos guayaquileños.
El 23 de enero del año 2000, en una consulta popular, cuya iniciativa fue del entonces político Humberto Mata, la provincia del Guayas votó abrumadoramente por su autonomía política y económica manteniendo el régimen de solidaridad con el resto del país. Los resultados de esa consulta nunca llegaron a implementarse y actualmente se mantiene el mismo régimen jurídico–administrativo que existía en aquel entonces.
Hoy que conmemoramos el Bicentenario de la Independencia de Guayaquil es el momento de empezar a discutir sobre una nueva independencia de Guayaquil, su independencia económica. Es hora de abordar la discusión sobre un cambio de modelo del Estado que permita a los territorios que así lo decidan ejercer las competencias que les conceden la Constitución y el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD), así como contar con la capacidad de obtener y gestionar una buena parte de los recursos que se generen dentro de su territorio.
No debemos tener miedo a abrir la discusión sobre un nuevo modelo político-administrativo y económico dentro del Estado. Ecuador seguirá siendo un Estado cohesionado y Guayaquil continuará formando parte fundamental de ese Estado como lo ha venido siendo desde su creación, pero es evidente que el modelo centralista que acumula todos los recursos en una cuenta única y que los asigna tarde, mal y nunca, y de forma desproporcionada entre las provincias ecuatorianas, no funciona y debe ser modificado. Es necesario, por lo tanto, discutir la posibilidad de convertirnos en un Estado federal – como lo son México, Brasil o muchos países europeos, o autonómico – como lo es España–, en el que los distintos estados federados o autonomías cuentan con la capacidad jurídica, política y económica de administrar de forma más eficiente sus recursos y atender de mejor manera las necesidades de su población, ya que conocen de primera mano sus prioridades y sus falencias. El cambio de modelo estatal no es la panacea que resolverá todos los problemas, pero, sin duda, es un paso importante en la creación de un nuevo modelo de país que tanto necesitamos.
Cualquiera que sea el modelo económico o jurídico que adopte Ecuador, Guayaquil continuará siendo parte fundamental del desarrollo económico del país. Está en el ADN de los guayaquileños su solidaridad, lo que ha quedado demostrado a lo largo de los años y ratificado durante la pandemia. Los guayaquileños sabemos que el lema de nuestra ciudad es y será “Guayaquil por la Patria”, siempre.
Ricardo Flores es abogado.
Y en donde quedo eso de …”Guayaquil Independiente”? Claramente el pais necesita un cambio estructural, de mentalidad y de moralidad. Losestados federales no son una maravilla tampoco, pero da autonomia para qeu cada uno de ellos tenga sus propia leyes, seria como pequenias republicas dentro de una mas grandecita. La tan festejada “Independencia” de guayaquil, asi como la de Quito no fue mas que un mero cambio de membrete, del dominio absolutista Espaniol se paso al dominio monopolico de los “mestizos criollos” terratenientes, los Gran Cacao, los de la clase alta criolla que en casi nada o nada mejoraron las condiciones pauperrimas de los ams desposeidos, han pasado SIGLOS y solo han cambiado los actores pero la tragicomedia persiste.