Todo y nada: esa podría ser la explicación de las manifestaciones de este 22 de octubre. En principio había que celebrar, a como diera lugar, el primer aniversario de aquellas protestas que causaron caos y violencia durante 11 días en el país. Motivos para manifestar sobran cuando hay un enorme déficit fiscal, el país está hundido en una crisis económica sin precedentes y encara la pandemia del Covid-19. Pero no había un motivo específico que pudiera justificar el llamado de líderes indígenas y sindicalistas, sin real peso social, para declarar octubre “mes de la resistencia”. La fecha de la protesta la pusieron el FUT y otras organizaciones sociales y políticas.
Sin participación de los indígenas, el sentido de la realidad los invitaba a no contarse en la calle. Nada es igual al 2019. El decreto Ejecutivo 883, sobre la eliminación de los subsidios a los combustibles, sirvió, hace un año, como catalizador para sacar comunidades indígenas de sus tierras y llevarlos, con otros ciudadanos, a vías y a las calles de Quito. Hace un año, los transportistas iniciaron los bloqueos que, una vez que desbordaron cualquier cálculo político, los obligó a abandonar las calles y dejar el liderazgo de las manifestaciones a los indígenas. Hace un año no había pandemia ni estaba en su apogeo la campaña electoral.
Los organizadores de las protestas tampoco tuvieron en cuenta el freno que representa el balance catastrófico de esos 11 días de caos y violencia. El país perdió miles de millones de dólares (El Banco Central habló de $821 millones; el presidente de $2500 millones) y Quito, en particular, sufrió un ataque y actos de destrucción, cuyo recuerdo sigue siendo una pesadilla para sus habitantes.
Hoy no había condiciones para intentar sacar a las calles a los ciudadanos ni un motivo específico para hacerlo. Los dirigentes sindicales recurrieron, entonces, a lo que mejor saben: alinear la retahíla de razones que reiteran desde siempre: el acuerdo con el FMI, la pérdida de empleo (esta vez a causa del coronavirus), los recortes presupuestarios (impuestos por una crisis fiscal sin antecedentes), las concesiones mineras, la libre importación de combustibles, la salud de la Seguridad Social, las privatizaciones, los despidos, la corrupción… Cualquier cosa. Todo. Esa retahíla muestra que los dirigentes sindicales, lejos de cotejarse con las realidades, siguen prisioneros de automatismos y los viejos catecismos de la lucha de clases y de la guerra fría.
El resultado es escuálido para ellos: en estas protestas hubo más policías que manifestantes. Hoy se expusieron a que el país los cuente y compruebe que el FUT y viejas organizaciones, como la UNE o el ex MPD, no tienen capacidad de movilización. Como organizadores de las protestas pagan la factura de su silencio cómplice con aquellos que causaron terror y destrozos en octubre pasado. En este punto es inaudito que alguien como Mesías Tatamuez, viejo líder sindical, se una al coro de aquellos que, para lavar la cara de los responsables políticos de octubre pasado, deje planear en el ambiente la sospecha de que el propio Estado se encarga de infiltrar a los violentos entre los manifestantes… La Policía hoy no fue exigida. Y eso debería ser también parte del panorama normal en un entorno democrático.
Que hoy las manifestaciones hayan sido pacíficas es un punto a favor de los organizadores. Pero ese comportamiento, que da espacio a la sociedad y al gobierno para escuchar sus reivindicaciones, no debería ser una excepción sino la regla. La condición que se autoimponen todos aquellos que ocupan las calles –haciendo uso de sus derechos constitucionales– para salvaguardar la vida e integridad de ellos mismos, los ciudadanos, los policías y militares y proteger así el patrimonio de las ciudades.
Una tarea para todos.
Foto: El Telégrafo
Ecuador esta atravesando por momentos difíciles de una pandemia mundial para poderse rebajar a manifestaciones así sean pacificas el pueblo necesita trabajar no se podría imaginar otro suceso como el del año anterior que hubo millones de perdidas en varios días aparte en este año ya hubo significantes perdidas debido a esta nueva enfermedad por eso no estamos en el lujo de seguir teniendo perdidas económicas, por otra parte los pocos manifestantes que hubo lo único que quieren es seguir dañando al pais cogen cualquier excusa para hacer una manifestación el pais ya tiene que dejar estos actos de violencia así sea de manera pacifica que solo perjudican la economía ecuatoriana, se necesita grupos especializados para intentar diálogos con el gobierno y así todos tener un decreto en común , pero no se puede perder mas dinero y aun mas vidas en este tipo de protestas.
No estar conforme con cada decisión tomada por el estado hoy en día pone a manifestantes a salir a las calles. Eso no, quiere decir que se encuentre correcto las acciones que se toma para que el estado escuche a su pueblo.
Ya que al recordar los caos y malos momentos que se pasaron al tener la inseguridad de salir a los destinos de cada persona, hace un año sin tener la seguridad ni el apoyo por parte de los empleadores nos llenamos de conmoción que por no perder el empleo tuvimos que buscar la manera de acudir a ellos, en estos casos no está bien que corramos el riesgo. Pero bien ahora tenemos que cumplir con los deberes ya que cada día se pone difícil al conseguir un trabajo.
Ese es el oficio de sindicalistas y más dirigentes de igual pelaje: sembrar el caos. Estos “espadachines” con sus arengas memorizadas dicen defender al pueblo. ¿Alguna vez se les oirá plantear alternativas de solución a los problemas del país? El derecho al reclamo es lícito pero con racionalidad; no puede ser oportunidad para sacar a flote resentimientos, acumulados a través de su vida, que van destruyendo a su paso bienes valiosos de la ciudad. ¡Ah, no!; esto lo hacen los “infiltrados” que ellos “no los conocen”. Otra historia repetitiva. Ya es hora que se superen costumbres atávicas, caso contrario, no saldremos del subdesarrollo.
Entre los manifestantes había militantes de Unidad Popular, la Unión Nacional de Educadores y del Frente Unitario de Trabajadores con representación en la provincia del Guayas ellos Afirmaron que rechazaban las políticas económicas del presidente Lenín Moreno quien, además Nos deja con una deuda de más de USD 80 000 millones, lo cual implica que no van a pagar un solo centavo de lo que se adeuda a trabajadores del sector público
La salida, del Centro Histórico de Quito, de las sedes de los gobiernos central y municipal es un imperativo.
Los grupos de izquierda, a quienes no les importa -en absoluto- la valía de este tesoro arquitectónico mundial, nunca tendrán ningún reparo en destruirlo y vandalizarlo, cada vez que la oportunidad se les presente.
El inexorable declive, en el apoyo popular que estos grupos extremistas tiene, es cada vez más evidente; y, ello se refleja en la progresiva disminución del número de dignidades de elección popular que alcanzan en las diferentes elecciones. La gran mayoría de los electores es más consciente de que su propuesta ideológica es retrógrada, totalitaria, aborrecible, profundamente hambreadora y conculcadora de libertades. Su decadencia es más y más persistente; y, por ello su apoyo popular es ínfimo.
Cuando predomina la razón, la fuerza está por demás. Lamentablemente hay actores políticos de izquierda que nunca ganan procesos electorales, pues la mayoría de la gente sabe que ellos están distanciados de la razón; y, que el único camino que tienen para imponer su ideología, su visión de conducción del país, es a través de la desestabilización, la fuerza y el caos, es decir atentando contra el espíritu de la democracia.
La democracia y los procesos electorales son para que la ciudadanía elija a sus autoridades, entre ellas a un presidente, quien adopta políticas públicas, toma decisiones en los diferentes sectores que maneja; y, si hay sectores que tienen una propuesta distinta, una visión diferente de cómo debe gobernarse el país, de qué políticas económicas deben adoptarse, deben formar un partido político, propagar esas ideas, ganar unas elecciones e implementar sus propuestas.
El derecho a la protesta social es un derecho fundamental e indispensable en todo régimen democrático, que sirve para expresar inconformidad sobre las acciones implementadas por las diferentes dignidades, derecho que lo debemos defender al igual que debemos defender la democracia y sus instituciones; pero, no puede ser un medio de presión para chantajear ese ejercicio de poder que democráticamente fue entregado por la mayoría de los ciudadanos electores; es decir, la protesta social materializada en protestas violentas, el bloqueo de un país, no puede ser un medio de presión para restringir la libertad legítima para gobernar, para que se derogue una ley o un decreto, en función de la visión de un grupo de personas que tienen una ideología determinada; pues, para ello tienen que ganar una elección.
“… la salud de la Seguridad Social… Cualquier cosa. Todo. Esa retahíla muestra que los dirigentes sindicales, lejos de cotejarse con las realidades, siguen prisioneros de automatismos y los viejos catecismos de la lucha de clases y de la guerra fría.”
¿Le parece, Dr. Hernández, que la debacle del IESS no debe ser reclamada a los gobiernos saqueadores, que ponen en peligro la vida de 500.000 jubilados?
El IESS, desde su nacimiento, es apetecido botín de los gobiernos de turno. Usted convendrá conmigo en que la antigüedad de esta práctica no la convierte en “catecismo de lucha” pues es una lacerante realidad, que debe ser corregida ya, sin dilaciones.
Octubre mes de la resistencia; octubre mes de reivindicación; octubre mes del estallido; octubre mes que será recordado para la posteridad, etc, etc, etc, muchos como Iza quieren compararlo con la revolución bolchevique para satisfacer su vanidad con su libraco.
Pero nadie dice lo que en verdad paso: que el levantamiento se estaba tramando desde hace mucho tiempo, para derrocar a Moreno y que el inconsulto decreto 883, (inconsulto de forma, no de fondo) fue el detonante o el “estallido” de Iza. Los entrenamientos paramilitares, la confección de escudos y obuses artesanales para los “guerreros” no se hacen en un día, mucho menos la planificación, esto se estaba preparando en coordinación con Patiño e Iza desde hace mucho tiempo.
Lo que en verdad debería preocuparnos es que hay gente preparada para instaurar el terrorismo en el país y tomarse el poder en coordinación con los delincuentes condenados por sobornos y que desean que todo el proceso de su juzgamiento y condena regrese a fojas 0.
Tatatamuez y compañía tienen a mano el mismo libreto de siempre: el gobierno pone infiltrados en las marchas “pacíficas” para hacerles quedar mal ante el país, porque ellos son unos angelitos, pero no son los únicos: hay una cantidad de lameculos de Correa que quieren hacernos creer que Moreno o Romo propiciaron el incendio de la Contraloría, al menos, así lo asevera cada vez que puede aquel ex embajador chimbo de mameluco en youtube; en fin, los corruptos tienen sus tontos útiles por todo lado, que les gusta arrastrarse a los pies de los corruptos porque para eso nacieron y ese es su destino.
La manifestación de la insatisfacción ciudadana, con el gobierno de turno, es muy necesaria. De otra manera como hace conocer el pueblo sus necesidades. Pero existe un problema; no existe un líder ciudadano Apartidista que aglutine y canalice el descontento desde una posición de desapego y servicio netamente social. Un líder NO VIOLENTO PERO ACTIVO. Este líder es la bisagra que nos hace falta.
Me recuerdo, hace años.cuando habia la fiebre de ir a “Cuba Libre”,algunos de mis compañeros de Universidad se fueron al “paraiso”,pero no duraron ni 6 meses y al regreso les pregunte’ : Que paso’ ? y me contestaron : Fidel nos mando’ a cortar caña.Ellos pensaron que iban a disfrutar de la “revolución”y no sabian que habia que ganarse el pan con el sudor de la frente.
Me molesta mucho que los trabajadores muchas veces no sean más que la carne de cañón de grupos de izquierda y de extrema izquierda cuyo propósito es dinamitar la prosperidad y el crecimiento económico ya que es malo o diabólico, que son seducidos con el cuento del “los grandes capitales” promovidos por políticos que hacen negocios ilícitos con empresas extranjeras. ¿Cuándo estos líderes de la vieja izquierda de una vez por todas dejarán de exigir la lucha de clases y comenzarán a exigir la lucha por un camino de reformas económicas y sociales del mismo estilo de países como Estados Unidos en su momento o el ejemplo más reciente como Irlanda? Es cómica la tremenda negación de la realidad que esta gente sufre, de alguna forma creen que el estado es la gallina de los huevos de oro, por favor. A la gente le han enseñado que el estado es su papá y que les debe proveer todo la vida, tremenda mentalidad mediocre. Una pena que esta gente marche con la simple idea e ilusión de repartirse como ratas el pequeño pastel que es el Ecuador y que lo hagan encima escudándose en causas que realmente son justas como tener un empleo digno, olvidándose que primero debe haber gente que los contrate.
Felicitaciones por su claro mensaje y deseos de que el bienestar de los pobres debe venir acompañado de esfuerzos y sacrificios de todos, no solo de los trabajadores. Fuera esos dirigentes trasnochados.
Sin lugar a dudas el mes de octubre, “mes de la resistencia”, nos recuerda a los ecuatorianos los días de lucha y terror que vivimos, actos que pusieron en evidencia una vez más la crisis política, económica y social que se vive en el país.
Algunos recordarán esta fecha con emoción, otros con amargura y algunos con tristeza y a pesar de la crisis sanitaria que vive el mundo entero muchos se expusieron para encontrarse y revivir los recuerdos de aquella movilización que paralizó al Ecuador entero.