/

¿Vale regular las redes sociales en democracia?

lectura de 5 minutos

Es innegable que las redes sociales en tiempo de elecciones cobran un protagonismo insospechado. Si bien son un aliado estratégico importante, también es cierto que sus demonios están revelándose estrepitosamente y prometen ser la pesadilla de actores políticos y también de los ciudadanos.

El twitter, Instagram, Facebook y la aplicación del WhatsApp, son herramientas muy útiles en estos tiempos modernos; entre otras cosas porque nos han liberado de la tiranía del correo electrónico, de la llamada telefónica e inclusive de las visitas y reuniones presenciales. Basta unos pocos minutos para saber lo que está pasando al otro lado del mundo, por medio del veloz twitter, cuyas noticias se refrescan al instante.

Las redes sociales han significado un gran salto hacia la conectividad con el mundo en general; ya casi nada queda oculto, todo se puede saber: política, estilo de vida, intereses colectivos, pesares y preferencias culinarias, sexuales, intelectuales y de cualquier tipo. Estamos a solo segundos del mundo y lo que hace su gente. Sin embargo, hay un lado oscuro de las mismas redes que aflora esporádicamente, pero que, en momentos de elecciones, se transforma en el adalid de la desinformación y la violencia.

Hoy por hoy, en redes sociales se puede destruir el buen nombre y la reputación de cualquier persona, mujer u hombre, menor o adulto sin ningún control y sin ningún pudor ni compasión. En este mismo espacio se ha hablado del famoso paredón del Twitter, en donde se coloca a las víctimas mediáticas que pueden ser políticos, activistas, ciudadanos y cualquier cristiano que sea escogido para ser el centro de esta práctica anti ética.

La cosa es que las redes, especialmente twitter, facilitan posicionar el peligroso fenómeno de las noticias falsas y ponen en riesgo el derecho de los ciudadanos a recibir información veraz. Las noticias falsas que recorren las redes generan deformación en el criterio del ciudadano que las recibe; porque muchos de ellos las creen y, al reenviarlas, replican mentiras, siempre al servicio de intereses protervos. Y así, se va tejiendo una red colectiva de equivocación y mala fe, que en momentos electorales genera conceptos errados y afecta la transparencia.

De esa orilla también está la violencia política. Ese fenómeno encuentra su clímax en las elecciones. A puertas del proceso electoral los monitoreos revelan que la temperatura está subiendo en este sentido y probablemente asistiremos a batallas campales en las redes, libradas por los candidatos. El problema: los ciudadanos siempre en el medio, con desinformación de un lado y violencia del otro.

En ese sentido hace falta y vendría bien un pacto ético de no agresión, no desinformación y no violencia en campaña. Un pacto que involucre un compromiso de los actores políticos con los ciudadanos y que plantee un compromiso de concentrar su campaña en debatir sus argumentos honradamente. Veamos si hay la suficiente empatía con el pueblo y tenemos algún candidato que muestre sensibilidad con esta demanda.

El gran problema de las redes sociales es que, al no existir ninguna regulación, prácticamente se escapa de todas las manos identificar a los agresores y a los mentirosos. Por eso ya está sobre la mesa de la discusión en la región, y en el mundo, cómo plantear formas válidas y en democracia para controlarlas, aunque esa hipótesis sea bastante impopular y levante críticas.

Esa interesante discusión es necesaria, va a ser larga y es bueno que sea así porque seguramente partirá de debatir si el derecho de expresarse en las redes se pone por delante del respeto a los principios básicos de los derechos humanos. No por estar en redes sociales podemos afectar la honra, el buen nombre e inclusive motivar a cometer agresiones físicas a otros o hacer apología del delito. Por lo tanto, vale preguntarse: ¿dónde debe residir el límite de las redes sociales? Por supuesto, en los derechos de los demás. Y si es así, ¿aplican sanciones’? ¿En qué casos? ¿Cuáles?

En esa línea sería bueno plantearnos si conviene mantener el anonimato en los perfiles de las redes o debe ser eliminado, justamente, porque esta particularidad termina socapando agresores, mentirosos y violentos. Ese, por ejemplo, podría ser un punto de partida para el debate.

Lo de fondo es que las redes sociales mal utilizadas podrían contribuir a polarizar más la sociedad, e ir construyendo una suerte de gran hermano poderoso que actúa desde las sombras controlando todo. Una matriz que controla a la sociedad a punta de falsedad y violencia.

Por eso, y a propósito de que la campaña electoral está por empezar, es el momento para colocar en el debate serio si en democracia vale controlar las redes sociales.

Ruth Hidalgo es directora de Participación Ciudadana y decana de la Escuela de Ciencias Internacionales de la UDLA. 

6 Comments

  1. Sería una utopía pensar que se podría regularizar las redes sociales en democracia, porque este es un reto muy difícil, ya que un cierto porcentaje de la sociedad actual no tiene claro lo que significa y hasta que punto llega nuestro “derecho a la libre expresión”, porque no se trata solo de hablar sino de saber pensar y saber como expresar nuestros pesares y nuestras opiniones en estos medios que nos brinda las redes sociales, sin dejar que ese derecho que tenemos pase el limite del respeto y llegue al punto de odiarnos por no pensar igual. Este enfoque es un obstáculo enorme en el mundo, ya que para lograr un equilibrio entre el respeto y la libre expresión hay que empezar desde cero.

  2. Las redes sociales nos han dado la oportunidad de crear un vinculo con personas que no están dentro de nuestro perímetro lo cual nos ha dando una ventaja en la comunicación en donde al instante podemos saber que es lo que esta sucediendo al otro lado del mundo. Las redes sociales son una fuente de expresión clara en donde se hace notar la opinión pública en minutos, de igual manera se ha manifestado un patrón en donde personas que manejan un nivel de influencia alta las pueden utilizar para causar movimientos que los favorezcan, de igual manera se ha convertido en una puerta abierta para la publicación de noticias que realmente no son relevante o quizá ni siquiera sean verídicas pero causan un nivel de impacto en la sociedad demasiado alto, en donde el varios casos este tipo de noticias falsas distraen la atención del usuario ante las noticias que en verdad necesitan ese nivel de importancia. Las redes sociales se han visto censuradas en varios temas puntuales, en donde quizá este tipo de censura se llega a ver como un tipo de abuso ante la libertad de expresión, pero si bien es cierto se presentan casos en donde personas dan a conocer puntos de opinión importantes y son calladas, mientras que personas que quizá no manejan un vocabulario adecuado o usan sus perfiles para algún tipo de engaño siguen en la red de manera activa. Es posible que los algoritmos de cada una de las paginas sociales necesiten algún tipo de modificación de igual manera las personas necesitamos un poco mas de cultura ética al momento de expresarnos y dar una opinión pública, siendo consientes de que una vez público en internet nunca más se podrá borrar.

  3. Las redes sociales hoy en día son muy peligrosas por que cualquier información que se publique sea este verdadero o falso las personas empiezan a creerlas y así se puede acabar con el prestigio de esa persona, las redes sociales de deben usar para informar con veracidad y ocuparlas para el bien.

  4. Censurar y democracia no son palabras que van juntas exactamente por más noticias falsas que existan. En tal caso se debería dar el mismo poder a las fuerzas que desmienten a las noticias falsas que censurarlas, pues simplemente con la censura se profundiza el lema de “cuando te cortan la lengua no es porque mientas, es porque tienen miedo de lo que digas” no siendo esta premisa del todo lógica. La diversidad en la información pese para algunos ser la causa de los problemas, realmente es la base desde la que debería partir el equivalente a la regulación que proponen los amigos del estado. Se debe proteger la libertad de expresión, si se empieza a hablar de que por las noticias falsas, odio o cualquier otra cosa está bien prohibir ciertos contenidos, entonces los venezolanos o los chinos realmente tienen justificadas sus redes de censura y sus sistemas de bloqueos. Hablar de sanciones hace que aberraciones como los ministerios del odio tengan sentido, hace que las leyes venezolanas que hablan de sancionar el odio tengan sentido solo que a esas leyes habría que añadir desinformación. En tal caso tal vez el anonimato todavía podría ser un tema de debate pero aún así no dejarán de existir las personas que ganan poder e incitan a la violencia y a la polarización por más que se les vea las caras, es más buscan que se les vea las caras,. Tal vez la gente se vuelva más valiente para expresar sus opiniones “falsas”, tal vez los medios falsos terminen teniendo más prestigio ya que ahora se sabe quien está detrás de ellos, la cuestión de prohibir el anonimato podría terminar siendo una espada de doble filo. Me parece interesante la cuestión moral como una razón para el control, solo que usted ignora que un día la gente con moralidad alternativa podría entrar al poder y hacer uso de las herramientas que la gente permitió para la creación del “buen gran hermano”. De nuevo, la mejor solución está en dejar libre al mercado de la información bajo las leyes en contra de la criminalidad que actualmente ya existen. Lo que se debería proponer es nuevas empresas que brinden información adicional sobre noticias o cosas que se propagan, así como los desinformadores tienen empresas que propagan mentiras. La cuestión acá no es de crear espacios seguros los cuales son perjudiciales a la larga pues el conflicto es necesario para el cambio y la mejora, la cuestión es de tener un sistema que pueda estar en equilibrio con sus componentes internos, la cuestión es de promover una sociedad donde si un individuo se informa de medios falsos venga otro y le pueda decir por qué está equivocado. Por mi parte nunca voy a defender la censura y darle el poder a alguien para decir que es falso y que no lo es, eso es un trabajo de los ciudadanos.

  5. El crédito a esta matriz de control se lo lleva Zuckerberg, quien es propietario de la mayoría de estas redes sociales. El senado de USA lo acusó de incitar esas conductas en la población, así también el pensamiento tercermundista nos lleva a crear perfiles falsos y compartir las fake news, o encararnos los unos a los otros mediante insultos por no seguir una misma ideología. Eso sólo provoca un mayor dolor al orgullo propio, lo cual nos hace tomar una decisión por enojo. Ejemplo: me enojo con un conocido, entonces sólo por ello, en las elecciones votaré por el contrincante del candidato a quien esa persona apoyaba. Más que las redes sociales, quienes provocan ese odio en la nación son quienes dicen ser líderes y están al poder, o quieren estarlo.

    DANIEL ANDRADE.
    UNIVERSIDAD POLITÉCNICA SALESIANA.
    Economía popular y solidaria grupo 6.

  6. Mi opinión es que si sería bueno utilizar las redes sociales como un medio de publicidad para las campañas electorales ya que éstos ahorrarían mucho dinero al estado y si una persona desea postular de candidato tendría que afrontar con todos los comentarios ya sean buenos o malos, él es el único que sabrá si todo lo que dicen es cierto y no tendrá inconveniente en estar de candidato todo queda a su cargo de conciencia.

Comments are closed.