Ecuador adelanta gestiones para consolidar su relación comercial con los Estados Unidos dentro del marco de las discusiones del Consejo Bilateral de Inversiones ( TIC). El reto es mantener el objetivo de fijar una hoja de ruta en materia comercial, que deberá prevalecer a pesar del próximo cambio de gobierno en ese país.
Y si bien esta es una agenda cuya promoción se le atribuye mayormente al gremio exportador, sus beneficios inciden en variables de relevancia nacional como el empleo y la inversión. Así como en el hecho de que el país pueda lograr un sistema de producción y exportación de largo aliento a los grandes mercados sin las vicisitudes que ha atravesado los últimos años. Desde que la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos fuera suspendida en el 2006 y luego del régimen correísta que lo descartó por motivos ideológicos, el país ha sufrido una significativa pérdida de mercado e inestabilidad en sus inversiones especialmente en los sectores exportadores hacia ese mercado y otros. Siempre dependiendo de los buenos oficios de los embajadores, de los regímenes de cooperación o del sistema general de preferencias arancelarias.
Pero la pérdida que sufrió Ecuador en el 2006 al no suscribir el tratado comercial con Estados Unidos y que la trata de recuperar hoy, va mas allá. El país perdió posición global y sobre todo capacidad institucionalidad para facilitar el comercio. Rezago que sufrió por años. Además perdió la visión sobre el rol que juegan en el desarrollo de las economías la inversión y la contraparte de seguridad jurídica que cualquier estado debe proveer. Se vio imbuido al país en una ideología estigmatizante que coartó la capacidad de generar más empleos e inversión, empleos que contaban con estándares sociales y ambientales internacionales como los que se negocian en cada acuerdo comercial. No solo se perdió tiempo, también se perdió un sinnúmero de oportunidades que supieron aprovechar los vecinos.
Así este episodio del pasado reciente, tiene que llamar a la conciencia nacional y ser parte de una visión país que se debe construir. Y exigir a los políticos que durante las elecciones denostan y estigmatizan a los socios comerciales para ganar votos, que enfrenten con seriedad la pregunta de fondo: ¿Cuál estrategia de crecimiento económico, ambiental y social pone sobre la mesa para luchar contra la pobreza y la actual crisis económica?
Después de lo vivido debe asimilarse que todo el sistema político está en la obligación de comprender que este tipo de negociaciones deben enmarcarse en políticas de Estado, no en simples acciones de gobierno y estas tienen que ser respetadas y prevalecer en el tiempo. Y que si se quiere sostener una estrategia de lucha contra la pobreza y el desempleo, se tiene que aprender a mirar con seriedad las oportunidades que tiene el país, concretarlas y respetarlas.
Hoy ante el cambio de gobierno en Estados Unidos, se debe comenzar también a pensar en qué nuevas oportunidades pueden generarse. El candidato ganador, Joe Biden, ha anunciado su regreso al Acuerdo de París y ha ofrecido retomar una agenda climática, en la cual Ecuador se encuentra seriamente comprometido y trabajando desde hace años. Es importante ponerlo sobre la mesa cuando la situación eleccionaria llegue a su fin. El país debe ser capaz de colocar todos sus intereses de manera equitativa.
Pero sobre todo se requiere un trabajo interno en dos frentes desde el Estado. El primero, realizar un esfuerzo importante por fortalecer la institucionalidad que facilita este tipo de procesos, alejándose de los procesos administrativos gravosos que son un gran desincentivo a la inversión y no representan ningún control ni seguimiento efectivo; y segundo, recobrar el sentido de respeto a la norma, a lo negociado y a los procesos desde el Estado.
Finalmente, hace falta difundir ampliamente en la sociedad que las alternativas de crecimiento y desarrollo que tiene un pequeño estado como Ecuador, pasan por articular y encadenar la pequeña y mediana producción hacia los grandes mercados. Y que si éstos no se consolidan va a ser muy difícil invertir en este tipo de encadenamiento inclusivo, el cual se viene proponiendo hace algunos años dentro de las estrategias de sostenibilidad y desarrollo social productivo.
Es hora de actuar con responsabilidad y pensando en el futuro, consolidando los mercados con los socios comerciales más importantes.
María Amparo Albán es abogada y catedrática universitaria.