El destino del correísmo hace parte de la bola de cristal en estas elecciones. Los adictos de Rafael Correa se aninam repitiendo que Andrés Arauz, su candidato, ganará en la primera vuelta. Pero la realidad electoral no parece respaldar expectativas de ese tipo para la primera vuelta. Ni para la segunda.
En los dilemas estratégicos, un movimiento de un caudillo en retirada, como es el caso de Correa, siempre está ante dos opciones: poner a un candidato que reinvente la corriente. O poner a un candidato que remede al líder supremo. Arauz asumió la peor alternativa: aparecer como una copia, en formato reducido, de su jefe. El formato, en su caso, está dado por su edad, su caracter obsecuente, el cordón umbilical que le dio vida a su candidatura y la imposibilidad política que tiene para ser otra cosa que una réplica del líder que está en Bélgica y tiene una pena ejecutoriada de 8 años de cárcel.
Arauz en el fondo no tenía alternativa: él es –y lo sabe– un invento de Correa. Una creación marquetera pensada para dar un aire diferente a una marca que no quiere cambiar; que no puede cambiar. Arauz no puede pretender encarnar una tendencia porque el correísmo es Correa. Sin él –su ídolo, su creador– no hay nada y no habrá nada por más de que él evoque a veces, buscando forjar una identidad, la corriente que recorrió Ecuador durante una década. Esa corriente tiene nombre y apellido.
Arauz nació para esta campaña. Y eso tiene consecuencias en su perfil, en el corte de su campaña y en el contenido de su ofertas. Él es apenas el instrumento mediante el cual Correa intenta una resurrección política que él ensayó –personalmente y sin éxito– hasta la consulta popular celebrada el 4 de febrero de 2018. Todavía se recuerdan sus caravanas sin gente o su presencia intrascendente en algún balcón guayaquileño.
¿Podrá Arauz resucitar un mito fabricado por la bonanza económica y un aparato de propaganda? Ese es el reto que Correa, venido a menos pero no totalmente derrumbado, fijó a su campaña. Arauz usa a Bolivia como señal de advertencia a su favor, pero no es Luis Arce. Nadie, viéndolo u oyéndolo, creerá por un instante que si ganara, intentaría gobernar por sí mismo. Él es una marioneta y curiosamente no ha tratado de probar lo contrario. Él juega el papel de talismán en manos de Correa: el propiciador de su retorno. Por supuesto que Arauz admite que hay problemas judiciales que impiden que él vuelva, como ocurrió con Evo Morales en Bolivia. Pero se corrige, como lo hizo con la agencia Efe, para reiterar que si Correa no pudiera volver, volverá todo lo que él hizo y representa. Su gestión. Sus políticas en educación, salud e infraestructura. Su planificación. Sus relaciones internacionales. Sus amigos. Arauz no lo oculta: es el remake de Correa. Su versión en miniatura. Bonil lo caricaturizó como un llavero y nadie se sorprendió.
No hay que extrañarse, entonces, de que quiera imitar a su líder, intentar su tono mordaz, su desdén fatuo, sus ironías simplonas y esa grandilocuencia bobalicona que los lleva irremediablemente a creerse la encarnación de los próceres. Tampoco hay que extrañarse de que hable del correísmo como si se tratara de un proyecto inmaculado y por estrenar. Cero autocrítica. Cero asunción del descalabro económico provocado por el despilfarro y que se tradujo en el alto endeudamiento. Cero referencia a la corrupción. Arauz es la continuidad ciega del proyecto de su tutor que, lejos de autoevaluarse, solo sueña con reincidir. Aquí y afuera, en el plano regional, como acaba de decirlo al lado de Evo Morales en Bolivia.
Esa es la apuesta del correísmo, y su mayor talón de Aquiles. Porque el único cambio que ofrece es de arterias. Por eso la estrategia de Arauz es la del tiempo detenido en una narrativa destinada a su electorado duro. Es una estrategia para cautivar a los nostálgicos que sueñan con que el líder vuelva y no se han percatado de que la bonanza de las materias primas se evaporó tres años antes de que se fuera. Esa estrategia, en la fragmentación causada por 16 binomios, puede favorecer su paso a la segunda vuelta. Pero está lejos de asegurarles el retorno a Carondelet.
Foto: twitterEvoMorales.
En los dilemas estratégicos, un movimiento de un caudillo en retirada, como es el caso de Correa, siempre está ante dos opciones: poner a un candidato que reinvente la corriente. O poner a un candidato que remede al líder supremo. Arauz asumió la peor alternativa: aparecer como una copia
Arauz Una creación marquetera pensada para dar un aire diferente a una marca que no quiere cambiar, no puede pretender encarnar una tendencia porque el correísmo es Correa.
Para mi lastimosamente el Correísmo sigue teniendo un gran poder en el país, y ya vimos que nos paso con el señor Moreno como presidente, no me parece que la gente vaya a siquiera pensar dar el voto a un señor que no conocemos de ningún lugar, no sabemos experiencias políticas y todo eso, es un títere mas del Correísmo y lo peor es que tiene muchas posibilidades de ganar solo por ser candidato del señor Correa, la gente debería abrir los ojos y que ya no sean Correístas ni AntiCorreistas sino ser un país unido que elija a candidatos objetivamente y no por experiencias pasadas
Pienso que Andrés Arauz es una persona que posiblemente siga los ideales del antiguo gobierno de Rafael Correa, un gobierno que fue odiado por muchos y amado por otros, necesitamos dar un paro a los retornos de gobiernos anteriores, y creer en nuevos candidatos que en cada elección están presentes, darles la oportunidad para que cambien la forma de ver la política en Ecuador, y siendo el caso de los casos, mejorar los ideales políticos.
Es claro el análisis expuesto, Sr. Hernadez tiene mucha razón al decir algo que todos pensamos, sin Correa, Arauz no es nadie, lo que significa que estamos evidenciando una nueva corriente de caudillismo tóxico para nuetsro país, lamentablemente y hago uso de la expresión utilizada, nuestro país a parte del Covid-19 sufre una enfermedad llamada “pérdida de memoria”, apostamos por el candidato que traerá de nuevo los atropellos del correísmo y lo lamentable es que muchos apoyan eso. Esperemos que los resultados de Febrero del 2021 evidencia un cambio de pensar en todos nosotros.
En nuestro país es claro que merecemos algo mucho mejor que el correísmo, necesitamos un cambio completamente diferente y no podemos dejarle el futuro de nuestro país en manos de un mudo como Arauz
Esperemos que esto no sea así, claramente en el país merecemos algo mucho mucho mejor que el correísmo, no podemos permitir que el mudo de Arauz llegue al poder,
Los correistas son una plaga, no los queremos en el Ecuador!
Espero que no, porque de ser así no habría ningun cambio en el Ecuador.