El domingo pasado Venezuela celebró unas supuestas elecciones parlamentarias para renovar la Asamblea Nacional que se encontraba controlada por la oposición al chavismo desde el año 2015. En dichas elecciones, la oposición alcanzó dos tercios de las curules de la Asamblea Nacional con una participación del 74% del censo electoral en lo que se convirtió en la derrota más abultada que había sufrido el chavismo hasta ese entonces. Ni el control total que ejerce el chavismo sobre el Consejo Nacional Electoral ni sobre las demás instituciones del Estado pudo evitar que sufrieran una categórica derrota.
No obstante, como sucede en cualquier dictadura, y la del régimen de Maduro lo es, al cabo de poco tiempo, Maduro utilizó al Tribunal Supremo de Justicia, para vaciar de poderes a la Asamblea Nacional y evitar que ejerza sus funciones. Además, decidió crear una Asamblea Constituyente, controlada por partidos afines a Maduro, para que asuma las atribuciones que legalmente le correspondían a la Asamblea Nacional. Finalmente, en el año 2018, celebró unas fraudulentas elecciones presidenciales, sin participación de la oposición, en las que fue reelegido como Presidente y acentuó la crisis del país sudamericano.
Las elecciones parlamentarias del pasado domingo –en las que participó menos del 30% del censo– fueron una nueva farsa dentro del circo en que Maduro ha convertido a Venezuela. El problema es que ese circo no tiene nada de gracioso, puesto que existen millones de venezolanos desplazados por el mundo sufriendo las consecuencias del gobierno socialista y liberticida de Maduro que ha pulverizado la economía y destrozado las instituciones. Como era previsible, estas elecciones no han sido reconocidas por Estados Unidos, la Unión Europea ni la mayoría de los países latinoamericanos por no haber cumplido con estándares mínimos para que resulten “transparentes, libres y creíbles”.
En esa línea, los supuestos observadores que acompañaron la elección fueron, entre otros, los ex-presidentes Rafael Correa, Evo Morales, Fernando Lugo, José Luis Rodríguez-Zapatero y la exsenadora colombiana Piedad Córdoba. Todos ellos se han convertido en cómplices de una dictadura sangrienta que tiene a millones de venezolanos en la miseria y que ha provocado que una de las economías más prósperas de Sudamérica sea ahora una de las peores a nivel mundial. Cuando una periodista le preguntó a Rafael Correa sobre los cuestionamientos que hacía la Unión Europea a los comicios legislativos, éste manifestó que Venezuela no era una “colonia” y que “debían entender que aquí hay soberanía y dignidad”. Sería interesante preguntar a los venezolanos alrededor del mundo si la “soberanía y dignidad” de la que habla Correa les permite poder comprar alimentos, medicinas o productos básicos.
Trasladando eso al ámbito local, Rafael Correa hace un flaco favor a Andrés Arauz. Acompañar el fraudulento proceso electoral venezolano, blanquear la dictadura de Nicolás Maduro y poner a Venezuela como ejemplo de soberanía y dignidad nos da la pauta de los estándares morales que maneja Correa. Basta ver las calles de las principales ciudades ecuatorianas, con muchos venezolanos pidiendo caridad, para intuir que los ecuatorianos, en su gran mayoría, rechazan la tiranía venezolana que ha provocado un éxodo masivo de sus ciudadanos. Parece ser que el ego de Correa, de sentirse importante porque una dictadura lo convoca a acompañar unas supuestas elecciones parlamentarias, es incluso más fuerte que su deseo de que Arauz gane las elecciones.
Desafortunadamente el futuro de Venezuela es muy oscuro y la luz al final del túnel parece aún muy lejana. En Ecuador, pese a todo, estamos a tiempo de evitar esa situación. Rafael Correa, observador de una farsa, nos ha dejado muy claro el tipo de países que considera dignos y soberanos. Cabe recordarle al ex presidente que no hay nada más indigno que la pobreza más absoluta a la que el chavismo ha condenado a sus ciudadanos.
Ricardo Flores es abogado.
Quién crea que Correa y los otros “observadores” sinvergüenzas fueron gratis a Venezuela está equivocado…todos esos sujetos han medrado del dinero del chavismo de distintas formas…no hay porque pensar que esta ocasión sería la excepción…algún día se sabrá cuánto costó la “solidaridad” del sátrapa y de los otros esbirros del castrochavismo
A mi me sigue preocupando cual es la proporción de gente que se cree las tonterías de Correa y compañía. Los complices de tal estupidez no solo son políticos, también personas comunes.
Estupendo artículo , con el que coincidimos totalmente ; que triste papel de estos Srs. ex Presidentes , que por defender una causa fracasada , que ha sumido en la miseria al sufrido pueblo de Venezuela , avalen unas elecciones fraudulentas , convocadas por el dictador Maduro . Pero claro , los principios éticos quedan de lado , por unos minutos de supuesta popularidad , y por las , seguramente , jugosas dietas con las que fueron bonificados .
Muy buen artículo, sobre todo la conclusión: “No hay nada más indigno que la pobreza más absoluta a la que el chavismo ha condenado a sus ciudadanos”. “No hay más ciego que el que no quiere ver”.