Es un lunes al mediodía. El ciudadano NN está sentado a la sombra de un árbol, junto a la mochila con sus herramientas. Hasta hace poco dedicaba los lunes a dejar su hoja de vida en todas las empresas en las que creía que su experiencia le podría abrir alguna puerta, pero en cinco meses no lo llamaron ni una sola vez y luego empezaron a aparecer en todas partes esos carteles de “NO ESTAMOS CONTRATANDO”. Ahora los lunes son como los demás días de la semana: madrugar para llegar primero a la esquina y esperar que alguien requiera servicios de plomería o carpintería. Él, que ha trabajado más de veinte años en la construcción, operando maquinaria pesada, ahora agradece si en un mismo día le salen dos chauchas. Muchos días no le sale ni una. Parece que hoy será uno de esos.
Un policía detiene el tránsito para que pase una caravana de autos, todos sin placas y con los vidrios polarizados. NN los mira pasar con una mezcla de bronca y tristeza. Recuerda lo mucho que se alegró cuando el candidato por el que había votado y hecho campaña ganó las elecciones. Hasta le llamó a sacar pica a su vecino, con el que siempre discutía sobre política. NN estaba seguro de que con su candidato (el ahora presidente) volverían los días dorados para la construcción. Él trabajaba sobre todo para empresas que hacían casas y edificios, pero en los buenos años le llamaron también para que trabajara en obras públicas. Su vecino siempre le repetía que en esas obras hubo robos millonarios, que varias tenían fallas graves y que otras quedaron a medias. A NN eso le daba lo mismo. Lo importante era que en esa época tenía bastante trabajo y que el presidente (MI Presidente, decía NN con el pecho inflado) estaba con el pueblo y no con los pelucones. Los últimos años, en cambio, habían sido duros. Todavía operaba maquinaria pesada, pero con menos frecuencia. En realidad (aunque NN no lo reconocía cuando discutía con su vecino) la cosa se empezó a complicar cuando SU Presidente seguía en el poder. Pero eso, decía él repitiendo lo que escuchaba en los enlaces ciudadanos, había sido por la caída del precio del petróleo, no porque la economía hubiera estado mal manejada, como decían esos economistas que solo criticaban.
El día después de las últimas elecciones, NN llegó al trabajo con la sonrisa todavía pintada en la cara. Pero a la media mañana se le empezó a borrar. El jefe les reunió a todos para contarles que varias personas que ya tenían casi cerrada la compra de un departamento se habían echado para atrás, que esperaba que en las próximas semanas se pudieran concretar algunas ventas, pero que si eso no ocurría iban a tener que paralizar la obra. Un par de meses después, ya con el nuevo presidente en funciones, la obra finalmente se paralizó y pocas semanas más tarde también su esposa, que era la encargada de la limpieza en una empresa importadora, se quedó sin trabajo (NN siempre había estado de acuerdo con eso de subir los impuestos para evitar que los dólares salieran del país; nunca creyó que eso les afectaría a ellos).
Su esposa ahora hace la limpieza en una casa, pero solo una vez a la semana y con eso no alcanza. Con los dos sin empleo, NN pensaba que podrían recibir esos mil dólares que el presidente ofreció en la campaña. Pero hasta ahora no conoce a nadie que los haya recibido (la vecina dice que una amiga de una conocida ha recibido algo, pero que ni se acerca a los mil dólares y que, además, por alguna razón no se los puede retirar en efectivo). Tampoco conoce a nadie que haya recibido alguna de esos cuatro millones de vacunas que iban a llegar de Argentina (el presidente ahora dice que él nunca ofreció que llegarían de inmediato). Cada día que pasa a NN le resulta más difícil ser optimista, incluso cuando SU (ex)Presidente asegura que las cosas van a estar incluso mejor que en su gobierno. (Cuando el vecino decía que ese gobierno recibió más ingresos que ningún otro y, para colmo, se endeudó como loco y que así cualquiera parece buen presidente, NN hacía oídos sordos. Pero ahora está empezando a dudar.)
El policía vuelve a detener el tránsito para que pase otra caravana de autos sin placas y con vidrios polarizados. NN ahora siente solo bronca. ¡Sinvergüenzas!, grita para desahogarse, pero enseguida se arrepiente, porque la caravana se detiene y de uno de los autos bajan dos guardaespaldas que empiezan a caminar hacia él.
José Hidalgo es economista.
Lamentablemente esta historia puede hacerse realidad hoy también. Es que ya ha sucedido muchas veces. Y en todas hubo narices largas. El hombre común cree que algo saca de los “políticos” al recibir regalitos: “Del lobo un pelo”, dicen. Lejos están de pensar que por esos “regalitos” el generoso se dedicará a recuperar con creces sus gastos de los fondos del Estado. Y la vida será más cara. Y el señor NN no entiende el porqué. Y con las ofertas es igual: las cree y hasta da su firma, porque, ¿y si se hacen realidad? No importa si le fallan, pero no quiere correr el riesgo de quedarse fuera. Y si vuelve el generoso con las mismas ofertas, caerá otra vez, y su amargura seguirá en aumento y renegará cada vez más de su patria y hasta disfrutará jodiéndola: (“O se jode o se compone”). Y así, tenemos un pueblo masoquista y la patria conforme en el subdesarrollo (para consolarnos decimos que está “en vías de desarrollo”). (Otro caso para el Dr. Freud). Esperemos que esta vez los NN razonen su voto. Ya es hora.
Lamentablemente ya lo dijo Facundo Cabral, son muchos que hasta pueden elegir al presidente.
Este excelente escrito me recuerda “La rebelion en la granja” y “1984”. Como quisiera que todos los ecuatorianos los leyeran.
Yo algunas veces me preguntaba como es que ciertos hombres o mujeres volvían con su novio o novia golpeadora después de que les hayan comprado unas flores, chocolates o les hayan traído una serenata. Todavía no lo comprendo pero veo que pasa lo mismo ahí que en la política. El señor NN si es que efectivamente le dieran los mil dólares mediante el desfalco de alguna institución pública o mediante algún otro préstamo oscuro a China, volvería a enamorarse de SU presidente.
Buen artículo como siempre Don José. Cada añolos ecuatorianos estamos en el mimo problema, elegir entre un mentiroso malandrin o uno que se le ve coherente en su discurso. El presidente lo pone la mayoría, pero esa mayoría la compone la gente pobre, ingenua, no preparada que fácilmente se deja convencer por cuenteros sin escrúpulos y votan por estos abusivos, farsantes. Mientras no se establezca el voto voluntario, como en Colombia, la gran masa popular será caldo de cultivo de estos mercaderes que compran votos
Muy buena descripción de lo que realmente pasará en el Ecuador , si volvemos a caer en las mentiras y engaños de los demagogos y mentirosos , que efectivamente destruirán el país , si llegan al poder . Felizmente este cuento tendrá un final feliz , pues nunca lo lograrán . DE TI DEPENDE CIUDADANO ECUATORIANO .